Confía en Mí

19°

Tome mi teléfono entre mis manos y baje mi cabeza.

—Lo siento Bartier… —me puse de pie para caminar hacia el que tenía colgado el centímetro sobre su cuello.

—No te preocupes divina seguro alguna de tus amigas aparecerá —dijo el hombre de cabellera dorada que llevaba por encima de sus hombros.

Me puse de pie para observarme en el espejo.

—Cada día estas más hermosa mírate esas curvas —comento a lo que yo solo me mire por el espejo.

Mi largo cabello ondulado de color marrón y mis ojos color gris.

—Te tengo algunas cosas preparadas que creo que serán de tu agrado… y tus eres muy de los colores fríos ¡Mira este azul! —el extendió su brazo con el vestido.

Entre al probador colocándome el vestido azul rey con escote en V.

Me quedaba precioso, Sali del probador encontrándome con al asistente de Brui que me miraba con una sonrisa.

Pero no podía disimular que también necesitaba otra opinión para elegir ese vestido.

Lilian y Marion ninguna de las dos podía, mi madre y la abuela tenían asuntos en la empresa que resolver. Y no me llevaba lo suficiente bien con Ivonne y las demás.

Volví a mirar al espejo y detrás de mi en la puerta apareció una silueta. Mi corazón dio un brinco pensando que podía ser papa pero no era el.

Allí estaba el de pie mirándome con una tímida sonrisa con las manos dentro de su buzo deportivo.

<< El esta aqui… >>

No podía creer lo que mis ojos veían y solo me di la vuelta.

—¡Joven Emeric Fortier! —exclamo Brui.

Él se acercó y Brui lo saludo con dos besos uno en cada mejilla. Solté el aire contenido.

—Emeric… —dije nerviosa.

—¿Qué dices tu guapo? ¿Cómo le queda este magnífico vestido? —Brui me señalo.

Los dos cruzamos miradas por un momento y el me sonrío mirándome de arriba hacia abajo.

¿Por qué no dices nada? Solo parpadeo no había expresión en su rostro.

—Ese vestido te favorece… —pude notar el nerviosismo en su voz— aunque pienso que te gustaría aquel vestido.

Mire hacia donde el había señalado y estaba el otro vestido que no le había prestado atención un hermoso vestido corto elegante, pero a la vez rozaba lo casual y de color rosa suave.

Otra vez sentí el cosquilleo esparcirse por todo mi vientre.

<< Tenía razón… >>

Entre al probador y me puse el otro vestido al salir los tres pares de ojos quedaron sobre mi.

Sus ojos parecían tener brillitos.

—Bien —dijo el a lo que yo me mire al espejo.

Me veía preciosa era un vestido perfecto para la ocasión, sin dejar de sonreír mire por el espejo a Emeric que no sonreía o eso trataba de fingir.

Pero otra vez ese momento en la escuela donde me ignoraba e incluso me había tratado mal me hizo sentir una tonta.

—Este me llevare —dije mirando a Brui que no dejaba de sonreír e incluso había soltado algunas lágrimas.

¿Por qué tanta exageración? Pero considerando que Brui había sido el diseñador de la familia por décadas no había que cuestionar su motivo de llanto y sensibilidad.

—¡Excelente elección mi niña! —el tomo el vestido que ya me había quitado.

Él se alejó dejándome a mi con Emeric.

—¿Qué haces aquí? —pregunte evitando mirarlo a los ojos.

—Tu madre le dijo a mi madre que no podría acompañarte en esto y… —lo mire y el estaba serio.

Me llevaba una cabeza su altura era perfecta al igual que cualquier pareja de película.

<< Piensa en otra cosa Elise >>

¿Qué sucede conmigo? Negue con mi cabeza y en ese momento apareció Brui.

—Tengo que hacerle unos retoques, pero estarán listo para este fin de semana —asentí con una sonrisa.

Y Emeric y yo salimos de allí, al salir del edificio no vi ningún auto estacionado afuera. O mejor dicho el audi de color negro.

No dije nada y caminé a su lado, el cielo estaba nublado y que anunciaba una pronta lluvia.

—¿Por qué no haces una fiesta para divertirte tú? —dijo el rompiendo el cómodo silencio.

—¿Una fiesta, así como la tuya? —solté una risa sarcástica— no me emborrachare como tú.

—¿Por qué eres así? —él se detuvo en frente mío.

—¿Así cómo? —dije tratando de mantener la calma y disimular mi nerviosismo.

—Debes disfrutar esta vida de mierda… y lo único que haces es hacer lo que dicen los demás —parpadee varias veces al oír las palabras que acababan de salir de su boca.

Sus hermosos ojos grises me observaban con sus cejas fruncidas.

No te distraigas… pero es que se ve tan guapo. ¿Desde cuándo se le marca tanto el mentón?

Esta distinto… más guapo.

—Ves es inútil contigo —él se dio la vuelta dándome la espalda y reaccione al instante.

—No no… yo —corrí hacia él y me pare en frente de el— solo se que es mi cumpleaños y para papa es importante que conozcan a la próxima representante de su empresa…

El me miró fijamente a los ojos y luego los puso en blanco.

—Tengo miedo a ser yo misma… —y esas palabras salieron desde lo más profundo de mi corazón.

Su semblante cambio de molestia a tristeza.

—No tiene que ser asi… ni tú, ni yo podemos vivir así —el sonrío y tomo mi mano para empezar a correr.

¿A dónde vamos tan deprisa? Seguí su paso mientras las personas empezaban a aparecer.

Corríamos entre las personas, mi cabello se volaba hacia atrás y no podía dejar de sonreír.

Entre los puestos de comida a lo lejos estaba un carrito que daba hacia el rio, uno de los más importantes de la ciudad.

Un señor que estaba a un costado antes de subir al puente vendía algodones de azúcar.

—Deme dos de esos —señalo Emeric.

El señor con una sonrisa nos extendió dos varillas con algodón de azúcar.

Mi rostro se ilumino y la sonrisa apareció, pero se desvaneció al ver que Emeric avanzo y dio un salto para quedar sentado en el borde de la barandilla del puente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.