Confía en Mí

29°

Agarre el alto de papeles y los dejes sobre la pequeña mesa al lado del escritorio de mi padre.

—Me di cuenta de algo… —tomé la revista de moda que estaba a un lado— me gusta la moda y siempre fui creativa aunque la abuela no me dejaba hacerme ropa.

—Pff eso es absurdo —el también estaba leyendo uno de los libros de ciencia— nanotecnología cambiaria muchas cosas.

—¡Oye no me estas escuchando! —dije dejando la revista a un lado.

—¿Estas guiándote por tus hobbies? —el me miro por encima del libro— tu amiga la loca quiere ser doctora… al menos se su nombre completo para no arriesgar mi vida.

—¡Emeric! No seas asi —me levante y me acerque a la ventana— ella al menos tiene algo en mente y está decidida.

El apareció a mi lado mirando también los edificios que podían apreciarse.

—Encontraras algo es cuestión de buscar… —lo miré y fruncí el ceño.

—Quedan cuatro meses para que termine este año y luego será el último… —el apoyo sus manos sobre mis hombros.

—No hay que apresurarse… —él fue interrumpido por la puerta.

Mi padre apareció y nos miró con una sonrisa. Pero sabía que ese rostro ocultaba muchas cosas.

—Acompáñenme —los dos asentimos y seguimos a papa.

Sin bajar de piso nos dirigimos a la oficina que se encontraba al lado de la de mi padre.

—Gerald mi hija y Emeric —nos presentó papa.

El señor se dio la vuelta y nos miró a los dos con una gran sonrisa.  Enseguida su rostro vino de mis recuerdos.

—¡Oh Dios santo! ¡Que grandes! —exclamó Gerald.

Me acerque a él y lo abrace, el se había ido hacia tres años a la otra empresa que tenían nuestros padres fueras del país. Gerald era la mano derecha, aparte de Fortier, de mi padre.

—¡Mi joven y princesa Elise! —el tomo una de mis manos y abrió su boca sorprendido— ¿Emeric? ¡Todo un hombre!

Emeric también tenía aprecio por Gerald asi que no tardo en acercarse y abrazarlo.

—No puedo creer lo mucho que han crecido —el simulaba quitarse las lágrimas.

—¿Qué haces aquí? —pregunte sin dejar de sonreír.

—Tu padre me llamo y necesitaba una mano aquí —dijo el compartiendo una rápida mirada con mi padre.

Mi intuición presentía que esos dos hombres ocultaban algo.

—¡Asi que mi joven Elise serás la primera mujer en liderar la empresa! Aunque llevaras el apellido de los Fortier —dijo el no muy contento mirando a Emeric.

Emeric trataba de mantener la simpatía solo por Gerald que siempre había sido muy buen amigo de nuestros padres y prácticamente había estado presente en toda nuestra vida.

—Los dejare a solas… —papa se despidió dejándonos a solas con Gerald.

—Ahora si cuéntenme mis pequeños… me enteré de la noticia —dijo ya no tan emocionado— para nada estuve de acuerdo con esa decisión los números se pueden arreglar con otras estrategias.

—No volvieron a tocar ese tema —dije mirando a Gerald.

—Ni siquiera nos preguntaron si queríamos seguir en este maldito negocio —dijo Emeric con molestia.

Gerald nos miró a los dos con cierta melancolía y a la vez podía sentir la lástima que estaba sintiendo por nosotros.

—Estoy más que seguro que Roch y Pierre están detrás de todo… sus abuelos siempre tuvieron esa rivalidad —baje mi cabeza.

Otra vez ese pensamiento molesto que debía soportar la presión de nuestra familia.

<< Tienes que ser fuerte Elise >>

—Cambien esas caras al menos ustedes se conocen desde niños —el volvió a mirarnos con una sonrisa— espero que sepan matemáticas.

Nos conocíamos desde niños pero la relación ya no era la misma.

Él se acercó a la puerta y lo seguimos a la oficina que estaba al lado de la de Fortier.

Allí solía estar Myles el otro hombre que se encargaba de números.

—¡Menos mal que no está ese sujeto! No lo tolero —Gerald se acercó y tomo dos carpetas.

Tomamos asiento y Gerald se volvió a la puerta.

—Solo deben leer hay unos que son los que se envían a Fortier el los firma y los lee, y Ignace se encarga de aplicar el sello y la parte legal —explico Gerald— cualquier duda búsquenme tengo muchas cosas por hacer.

Empecé a mirar hoja por hoja, muchos números y algunas anotaciones que no entendía.

—Hay algo que no tiene sentido —dije observando otra vez la hoja con los datos de producción— hay un problema con el dinero y lo que se produce.

—Elise… ellos son los que saben —miré a Emeric y entre cerré mis ojos.

—Ven a verlo con tus propios ojos —él se puso de pie y se acercó a donde yo me encontraba.

Tomo las hojas y empezó a mirar toda la información. Luego me miro y levanto una ceja.

—Creo que tienes razón… pero no podemos afirmar nada quizás nosotros estamos confundidos —el volvió a entregarme la hoja.

Levante una ceja y lo mire incrédula. ¿Acaso dejaría eso asi?

Por un lado, tenía razón no teníamos suficiente conocimiento de como se manejaban las cosas allí.

¡Pero tampoco podíamos saber y no hacer nada al respecto!

—Entonces si tu no haces nada lo hare yo —me puse de pie y me acerque hacia la puerta donde el me alcanzo.

Los dos nos miramos a los ojos y se paró a mi lado.

—Ire a decirle a Olivier de esto —la cara de Emeric cambio.

—¿Qué? ¡No! —agarre los papeles firmemente y lo mire desafiante— iré yo.

El tomo los papeles de mis manos y abrió la puerta para salir de allí.

Emeric se dirigió hacia la oficina donde estaba su padre, me dio una última mirada y golpeo la puerta para luego entrar.

<< Tengo que escuchar >>

No podía hacer eso ya que Olivier me tenía entre ojos. Pero escuchar un poco no haría mal.

—¿Con que derecho vienes a plantearme esto? ¡Lo único que tienen que hacer tu y esa niña es hacer lo que les pidan! —Olivier empezó a levantar la voz.

—Pero…




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