Confía en Mí

38°

La puerta se cerró y el se acercó a mi, mire hacia la gran pantalla que tenia en frente mio.

—Puedes irte se cuidarme sola —dije evitando mirarlo.

El hizo silencio y se sentó a mi lado.

—Lo siento no debi actuar asi —gire mi cabeza para mirarlo.

—No entiendo… primero me dices que te importo te comportas de una manera —me puse de pie— y luego me ignoras.

—Elise —el también se puso de pie quedando frente de mi.

—¡No Emeric! ¡Dime que es lo que quieres! —exclame dejando escapar algunas lágrimas.

El solo me miraba y eso me estaba haciendo molestar.

—¡Haz lo que se te de la maldita gana! —indignada me di la vuelta para alejarme de el.

Pero su mano me detuvo, me gire zafándome del agarre.

—Espera —dijo mirándome a los ojos.

—¿No lo entiendes? —negué con mi cabeza y me dirigí hacia la puerta.

—¡Elise! —exclamó el a mis espaldas.

Abrí la puerta con la intención de salir de allí, de mi propio hogar, pero quería estar lejos de el.

Pero en frente mío una mujer de ceño fruncido y cabello blanco estaba de pie.

—Elise —dijo la mujer seriamente— ¿Dónde esta mi nieto?

Emeric apareció en ese momento parándose a mi lado.

—¿Qué hace usted aquí? —pregunto el mirando a la mujer de la misma forma.

—Tu atrevimiento no me sorprende —dijo mirándolo de arriba abajo— deben venir conmigo.

Fruncí el ceño al oír esa simple oración. ¿Ir con ella? ¡Mil veces no!

De solo ver su cara de amargura me generaba molestia. Que solo con su mirada juzgaba a cualquiera que veía.

—Mi abuela dijo que podría quedarme aquí —dije evitando mirarla a los ojos.

—¿Acaso no oíste lo que dije? Los dos súbanse al auto —mire a Emeric que miraba a su abuela con el ceño fruncido— no quiero oírlos. ¡Apúrense que no tengo tiempo para perder!

Ella se dio la vuelta para subirse a la camioneta negra que esperaba afuera.

No quería hablar con Emeric y mucho menos quería contradecir a la anciana.

—Vamos Icy —dije levantando a mi perrita y tomando mi bolso de mano.

No tenia la vestimenta adecuada el short deportivo y los tenis que al menos estaban limpios.

Sin mirar a Emeric me subi a la camioneta.

—¿Por qué traes a ese a animal? —pregunto ella que estaba sentada en el asiento trasero.

<< Maldita sea >>

—No quiero dejar a mi mascota sola —respondí envolviendo a Icy entre mis brazos.

Emeric se subió también con Buggie en sus brazos. Mi lugar estaba en el medio, pero la señora Sucette miraba fijamente por la ventanilla.

Los dos perros iban tranquilos sobre nuestros regazos.

El camino a la casa de los abuelos Fortier fue un poco largo ya que vivían prácticamente al otro lado de la ciudad.

Al bajarnos me sentía ajena y para nada cómoda. No solo porque seguía molesta con Emeric si no porque los abuelos Fortier tenían sus costumbres y sus propias reglas.

Eran ellos contra todos y si no hacías lo que ellos decían era de lo peor y mas bajo que pudiera existir.

La casa era bastante silenciosa y a la vez grande para que solo vivieran dos señores mayores.

—Es la última vez que me mandas hacer esto Roch —exclamo Sucette entrando al comedor.

El señor Fortier se encontraba de pie mirando por la ventana mientras fumaba.

—Siempre te quejas de todo mujer —murmuro el hombre soltando el humo.

Deje a Icy en el suelo y avance entrando al comedor.

—Abuelo… —dijo Emeric a mi lado.

—Emeric —el señor se giró y nos observó— Elise Fontaine.

—Buenas noches señor Fortier —hable mirando al señor.

Roch era el padre de Olivier, Odette y Octavis, hermanos del padre de Emeric. Su forma de ser lo llevaban a ser un hombre no tan agradable.

A pesar de eso era respetuoso pero tenia un defecto muy grande. El lugar que le daba a la mujer en su vida, excepto a su esposa, era tan bajo.

Siempre que podía hacia el típico comentario “mujer débil”.

Y su hijo Olivier había heredado eso aunque tratara de disimularlo era evidente todo lo que había aprendido de su padre.

—Mi hijo y tu madre se encuentran de viaje —hablo el hombre acercándose a nosotros— tuvieron que ir a ver a Octavis.

El paso uno de sus brazos por los hombros de Emeric y lo alejo de allí.

Me gire para seguirlos pero la voz de la señora me detuvo.

—¿A dónde crees que vas? —cerré mis ojos y tome aire.

Emeric y su abuelo salieron hacia el patio, y los podía observar desde la ventana.

—Hablaran sobre los asuntos de la empresa —dijo la señora Sucette que estaba sentada en el sofa— tu no tienes nada que ver ahí.

Fruncí el ceño y me gire observando a Sucette. ¿Cómo que no debía importarme?

—Es la empresa de mi familia también —la señora Sucette me miro sin poder creer que le hubiese respondido.

—¿Cómo te atreves? —ella se puso de pie mirándome con el ceño fruncido.

¿Ahora en que me había metido?

Trague saliva y al ver su rostro y ella avanzando hacia mi hizo despertar mis nervios.

<< Reacciona Elise >>

—Lo que escucho en un futuro será también mi empresa —respondí tratando de fingir seguridad— y si me disculpa ire a hablar.

Me gire para direccionarme a la puerta que daba al patio.

—¡No te atrevas niña insolente! —exclamó ella a mis espaldas.

Ella me tomo del brazo con fuerzas clavando sus uñas, su rostro todo arrugado estaba en frente mío.

—Fontaine debías ser para ser tan descarada…

—No permitiré que hable mal de mi familia —dije sintiendo las repentinas ganas de llorar— ¡Suélteme!

Me libre de su agarre mirándola con odio.

—Tu no eres nadie y eso debes grabártelo en tu cabeza… ¡Eres una mujer débil y nunca lograras nada! —la mujer expulsaba furia con cada palabra— solo serás la esposa de mi nieto y nada mas. ¡Mírate! Eres poca cosa igual que Natacha.




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