48°

Me alejé los más rápido de allí y me dirigí hacia el cuarto de Marion.

Eran demasiadas cosas que pasaban por mi mente que sentía que en cualquier momento iba a colapsar.

Llame a la puerta sintiendo el pesar en todo mi cuerpo.

—¿Elise? —dijo Marion sorprendida.

No dude un segundo y me abalance a sus brazos dejando escapar algunas lágrimas.

—¿Estas bien? ¿Por qué vistes asi? ¿Tus zapatos? —Marion me alejo un poco para observarme— ¿Emeric te hizo algo? ¡Habla Elise!

Mire a Marion que se veía preocupada. ¿Qué iba a decirle?

La pelea de mis padres con los de Emeric era algo que no quería pensar y mucho menos la causa.

—¿Qué te paso? —ella tomo mi mano observando la herida— estaba preocupada por ti… tu madre me llamo incluso Emeric.

No tenía mi teléfono porque tampoco sabía donde lo había dejado. Mire el reloj de pared que tenía Marion en su pared.

Habían pasado casi más de cuatro horas que había salido de casa.

—¡Por favor dime algo! ¡Carajo Elise! —volvió a exclamar.

—Estoy bien… —fue lo primero que salió de mis labios— solo hubo una pelea y yo no me sentía bien.

—Si lo se… —la mire confundida— Emeric me lo dijo. ¿Entiendes que desapareciste? Me sorprende que aún no aparezcas en las noticias.

¿Emeric había llamado a Marion?

De repente el teléfono de Marion volvió a sonar.

—Si si tranquilízate Lilian por dios… está aquí conmigo —Marion tomo las llaves que estaban sobre la mesita de noche— estaba a punto de salir y apareció… me preocupa estaba sin zapatos.

—Marion estoy bien —dije para observarme en el espejo.

Mi pelo estaba todo despeinado y mi ropa estaba arrugada, tampoco era mia, mis mejillas estaban rojas y mis ojos hinchados.

—¡Vamos Elise! Debo llevarte a casa —dijo Marion mostrándome una débil sonrisa.

Seguí a Marion que salió de la habitación, nos dirigimos hacia la cocina y para mi sorpresa y la de Marion una mujer estaba de pie con el teléfono en su oreja.

—Mamá... —dijo Marion que sonreía con nerviosismos.

—Marion... —la mujer se volteo y nos observó a las dos.

Su mirada su directa hacia mi dónde abrió sus ojos con sorpresa.

Aquel delineado que era parte de su maquillaje le daba un aspecto más tétrico a su rostro que en si ya era siniestro.

—Ella es Elise —Marion me miro y luego a su madre.

—La hija de Ignace y Sabine Fontaine por supuesto —ella extendió su mano y yo la tomé. 

—Mucho gusto señora Louvua —dije mostrando mi mejor cara.

Agradecía que al menos Marion me prestara sus tenis y otra ropa.

—El gusto es mío —dijo ella sin dejar de sonreír— debo irme. Hasta luego Elise adiós Marion.

Y seguido de eso su madre desapareció, era la primera vez que cruzaba palabras con aquella mujer.

Definitivamente era un día cargado de emociones.

Entramos al garaje y subimos al jeep de Marion.

—No sabía que tenías un Jeep —dije al ver que estaba como nuevo.

—Regalos inesperados y aparte prefiero que me lleven —dijo ella colocándose los lentes— comodidad.

Mi mirada estaba fija en el camino perdida en mis pensamientos.

<<No quiero regresar a casa>>

—No quiero ir a casa —dije mientras esperábamos a que el semáforo cambiara de color.

Marion me miro y sonrió, sin decir nada se dirigió en otra dirección directo a la ciudad.

—¡Quiero dos frappes! —hablo ella por el aparatito.

En la siguiente ventanilla nos entregaron el pedido.

—Recuerda siempre… estómago lleno corazon contento —volví a sonreír.

Mientras la música se reproducía cambiando el ambiente.

—Pensé que te habías enterado de lo que hizo Emeric —dijo mientras le daba un sorbo a su bebida.

¿Qué hizo Emeric?

—¿De que debía enterarme? —pregunte intrigada por aquel pensamiento de Marion.

Ella empezó a toser intentando disimular algo que no le estaba dando resultado.

—Pss de nada —dijo llevando sus dos manos al volante.

—¡Marion! —dije frunciendo el ceño.

Ya más de lo que había escuchado y otras cosas no podía ser peor.

—Debo decir que ese sujeto es un completo misterio y muy buen actor —Marion subió el volumen de la música.

¡Oh no! En ese momento debía decirme todo lo que sabía.

¿Cómo que Emeric era un buen actor?

—¡Habla Marion! —dije bajando de nuevo el volumen— ¡O me tirare del auto!

—¿¡Que?! ¡Estas loca! —dijo ella mirándome— ¡Ni te atrevas Elise!

Claramente no lo decía en serio, pero Marion de verdad me veía capaz de hacerlo.

—Te lo diré —ella estaciono su auto antes de salir hacia donde se encontraba mi casa— pero prométeme que nunca más harás algo asi.

Ahora su rostro había cambiado y Marion estaba mas que seria. Había preocupado a mi amiga y a los demás.

Otra vez me estaba surgiendo la culpa.

—La próxima vez te llamare —dije para que luego ella me abrazara.

—Emeric estaba celoso y solo fingió estar ebrio para acercarse a ti.

—¿O sea que estaba consiente cuando me dejo manejar su audi? —dije sin poder creerlo.

Cada vez me costaba más entender a Emeric pero quería mantenerme positiva.

—Exactamente —dijo Marion volviendo a reír— es una especie exótica.

—No le digas asi —sonreír al recordar el momento que por mi culpa el termino cortándose.

—Vamos que todos te esperan —ella volvió a encender el jeep.

Pronto el sol comenzó a esconderse y la noche se aproximaba.

Entre a casa y estaban prácticamente todos, incluyendo los Fortier.

—¡Elise! —exclamo mama acercándose a mi con los brazos abiertos— ¿Por qué hiciste eso? ¡Como te atreves Elise Fontaine!

Y seguido de eso unos brazos nos envolvieron.

—Eli mi hermosa Elise —dijo papa.

Me separe de los dos y los mire con los ojos llorosos. Mi abuela Regine estaba junto a mi abuela y también me abrazo.