Confía en Mí

49°

Me puse de pie luego de terminar mi desayuno.

—Elise… ¿Puedo hablar contigo? —dijo papa antes de que me dirigiera hacia la puerta.

Le sonreír y me acerqué a el y lo seguí hasta la biblioteca de la casa.

—¿Sabes algo? —papa se paró en frente de la ventana que tenía vista hacia el patio— cuando supe que el bebe que esperaba tu madre era una niña.

Mire expectante a papa al ver como sonreía y sus ojos se ponían brillosos, tratando de mantener la compostura.

—Lo primero que pensé fue en que siempre protegería a esa princesa y que no iba a permitir que le hicieran daño —una lagrima se deslizo por mi mejilla al oír lo que decía— solo quiero que sepas… he cometido tantos errores, pero si falle en eso por distintas razones.

—Papa… —dije al ver que el luchaba por mantenerse firme.

—Lo siento Eli espero que me perdones por eso —no dude un segundo y lo abrace— te prometo que los dos mejoraremos.

—Es una promesa papa —dije respirando su perfume.

Sali de la biblioteca encontrándome con mama mirándome con una sonrisa.

—Lamento todo esto hija pero las cosas cambiaran ya lo veras —abrace a mama que también parecía conmovida.

Asentí para luego salir de la casa, mi sonrisa se desvaneció al ver el auto de Emeric estacionado y el de pie a un lado vestido con su uniforme.

La misma venda blanca en una de sus manos.

—Olvidaste esto —dijo extendiendo mi teléfono que estaba apagado.

¿Por qué me miras asi?

<<Abrázame>>

Su rostro volvió a ponerse serio y se subió al auto, hice lo mismo al ver que aún no se iba.

Emeric era una caja de sorpresas que no sabias con que te podía sorprender cada día pero de algo que estaba segura era lo difícil que se le hacía poder demostrar lo que sentía.

Lo mire disimuladamente al ver que había colocado la playlist de la música que ambos nos gustaban.

Respire profundo percibiendo en el aire su exquisito perfume.

El viaje al instituto había sido calmo por parte de ninguno de los dos se percibía la intensa vibra.

Me agrada.

Al llegar los dos bajamos juntos y recorrimos el pasillo hacia el salón. La mayoría nos miraban como era lo habitual.

Quizás se sorprendían vernos de nuevo juntos después de estar distanciados.

—Conocí a la mama de Marion la señora Louvua —dije mientras caminaba junto a el.

Lo mire de reojo y parecía atento a lo que acababa de decir.

—Es una mujer ambiciosa —no termine de decir nada porque otras personas aparecieron.

—¡Buenas buenas! —exclamo Alban sonriente— ¿Estamos listos para ganar el dia de hoy?

Mire a Emeric que sonrió disimuladamente tampoco se lo veía con los mejores ánimos.

Para los dos habían sucedido demasiadas cosas. Entramos al salón y habían varios asientos disponibles.

Tome asiento en el lugar que solía compartir con Marion pero para mi sorpresa el ocupo el lugar.

Tampoco quería hacerme ilusiones por eso porque como siempre el terminaría haciendo algo que me iba a hacer sentir mal.

Y fue en el momento que apareció Gabrielle que me hizo sentir una pequeña esperanza.

—Oh Emeric —dijo ella al verlo sentado a mi lado— quería que me ayudarás con algo.

—Gerom puede ayudarte —el ni siquiera la miro.

—Creo que la que esta confundida de sitio es Elise —ella me miro a mi.

Aprete mis puños que estaban sobre la mesa hasta que sentir el dolor de mi mano que estaba vendada.

—Elise si no te molesta deberías dejarme el lu…

Pero la mano de Emeric que también estaba vendada se posó sobre la mía.

—Es su lugar tu puedes buscar otro —hablo el mirando con el ceño fruncido a Gabrielle.

—¡Eso es la bestia puso a la zorra en su lugar! —exclamo Marion que estaba sentada atrás de nosotros.

—Cállate loca —dijo Gaby mirando a Marion.

—No le digas loca a mi amorcito —dijo Alban defendiendo a mi amiga.

La tipa de piernas largas se alejó de allí sentándose del otro lado del salón.

Solo mire a Emeric que no había apartado su mano.

¿Cuándo el príncipe volvería a ser bestia?

El en ningún momento se alejó de mi, tomamos asiento en la misma mesa que nuestros amigos.

Todo estaba saliendo como esperaba y eso me hacía pensar que ese día habría solo paz.

—¿Puedo preguntar por qué los dos tienen sus manos con vendas? —pregunto Simon señalando nuestras manos.

—Rompí un vaso y el me ayudo a recoger los vidrios —dije recordando la situación tan tensa.

—Hicieron un amarre digan la verdad —dijo Lilian entre risas.

—Amor ya suenas como Marion —dijo Simon negando con su cabeza.

Me rei al ver la cara de Simon y mire a Emeric, no podía dejar de observarlo, y tampoco entendía todo lo que podía estar pensando en ese momento y no lo decía.

—¡Te encantaría ser como yo! —exclamo Marion.

La hora del almuerzo termino asi como las últimas horas de clases.

Caminamos todos juntos por el pasillo ya que los chicos se debían ir a preparar para el partido.

—¿Pronto es la competencia? —preguntó Lilian sonriente.

—Si debo ir a entrenar —respondí mostrando una sonrisa.

—¡Suerte bella princesa! —dijo Marion pasando por mi lado.

Emeric se había quedado atrás mirando por la ventana hacia afuera. Camine lentamente a el y mire hacia donde el lo hacia.

—Pasan muchas cosas por mi mente —el me miro y yo hice lo mismo— ni yo mismo me entiendo.

Llevé mi mano a su mejilla y sonreí débilmente quería demostrarle que a pesar de todo iba a estar a su lado.

—Ya somos dos mi querido Emeric —una de sus manos la llevo a mi cintura acercándome mas a el.

¿Iba a besarme allí? Sentía que mi corazon latía más fuerte.

Él se acercó a mi oído casi rozando sus labios.

—Perdóname por ser un maldito egoísta —murmuro haciéndome estremecer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.