Cada trazo, una línea, el sombreado, algo le faltaba aquel dibujo sobre el papel y era el color. No se veía mal en blanco y negro, solo era el simple detalle y una elección.
Levante mi cabeza mirando al paisaje en frente mío, la línea que separaba el cielo del mar era tan perfecta.
¿Como podía ser tan perfecta?
No existe la perfección y eso me había quedado más que claro.
El cielo y el mar, las criaturas que habitaban en las profundidades.
—Elise, ¿Puedes venir un momento? —la voz de mi madre me hizo bajar de aquella nube.
Tomé mi cuaderno y me puse de pie para volver a entrar a la casa.
Mire a mamá que tenía su móvil en el oído, señalo hacia la oficina de papa que en realidad era la oficina de mi tío André.
Di dos golpes en la puerta hasta que escuché a papa.
—Estoy al tanto de todo y vi los informes que me enviaste —decía el también al móvil.
Entre observando como el escritorio estaba repleto de papeles, camine hacia la ventana que tenía vista al mar.
Era la paz que solo generaba al observarlo, desde el primer día que había pisado esa casa aquello que podía distraerme y sentir la esperanza que todo mejoraría era al observar aquel mar.
Papa dejo de hablar y soltó un suspiro, me gire en su dirección y lo observe, el acariciaba con sus dos dedos el puente de su nariz.
—¿Esta todo bien? —pregunte al ver que otra vez se lo veía estresado.
—Si solo tu abuelo quiere involucrarse en esto —el me miro con una sonrisa— pero nada de qué preocuparse.
Aun recordaba el primer día que habíamos llegado allí y las razones por las que papa había tomado la decisión de viajar.
Algo que agradecía que hubiese sucedido.
Inicio de Flashback
Era el pesar con cada paso que daba, me sentía ajena de aquel cuerpo como si me faltara esa luz.
El ambiente era completamente distinto los dos hermanos menores de mi padre vivían en esa ciudad junto a sus familias.
—¡Elise! No te tardes —dijo Giulia que esperaba sentada en su cama vestida con el pijama.
Agradecía de tenerla a ella y a Francis que habían sido mi compañía desde el primer momento.
Camine por el pasillo recorriendo aquel pasillo que al final tenía un gran ventanal con vistas al mar.
Bajé las escaleras y entre en la cocina, me detuve al ver a mis dos padres con sus pijamas.
—Esto es mucho… —dijo mama hablando en voz baja.
—Elise… —papa me miro sorprendido al verme allí.
Solo habían sido los tres primeros días más oscuros de mi vida un dolor que nunca había experimentado.
Y no solo eso si no también la clara preocupación y molestia por mis padres.
—Creo que es el momento para que me expliquen por qué estamos aquí —dije hablando en voz baja.
Mama me miro con tristeza, se acercó a mí y con su mano llevo uno de mis mechones hacia atrás de mi oreja.
—¿Cómo te sientes cariño? —pregunto mama sin dejar de mirar mi rostro.
Sonreí débilmente sin mostrar mis dientes y miré a papa.
—Estoy bien… —una mentira que ni yo creía— pero también me siento excluida de todo esto.
Mire a papa y luego a mama como si buscara la respuesta en sus rostros.
Observe a papa que camino hacia la puerta que daba al patio, los tres caminamos hasta la gran hamaca que se encontraba muy cerca del borde donde terminaba lo plano de la casa.
Tome asiento en medio de los dos con el sonido de las olas acompañando.
—Tu abuelo y Roch Fortier —tomé aire y solté.
Solo escuchar ese apellido revolvía todo tipo de sentimiento dentro de lo que quedaba en mi alma.
—Eran muy amigos y siempre lo fueron… pero cuando es tema de poder todo se desequilibra y ese fue el primer conflicto que existió —empezó diciendo papa— luego ellos pensando que uniendo las familias todo eso se resolvería y no fue así porque sus primeros hijos fueron hombres.
Hombres… ¿Por qué siempre eran un problema?
—Y las familias seguían separadas hasta que nacieron Emeric… —y su nombre que fue el detonante para que mis ojos volvieran a llenarse de lágrimas.
Mama apoyo unas de sus manos sobre las mías.
—Emeric y tu… es tan absurdo y siento que no maneje las cosas como debía —papa me miro a los ojos— va más allá de lo que uno pueda sentir y querer.
—No quiero que sea así papa —dije con la voz entrecortada.
Seguía doliendo esa herida que no parecía que fuera fácil de cicatrizar. Quería pensar en el momento, en el presente y olvidar todo.
—Los Fortier nos han decepcionado y muchas veces es una historia que se repite una y otra vez —volví a mirar a papa al no entender su referencia de “nos han decepcionado”.
¿Acaso se había enterado de que su socio maltrataba a su mujer e hijo?
—Pienso que ya es el momento de hablar esto contigo —el volvió a mirarme— hace un tiempo empecé a sospechar de Olivier y sus manejos dentro de la empresa.
A mi mente vino un rápido recuerdo cuando ayudábamos en la empresa.
—Entonces por mi cuenta empecé a investigar, pero no fue hasta que Gerald encontró una información muy importante —otra vez veía el disgusto en el rostro de papa— no se cómo Olivier se enteró y empezamos a discutir pero por casualidad esos papeles desaparecieron.
Abrí mis ojos sorprendida tratando de procesar la información lentamente.
—Hable con mi padre pero el se niega a desconfiar de los Fortier —no me extraña eso del abuelo Pierre— a pesar de todos mis intentos no pude conseguir que tu abuelo desistiera del trato que tiene con los Fortier.
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Editado: 22.07.2024