Confía en Mí

10|| Tareas

Aquella clase había sido la hora más larga de toda mi vida, los minutos parecían pasar cada vez más lentos y mis ganas por salir de allí aumentaban.

No podía dejar de mover la pierna y morder la pielcita que sobresalía de mi dedo pulgar.

<< ¡Deja de hacer eso! >>

Hasta que el timbre fue mi salvación estaba lista para salir, pero la multitud fue más rápida.

—Daria todo por comer una hamburguesa triple cheddar de McDonald —dijo Marion poniéndose de pie.

—Yo también muero de hambre —acompaño Lilian.

—Señor Fortier y señorita Fontaine —dijo la Profesora Pettiegrew.

Mis amigos me observaron y yo asentí, ya no había nadie en el salón solo el y yo.

Me puse de pie para acercarme al escritorio de la profesora ni siquiera mire a Emeric y tampoco tenía intenciones de hacerlo.

La mirada de la mujer fue directa a Emeric.

Es guapo y muy sexy… imbécil era un imbécil.

Negue con mi cabeza y fruncí el ceño volviendo a sentir el nerviosismo y la ira recorriendo mi sangre.

—Lamento mucho mi manera de reaccionar a este pequeño incidente —dijo ella mostrando una tímida sonrisa— no quiero que haya rencores entre nosotros.

No se veía una persona mayor, así como los demás profesores. Era nueva y estaba mas que claro que no tenía experiencia.

—¿Lo dice porque realmente lo siente o porque lo hace a su conveniencia? —dije frunciendo el ceño y cruzándome de brazos.

Ella abrió sus ojos sorprendida y soltó una risita nerviosa.

—¡Oh por supuesto que no! —ella corrió su largo cabello hacia atrás— no me malinterpretes Elise.

—Usted nos mandó a detención sin siquiera corroborar que fuera así lo del helado —mire a Emeric que también miraba molesto a la profesora.

—Cerise pueden tratarme de esa manera —levante una ceja al ver su intento de querer parecer simpática— quiero que me entiendan es mi primer día de trabajo.

¿Y el mal momento que tuve que pasar?

—Tengo veinticuatro años deben entenderme —ella me miro y luego a Emeric— les pido disculpas.

¡Ah por supuesto que yo no lo iba a dejar pasar!

—Iré a hablar con la directora —dije dándome la vuelta.

—¡No! ¡Por favor! —ella se puso de pie acercándose a mi— se que estuve mal.

—El verdadero problema Señora Pettiegrew no es su castigo no justificado —mire a la mujer que parecía a punto de romper en llanto— ¿solo por el hecho de que sabe quienes somos no nos mandara a detención? ¿Y si hubiesen sido otros?

Ella no dijo nada y bajo su cabeza, su intento de victimizarse me estaba estresando.

Pero la persona que estaba a mi lado ya no lucia molesto era claro que el acto de victimismo de esa mujer lo estaba convenciendo.

Imbécil…

Solté un suspiro y abrí la puerta para salir de allí.

—¡Elise! —exclamo Emeric a mis espaldas.

—¡Tu no te atrevas a dirigirme la palabra! —dije con enojo.

—Escucha… esa mujer es nueva y —ni siquiera queria verlo a los ojos.

Era como el fuego con la llama cada vez mas grande y Emeric no estaba ayudando para nada.

—¡No me interesa Emeric! —me giré para bajar las escaleras, pero me detuve a mitad del camino.

Me gire en mi lugar para observarlo, sentía que en cualquier momento iba a estallar y daba la casualidad de que el siempre estaba allí cuando eso sucedía.

Estaba claro que el siempre iba a estar en mi contra.

—Es obvio jamás estarás de mi lado… —las palabras salieron de lo profundo de mi alma.

Algo que en el pasado nunca me hubiese atrevido a decir. El abrió sus ojos sorprendidos como si las palabras quisieran salir de su boca pero como siempre esas palabras quedaban allí.

No esperes… no vale la pena…

Volví a girarme sin poder creer todo lo ocurrido desde el momento que abrí mis ojos aquella mañana.

Ya en el primer piso empecé a reírme no por algún chiste o por algo en específico.

Era eso o romper en llanto.

Mis amigos aparecieron de la nada en frente de mi observándome de pies a cabeza, como si buscaran alguna respuesta de algo.

—¿Esta todo bien? —Bastien avanzo hacia mí y levantó su cabeza mirando hacia las escaleras.

Entrecerró sus ojos y los músculos de su mandíbula se tensaron. Apoye una de mis manos sobre su brazo.

—Vamos… —dije al ver que Bastien no tenia problema de ir y golpear a Emeric.

No sabia a donde nos dirigíamos yo solo seguía su paso, varias chicas que iban en dirección contraria miraban a Bastien.

—No puedo creer que sean tan babosas —dijo Marion mirando con una sonrisa a Bastien.

—Extraño mi cabello largo —el paso una mano por su cabello.

—Te ves bien de las dos formas…

Marion y yo miramos a Lilian por lo que acababa de decir.

Bastien la miro por unos segundos y ella sonrió.

¿Lilian estaba coqueteando? ¿Con Bastien?

Por un momento pensé en esa posibilidad hasta que recordé que Lilian acaba de terminar con Simon y Bastien no sabía que sentía exactamente.

Mis pies se clavaron en el suelo al ver la puerta de salida de emergencia que daba al sitio donde Marion fumaba y donde para mi había marcado un antes y después.

—¿Elise? —Marion se volvió hacia mi.

No quería cruzar esa puerta y me di cuenta en el momento que sentía mis manos temblar.

—Creo que debería irme —dije dando un paso hacia atrás.

Marion me miro a los ojos y tomo mi mano impidiendo que siguiera retrocediendo.

—Elise ese tipejo… —de repente otro sonido capto mi atención.

Deje de escuchar la voz de Marion y en su lugar se escuchaban unos sollozos.

En frente de la puerta de salida de emergencias se encontraba el pequeño cuarto donde guardaban los objetos de limpieza.

Fruncí el ceño y me acerqué hacia la puerta apoyando mi oreja en la puerta.

Marion me miro extrañada y con mi dedo señale hacia la puerta.




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