Confía en Mí

13|| Poder

Emeric me esperaba en la puerta de salida. Trague saliva al ver que iba a tener que ir con el en el mismo vehículo.

No dije nada y me subí al asiento del copiloto.

Su auto de detuvo en frente del edificio, era el silencio que inundaba el ambiente del auto.

Recordé el golpe en su mejilla.

¿Y si quizás el buscaba provocar a Bastien?

El no tenia derecho a golpear a mis amigos.

—Emeric —dije rompiendo el silencio.

Sentí su mirada sobre mi pero mi vista esta fija hacia el frente.

—Le haces algo alguno de mis amigos y te juro que me las pagaras —dije con enojo para luego bajarme del auto.

Entramos al edificio yo tomando mi distancia con Emeric.

En el segundo piso era la reunión con los empleados.

—Señorita Fontaine —saludo el de mantenimiento— Señor Fortier.

A penas pise el suelo fuera del ascensor mi madre apareció junto a Natacha.

—¿Dónde estuvieron? —pregunto mama mirándome a mi y luego a Emeric— hace mas de una hora debían de estar aquí.

Mama estaba molesta y lo notaba por su forma de hablar.

—¿Por qué no contestabas el teléfono? —dijo mirándome a mi.

—Tuvimos un inconveniente —dije tratando de justificarme.

—No es momento Elise ahora ve con Natacha para que se vistan —dijo ella dándose la vuelta.

Divise a los abuelos en un rincón de la habitación.

Seguimos a Natacha que nos dirigió al cuarto piso donde estaban nuestras prendas.

—Los espero abajo apúrense —dijo ella cerrando la puerta— tienen diez minutos.

El cuarto piso estaba completamente vacío y parecía aún mas silencio porque ninguno de los dos decía ni una palabra.

Tome la percha que decía mi nombre y entre al baño, y lave mi rostro. Sentía que en cualquier momento me daría otro ataque.

<<Relájate >>

Me coloque el vestido pero había algo extraño, no podía subir el cierre.

No podía haber subido de peso.

—Carajo —dije apoyando mis manos en el lavatorio.

Me observe al espejo y las ganas de llorar aparecieron.

—¿Elise? —dijeron del otro lado de la puerta.

—Ya salgo —dije intentando subir otra vez el cierre.

De tanto moverme me maree y el pequeño adorno de vidrio cayó al suelo.

Me senté sobre el inodoro y cubrí mi rostro.

Cálmate… solo respira…

—¿Elise estas bien? —volvió a decir del otro lado de la puerta.

—No… —dije a punto de llorar.

La puerta se abrió y Emeric llego a mi, observo los vidrios esparcidos por el suelo.

Me molestaba que el estuviese ahí y todo se hacia un revuelo de emociones.

—Vete —me puse de pie y observe en el espejo haciendo el ultimo intento por subir el cierre del vestido.

—Déjame ayudarte —lo mire por el espejo y él se paró detrás de mi.

Sentí el roce de sus dedos rozar mi piel.

—Este no es tu talle —dijo el subiendo hasta la mitad.

—He subido de peso… —dije bajando mi cabeza.

—¿Qué dices? —el me miro por el reflejo del espejo— tu sabes que eres…

Nuestras miradas se encontraron, fruncí el ceño y me gire para mirarlo a los ojos.

—¿Qué dirás algo malo sobre mi? —por impulso me acerqué mas a el acortando la distancia que había entre nosotros.

El me miro a los ojos y luego a mis labios, la tensión apareció y fue en ese momento donde me percate de algo.

—Tu silencio habla por ti —dije en voz baja.

—Espera… —el tomo mi cintura con sus dos manos— nunca te vi como un juguete Elise.

Sus palabras me sorprendieron aun mas porque no esperaba que dijese algo así.

El me miro a los ojos y se quito el abrigo que iba con su vestimenta y me lo extendió.

—Cúbrete —el salió del baño doblando las mangas de su camisa.

Se veía demasiado atractivo pero no podía caer en su juego.

Salimos de aquella oficina y bajamos al piso donde estaban todos.

Llevaba el abrigo de Emeric y tampoco quedaba mal con el oufit.

—¿No les parece una falta de respeto? —dijo la abuela Sucette mirándonos— ¿Por qué esa niña viste así?

Mi madre me miro y luego a Emeric.

—¿Por qué tienen los tenis del colegio? —pregunto mama mirándonos a los dos.

—Combina mejor ¿No? —dijo Emeric mirando a Natacha.

—Emeric, hijo les dejamos lo que debían vestir incluido los accesorios —dijo Natacha tratando de disimular su descontento.

Mi madre me miro a los ojos tratando de regañarme a través de la mirada.

—¡Wow! ¡Que jóvenes mas a la moda! —exclamo una mujer a nuestras espaldas.

—¡Abuela! —dije para abrazar a mi abuela.

—Abuela Adeline —dijo Emeric dudoso de como reaccionar a la abuela.

Ella lo miro y mostro su sonrisa.

—Ven muchacho —ella abrió sus brazos y Emeric la abrazo— no puedo creer lo guapo y grande que estas. Por cierto tu y yo tenemos una conversación pendiente.

El asintió con su cabeza.

—Me encanta sus estilos juveniles —la abuela nos miró a los dos sin dejar de sonreír.

—Vaya mira a quien tenemos aquí —a nuestro lado una mujer con una vestimenta extravagante apareció— si es Adeline LeClaire.

—Gusto verte Succete —la abuela saludo a Sucette Fortier con dos besos en cada mejilla.

En el rostro de esa mujer podía notar su poca simpatía hacia mi abuela. Pero considerando que esa mujer era demasiado amargada solo cruce miradas con mi abuela.

—¿Sabine estamos listos para empezar? —pregunto Gerald observando a los empleados.

—¡Si por supuesto! —dijo ella disimulando su nerviosismo.

Ella avanzo no sin antes cruzar miradas conmigo, se coloco en frente de todos.

Todos se voltearon expectantes esperando a que mi madre hablara.

—Antes que nada quiero agradecer su paciencia —mama sonreía y mostraba su seguridad.

Algo de lo que habíamos aprendido era sobre como el lenguaje corporal hablaba por si solo y era de lo que debíamos mostrar control.




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