Confía en Mí

20|| Mamá

Pov’s Emeric

Ella se alejó de mi dejándome allí aun con un nudo en la garganta. Quería gritar y decirle mas cosas, pero las palabras no salían.

Desde afuera observe como Ignace Fontaine tomaba su teléfono que solo fue una cuestión de minutos para que llegara el chofer de la familia.

Ahora nadie me observaba solo vi a Olivier caminar hacia la oficina acompañado del papa de Elise.

La tristeza otra vez se apoderaba de mí.

Entre a la casa sintiendo el silencio que abundaba en aquella casa.

Eso era algo que tenia en mente cuando Elise y yo viviéramos juntos siempre habría música en nuestro hogar.

Elise…

Sentía la opresión en el pecho y mis ganas de dejar todo estaban allí presentes.

Ella lo había dicho, no sentía nada por mi y mucho menos podía confiar en alguien como yo.

Camine hacia la escalera pero la conversación de la sala capto mi atención.

—Ignace no se lo tomo muy bien pero no puedo hacer mas que llamar a la doctora —dijo Sabine en voz baja.

—Emeric también tiene insomnio y la solución de Olivier fue darle una golpiza —dijo mi madre como si fuese lo más normal del mundo.

—Pero es su obligación Natacha, no creo que Elise necesite una terapeuta y mi esposo opina lo mismo —ellas hicieron un silencio— seguro que con las pastillas dejara de tener esos ataques.

¿Ataques? ¿A qué se refería Sabine con ataques?

Me aleje de allí para ir directo hacia mi cuarto.

Miles de pensamientos empezaron a cruzarse por mi mente.

¿Qué podía estarle ocurriendo a mi Elise?

—Buggie no se que hacer —dije acariciando la cabeza de mi perro— presiento que Elise no la esta pasando bien.

Tome aire y trate de controlar mi respiración, no era el momento de rendirse aun tenia que seguir luchando por ella.

Elise tenia que volver a confiar en mi.

¿Pero cómo podía recuperar la confianza de alguien que había lastimado?

<< Por imbécil >>

Solo imágenes de ella se reproducían una y otra vez por mi cabeza, su voz y sus ojos que cada vez que podía tener contactos con ellos sentía que me perdía en esa galaxia.

Sus labios y su piel tan suave.

Me sentía otra vez un estúpido por no haber hecho las cosas bien.

Pero Alban tenía razón no todo estaba del todo perdido.

Cerré mis ojos tarareando una de mis canciones favoritas, el deseo de poder bailar con ella esa dulce melodía.

Tome mi teléfono y Apocalypse de Cigarettes After Sex empezó a sonar.

Extrañaba a Elise tanto que cada vez que la cruzaba por el instituto quería correr hacia ella y abrazarla.

Sus abrazos, esos abrazos que muchas veces había rechazado por ser un idiota.

Me había convertido en un ser que casi todas las noches lloraba.

Mire el frasco de pastillas para dormir sobre la mesita de noche.

—Al menos le pediste disculpas… —dije soltando un suspiro.

Cerré mis ojos y lentamente el sueño se fue apoderando de mi.

A lo lejos escuchaba los golpes a la puerta, abrí mis ojos de repente y por el umbral de la puerta apareció la silueta de Natacha.

Estaba confundido porque mama casi nunca iba a mi habitación.

Tome asiento en la cama y observe que aún no me había quitado la ropa.

—¿Qué sucede? —pregunte mientras mis ojos se acostumbraban a la luz otra vez.

—¿Puedo hablar contigo? —dijo mama que ya estaba vestida con su ropa para dormir.

Gire mi cabeza en dirección al reloj que había en la mesita.

3am

—Creo que no es el mejor momento para hablar —mama se acerco hasta la cama y tomo asiento.

—Es algo que tengo que decirte hijo —ella me miro con una débil sonrisa—por lo que vi las cosas no resultaron tan bien con Elise.

Puse mis ojos en blanco y aparte la mirada. ¿Por qué tenía que volver a recordarme lo que había ocurrido?

—Creo que Elise no esta bien y tu sabes como son tu padre y su padre —dijo mama en voz muy baja.

Levante una ceja extrañado de que mama quisiera hablar de ese tema.

—¿Sucede algo malo con ella? —pregunte sintiendo la preocupación aparecer.

Dentro mío me sentía estúpido por no haber escuchado más de la conversación.

—Sabine me conto que le dan ataques de ansiedad —ella hizo un silencio— pero piensa que Elise lo sanara si toma pastillas.

—¿Me estas diciendo que no quieren que vaya a terapia?

—La doctora que te receto las pastillas para dormir me dijo que tu también necesitas terapia —trague saliva al recordar el día que papa se enteró.

Era obvio que ni a mi ni a Elise nos dejarían hacer terapia.

Pero yo más que nadie sabía cuanto necesitábamos eso.

—De todas formas, Elise no quiere verme —dije bajando la cabeza.

—Conozco a esa niña desde que era pequeña y su manera de mirarte nunca cambio hijo —volví a mirar a mama— a veces el dolor se acumula dentro y no sabemos como aliviarlo pero se que juntos podrán superar cualquier obstáculo.

Y para mi sorpresa, yo sin esperarlo mama me volteo hacia ella y apoyo una de sus manos sobre mi mejilla.

—Recuerda siempre hijo mío que tu no eres nada igual a tu padre —aquellas palabras fueron justo directo a mi corazon.

Aquellas palabras fueron directo a ese lugar en lo más oscuro de mi corazon donde estaban mis inseguridades.

Ella estaba a punto de apartar su mano pero yo la tome.

—Lo siento mama —dije con la voz entrecortada— no se qué decirte.

—No tienes que decirme nada hijo solo espero que eso te quede bien claro a ti —lo ojos de mi madre se pusieron llorosos.

Me sentía tan confundido, pero a la vez por primera vez sentía esa sensación de que alguien veía algo de mi.

—Perdóname por no haber actuado de otra manera contigo —dijo ella dejando escapar las lágrimas.

Aquella mama que siempre había deseado tener estaba allí en frente mío.




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