Confía en Mí

26|| Confusiones

Baje de la camioneta y el sol estaba en todo su resplandor. El calor me envolvió y de la misma tierra se percibía ese aumento de temperatura.

Recorrí con mi mirada todo mi alrededor, la gran casa que estaba en medio de todo aquel gran lugar espacioso. Solo a lo lejos se podía apreciar la arboleda que daba inicio al bosque.

Volví la mirada a mi madre que nos había acompañado en todo el viaje hasta allí.

A nosotros se nos acerco un hombre que lucia de pantalones largo y una camisa. Eran alguien de gran altura y con su cabello cubierto de gel.

—El es el señor Vincent es el encargado de enviar la información de lo que sucede aquí —dijo mi madre mostrando una sonrisa.

—Encantado de tenerla aquí señora Fontaine —el sujeto mostro una sonrisa— nosotros nos encargaremos de cuidar a los jóvenes.

Mamá asintió y volvió a mirarme, disimuladamente mire a Emeric que también observaba todo el sitio.

Aun no quería pensar en nuestra estadía y los días que íbamos a tener que compartir juntos.

—No es un trabajo difícil el que deben hacer —dijo mama acomodando el gran sombrero que cubría su cabeza— el señor Vincent les mostrara todos los sectores.

—Quedo claro mama —dije al escuchar por decima vez lo mismo.

—Nos estaremos comunicando con ustedes ¿Sí? —mama se acercó a mí y deposito un beso sobre mi cabeza.

Ella solo se volvió a subir a la camioneta y se alejo de allí. En esos momentos podíamos decir que estábamos solos.

—Acompáñenme —el señor Vincent extendió su brazo para que caminemos por delante de él.

La entrada de la casa se veía en perfectas condiciones.

—Recuerden que este es su hogar y nosotros estamos para servirlos —termino de decir el Señor Vincent.

Una mujer de baja estatura apareció en la puerta con un delantal atado a su cintura.

—¡Bienvenidos jóvenes! ¡Hemos estado esperándolos! —exclamo la señora.

Emeric extendió su mano y yo repetí el acto mirando a la señora con una sonrisa.

—Soy Nadine encargada de cuidar su hogar —ella se aparto de la entrada para que ingresáramos.

Toda la decoración era acogedora, grandes ventanales permitían que la luz natural ingresara.

Un gran sofá en forma de L y la pantalla de televisión estaba en la sala.

—Las habitaciones están en el piso de arriba hemos preparado dos habitaciones —dijo ella con simpatía.

—Si me permiten podemos dirigirnos hacia el Cotton —dijo Vincent pasando por nuestro lado.

Salimos por otra puerta que daba hacia la puerta trasera.

En frente nuestro apareció una gran hectárea de plantación de algodón.

—Estamos muy felices de tenerlos aquí —comento Nadine que tenia un paraguas abierto para cubrirnos del sol— los jefes hace tiempo que no visitan estas tierras.

—No recuerdo haber visitado este lugar antes —dijo Emeric que caminaba junto a Vincent.

El llevaba sus lentes de sol y no parecía importarle mucho el calor que hacía.

—Nuestros padres saben que no hay ningún problema en este sector —dije recordando que papa nos había enviado para realizar solo un control.

—Aquí todo esta en orden —dijo Vincent mostrando una sonrisa.

Era extraño como actuaba aquel hombre no era alguien que generara desconfianza, pero si mantenía una postura seria.

Emeric lo observo por unos segundos mientras seguíamos caminando.

<<No desconfíes de todo el mundo>>

Caminamos hasta llegar al Cotton que era el lugar donde estaban los trabajadores.

Volví a mirar a Emeric que daba pasos firmes y caminaba con su cabeza en alto, no tenía una actitud pedante como antes solía serlo.

¿El estaba cambiando de verdad?

Me quite el sombrero y las gafas de sol.

Un hombre que parecía un vaquero salió del Cotton mirándonos con una sonrisa.

—Un gusto en conocerlos —dijo el hombre mirándonos a los dos— al fin podemos conocer a los hijos de los jefes yo soy Robert el capataz.

—El gusto es nuestro —saludo Emeric mostrando una sonrisa y estrechando su mano.

Imite a Emeric estrechando mi mano.

—Es la primera vez después de mucho tiempo que gente de la empresa viene a visitarnos.

—Por favor, Robert muestrales el sitio a los jóvenes —indico Vincent a lo que el capataz asintió.

—Este es el lugar donde se obtiene la materia prima para las telas creo que ustedes ya saben de eso —dijo el caminando delante de nosotros.

Mire a mi alrededor y grandes maquinas estaban en funcionamiento. En un sector había un grupo de mujeres que trabajan con una antigua maquina para convertir los hilos.

—¿Qué ocurre allá? —dije señalando al lugar donde había un grupo de hombres que parecían molestos.

—Señor la máquina de cardado volvió a estropearse —el hombre no se había percatado de nuestra presencia.

Mi mirada fue a Emeric que se había quitado los lentes de sol y miraba con atención a la conversación.

¿Por qué hablaban de máquinas rotas?

—¿No habían enviado las nuevas máquinas? —dije casi murmurando a Emeric.

—Tengo la misma duda —el frunció el ceño.

A mi mente llego aquella reunión donde se había afirmado meses atrás lo de las nuevas maquinarias.

—¿Hay algún problema? —pregunto Emeric mirando a Robert.

Él se volteo hacia nosotros y sonrió de manera nerviosa.

—No se si me corresponda decir pero por compromiso con mi gente —el miro a su alrededor— hace semanas le he pedido al señor Vincent que pida las maquinarias y demás recursos.

Emeric y yo miramos a Robert sorprendidos.

—Días atrás tuvimos un accidente con uno de los empleados porque la maquina no funcionaba.

—Pero este tema se supone que estaba solucionando —dije cruzándome de brazos.

Mi padre se había encargado de eso con Fortier, ambos habían firmado los papeles y yo misma había visto los papeles de la solicitud para la compra.




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