Confía en Mí

28|| El lago

Termine de cepillar mi cabello para luego salir del cuarto.

El día anterior había sido uno de los días más estresantes y decir que había pasado vergüenza era poco.

Baje las escaleras encontrándome con el silencio.

—Buenos días, señorita Fontaine ¿Cómo despertó? —pregunto Nadine mirándome con una sonrisa.

—Mucho mejor gracias por preguntar Nadine —volví a recorrer todo el lugar con mi mirada— ¿Y Emeric?

—El joven Emeric despertó muy temprano y dijo que saldría a correr —respondió ella para luego irse hacia la cocina.

Pasaron unos segundos y el recién nombrado apareció, todo empapado en sudor y con el torso desnudo.

Emeric era demasiado sexy y eso era algo que no podía negarlo.

<<Contrólate Elise>>

—¿Cómo te sientes? —preguntó el llevando su mirada a mis piernas.

Su actitud me sorprendió hasta que recordé el porqué la pregunta.

—No fue nada… solo un raspón —respondí sin darle mucha importancia.

Me dirigí hacia la cocina y fui directo hacia la heladera.

—Encontré el lugar donde solían ir nuestros padres —dijo a mis espaldas.

Me giré en mi lugar y di un pequeño saltito al encontrarlo tan cerca de mí.

—Debemos empezar a trabajar con los asuntos de la empresa —dije mirándolo a los ojos.

Esa mirada de Emeric que solo el lograba hacerme sentir un poco nerviosa.

—Sera un momento aparte hace mucho calor aquí —y su mirada fue directo hacia mis labios.

No iba a permitir que el me hiciera sentir de esa manera aparte mi mirada para alejarme.

—Está bien iré a buscar mi traje de baño —dije sin pensarlo demasiado.

Nadine nos preparó un pequeño cesto con comida, los dos salimos de la casa y nos dirigimos por ese camino que llevaba a la casa del capataz Robert.

Tomamos el camino que se desviaba hacia los adentros del bosque, Emeric caminaba seguro como si fuese un lugar que frecuentara.

Hasta que un hermoso lago apareció en frente mío, mis ojos no podían creer la belleza de aquel sitio.

—Que hermoso lugar —dije mirando todo a mi alrededor.

—Sabía que iba a gustarte —dijo el tomando el cesto entre sus manos dirigiéndose a donde estaba el muelle de madera.

El agua del lago era completamente cristalina y todo al alrededor era bosque y más bosque.

Saqué la manta y la extendí en la pequeña playa que se había formado alrededor del agua.

Emeric se quitó la camiseta quedando a la vista otra vez su torso, el salió corriendo hacia el muelle y pego un salto.

—¡Ven Elise! —exclamo el haciendo su cabello mojado hacia atrás.

¿No podía verse más guapo de lo que era?

De todas maneras, aun no podía confiar completamente en él no podía caer otra vez en su juego.

—¡Vamos! —el volvió a salir del agua acercándose hacia donde yo estaba.

—Ni te atrevas —dije mirándolo seriamente.

—¿Ahora quién es la aguafiestas? —el levanto una ceja mirándome desafiante.

Él no iba a ganarme otra vez, me puse de pie y me quité lo que tenía encima del bikini.

—A que te apuesto que llegas ultima como siempre.

—¡Oh! Eso ya lo veremos —empecé a correr rápidamente hasta llegar al muelle.

Tomé aire y cerré mis ojos, para dar un gran salto. La refrescante agua del lago me envolvió.

—Te gané tontito —dije entre risas mientras hacia mi cabello hacia atrás.

Volví a mirar pero Emeric no había salido a la superficie, espere unos segundos pero el imbécil no salía.

—¡Emeric! —dije mirando hacia el agua.

La preocupación se hizo presente en mi y volví a meterme bajo el agua. Emeric estaba sumergido bajo el agua inmóvil.

Empecé a nadar y lo tomé del torso para sacarlo a la superficie.

—Pensé que tardarías más —dijo respirando agitado.

Quería en ese momento volver a sumergir su cabeza bajo el agua.

—¡Eres un idiota! —dije con molestia.

Empecé a nadar hacia la orilla, sentía el enojo todavía mezclado con la preocupación y ansiedad que me había causado aquella ridícula situación.

—Oye no te enojes —dijo el a mis espaldas.

—Eres un idiota —dije sin siquiera mirarlo, caminé hacia donde estaban nuestras cosas y empecé a guardar todo lo que había sacado.

—¿Qué haces? —no quería mirarlo y mucho menos escucharlo— ¡vamos Elise no te enojes!

Me puse de pie para poder tomar la manta pero él se adelantó y me tomo de los hombros.

—Ya no seas dramática —el hizo una pausa— hubiera sido un alivio para ti y para todos que eso ocurriera de verdad.

No podía creer aquello que acababa de decir, esas palabras que habían salido de su boca.

¿Cómo podía pensar algo así?

—No tienes la maldita idea de nada Emeric —ahora sentía toda la molestia.

No quería seguir allí así que solo tomé el cesto y me di la vuelta.

—Es la maldita verdad Elise yo también estoy cansado de todos ¡Estoy harto de que me digan todo el tiempo que debo hacer decir y actuar —exclamo a mis espaldas— ya no sé cómo seguir te perdí a ti y a veces siento que no voy a volver a recuperarte ¿Qué me queda?

En ese momento mis pies se clavaron en el suelo, aquellas simples oraciones que tenían tanto significado y sobre todo por primera vez sentía a Emeric hablar desde su corazon.

¿Acaso ese Emeric que tanto daño me había hecho estaba tan destruido como yo?

Ese Emeric que parecía ser el más fuerte de todos estaba revelando su verdadero sentir.

—¡No entiendo cómo puedes ser tan egoísta Emeric! —exclame con enojo acercándome otra vez hacia el— ¿Cómo puedes pensar algo así?

—Elise seamos sinceros todo se resol…

No deje que terminara su oración y le di un golpe en su pecho.

—Eres una mierda… tu ni siquiera sabes cómo me siento y todo lo que debo aguantar —mi visión se puso borrosa por mis lagrimas— no tienes idea de lo mucho que he sufrido y ¿piensas que tu muerte sería un alivio para mí?




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