Capítulo 7. Los hijos de la oscuridad
Oscuridad. Y nada más. Eso es lo que veía Clara en su sueño.
Su cuerpo estaba amarrado a una pared y, por más que forcejeaba, no lograba liberarse. Y cuando sintió que unas manos rozaban su piel, despertó del sueño.
Lo primero que vio al despertar fue a Israfil, quien parecía preocupado al verla agitada. Ella se levantó y evitó mirarlo por unos momentos. Al final, cuando consiguió calmarse, le preguntó:
- ¿Ya llegamos?
- Sí. Llegamos – respondió Israfil, mirando hacia la ventana – pero no puedes salir de la nave. Descuida, la he adaptado para que puedas moverte con comodidad.
- Gracias, Israfil – murmuró Clara y, al sentir que sus mejillas se coloreaban, sacudió la cabeza, se levantó y encaró a Israfil – solo espero que no te encuentres en problemas. La "información" decía que se les tenía prohibido trasladar a los "materiales" hacia los mundos energéticos. Yo... no quiero que te hagan nada...
- Sin embargo, esta vez hicimos una excepción – explicó Israfil – no te preocupes por mí, estaré bien. Tengo un amigo que nos va a ayudar.
Se miraron unos minutos, en silencio. Luego, Israfil desvió la mirada. Él se veía más incómodo que Clara. Al final, decidió romper el silencio:
- Te escuché hablar en sueños, diciendo algo sobre los "hijos de la oscuridad". ¿Te refieres a... los seres de energías negativas?
Clara se sorprendió. La verdad casi ya no recordaba nada de lo que soñó. Pero estaba segura de que no se refería a los energéticos negativos. Y se lo hizo saber.
- No. No me refería a ellos. Además, pienso que está mal empleado el término. ¿Sabes? Cuando acababa de nacer como Shael, conocí a dos "negativas" llamadas Kienya y Sharman. Ellas estuvieron a punto de morir cuando intentaron protegerme a mí y a mi padre y, como no quería perderlas, utilicé la energía solar que había heredado de mi madre y las salvé. Es decir... no sé cómo explicarlo... en el colegio nos enseñan que el sol nos brinda energía, realiza la fotosíntesis y evapora el agua que nutre el suelo con sus lluvias. Pero, a causa de la contaminación, el calor se extendió y, bueno, demasiada radiación es perjudicial. Por eso también nuestro planeta gira, para que no "recibamos el sol" todo el tiempo. Y... bueno... los "negativos" no deberían llamarse como tal. Son como "mestizos". Este... perdón, Israfil, creo que me enredé en mi propia explicación.
- Te entiendo – dijo Israfil – en tu vida como Shael, me habías explicado que todos necesitamos un poco de sol para subsistir. Y que eso aplica a los negativos y mortales. Pero eso no aplica a los "hijos de la oscuridad", los que provienen de mundos de materia oscura.
Clara sintió que su corazón se le agitaba. Sabía que, en su actual mundo material, recién los científicos discutían sobre la existencia de la "materia oscura" y "energía oscura". Y, sin embargo, Israfil lo mencionaba con naturalidad, así como le parecía normal la existencia de los seres provenientes del sol.
- Tengo miedo – se sinceró Clara – antes de dejar de existir como Shael, tenía el presentimiento de que nuestra estrella dejaría de brillar y se convertiría en una estrella negra, absorbiendo la "energía oscura" y liquidando todo a su paso.
- Eso no lo habías mencionado antes.
- No me dio tiempo de seguir investigando. Pero ahora que estoy aquí, podré hacerlo.
"Y también podré buscar a Solestelar" pensó para sus adentros.
- Bien. En todo caso, dejo la nave a tu disposición. Yo buscaré a mi amigo. Cualquier cosa, solo invoca mi nombre.
Y al decir esto, traspasó la pared y salió de la nave.
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¿Qué pasa? No llores, ven conmigo. No te haré daño. ¿Quieres saber quién soy? Bueno, soy un hijo de la oscuridad. Has pasado por mucho, lo sé. Sin embargo, me sorprende que hayas llegado hasta aquí, tú sola. Sé que estás cansada de este viaje sin retorno. Aquí encontrarás la calma. Ya nadie te molestará ni te hará daño. Yo soy la esencia misma del universo, el comienzo y el final de toda existencia. Existimos y no existimos, estamos y no estamos. No tengo rostro. Ni forma. Ni maldad. Ni bondad. Y, sin embargo, todos me temen. Los comprendo. Yo también tendría miedo de lo desconocido. Pero veo que tú no me temes. Por eso estás aquí. Y no te irás hasta encontrar consuelo a tu alma.
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Ramiel e Israfil se encontraron delante de la entrada del jardín de flores multicolores. Israfil le explicó la situación a Ramiel y también le reveló lo preocupado que se sentía ante la última revelación de la joven.
Ramiel se quedó reflexionando sobre las palabras de Israfil. Al final, miró al sol y le dijo:
- He visitado a los nativos del sol apenas partiste. Ellos me hablaron de un tal Belcú, un hijo de la oscuridad, que les advirtió sobre su condición y les dijo que se trasladaran a otro "plano astral". Pero ellos no quieren partir. Dijeron que seguirían proporcionándonos energía hasta agotar recursos. Los vecinos lo saben, por eso quieren desterrar a los "negativos", para quedarse con la poca energía que mantiene nuestra frágil consistencia.
- ¡Lo sabía! – terció Israfil, con rabia – así que todo eso es un complot contra los "negativos" para desterrarlos, con la excusa de que son culpables de nuestra baja natalidad. ¿Y entonces para qué querían que trajera a Shael de vuelta?
- Ellos pensaron que no serías capaz – dijo Ramiel, mostrando una mueca de disgusto - ¿Sabes? Existieron muy pocos casos de seres materiales que lograron visitar mundos como el nuestro. Y los resultados no fueron favorecedores. Es irónico, porque nosotros sí podemos subsistir en los mundos materiales con envases corpóreos falsos, pero los materiales no pueden "desprenderse" de sus cuerpos para vivir en mundos energéticos.
- Bueno, Lucel sí consiguió realizar transferencias de almas a diferentes "planos astrales". Y gracias a Shael, he conservado esa tecnología.
- Ten cuidado de manipularla, Israfil. No queremos alterar la consistencia de "Shael"
- ¿Alterar a quién? – dijo una suave voz a sus espaldas