Clara tuvo otro sueño. Esta vez de una flor de pétalos multicolores. La misma parecía brillar con esplendor, pero luego fue rodeada por un aura negra que la consumió por completo. Y de la flor, salió una voz de advertencia:
Israfil escuchó el sueño de Clara y se quedó reflexionando sobre el mismo. Al final, le dijo:
Clara probó un bocado. En verdad era delicioso. Y se percató del hambre que tenía.
Y mientras la joven comía, Israfil salió de la nave y miró las estrellas. Parecía que los problemas aumentaban cada vez más. No solo debía lidiar contra los energéticos y contra Adusias, sino que también debía lidiar contra Belcú. Pero, ¿Cómo podía enfrentarse a algo que ni él mismo sabía que existía? ¿A algo que no tenía forma ni color? No podía. Y solo le quedaba resignarse y aceptar su destino: el final de los días de esplendor de los energéticos acababa de empezar.
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Adusias no recordaba cuánto tiempo pasó desde que se había perdido por el espacio y había caído en manos de Belcú. Tampoco recordaba cómo fue que se liberó y logró escapar. Y lo que más le angustiaba era que había perdido el rastro de Shael.
Localizó el mundo material donde la había encontrado y llegó hasta el lugar donde casi logró su objetivo, si no fuese por el entrometido de Israfil que, por poco, no lo mandó a otra vida.
Mientras reflexionaba sobre la extraña situación que había vivido y ese largo lapsus que transcurrió entre ese acontecimiento hasta el presente, una esfera de color negro apareció frente a él y, de ahí, salió la reconocida voz de Belcú.
Enseguida se percató de que un grupo de personas lo miraron con extrañeza, para alejarse de ahí, cuchicheando entre sí.
Esto último sorprendió a Adusias. ¿De verdad un ser vivo, nativo de mundos oscuros, era capaz de semejante tarea? Ni aún los energéticos tenían la más remota idea de qué pasaban con sus almas cuando "desaparecían", es decir, no sabían el trayecto que seguían entre uno y otro mundo. Solo sabían que "en la otra vida" nacían y vivían como un ser vivo material. Y nada más. Y ahora Belcú, como si nada, le revelaba el secreto del origen de las vidas, es decir, de las almas, que estaban destinadas a nacer una y otra vez en diferentes mundos "por toda la eternidad". Y ante esa casual revelación, Adusias se percató de que Belcú era la clave para hallar, no solo a Shael, sino también a Solestelar. Pero debía ser precavido, Belcú ya había vivido demasiado y, lo peor, lo recordaba TODO, por lo tanto, nada le sorprendía. Era como si supiera de antemano lo que pasaría luego de cada acción, de cada proceder. Como si manejara hasta el mismo tiempo.
Empezó a caminar por las calles, sin rumbo fijo. Se topó con diversos conocidos que habían reencarnado, incluso con antiguos seres energéticos que "desaparecieron" para renacer como materiales. Pero no halló a Shael. Desapareció. Como si nunca hubiese existido en ese mundo.
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reencarnaciones, seres de otros mundos, reencarnado nuevas vidas
Editado: 19.11.2022