Conjunción de ambos mundos

Capítulo 13. La herencia

Gracias a la esfera que le regaló su amiga y al alma que sacó del jardín de almas de Belcú, Luz pudo viajar entre mundos atravesando portales dimensionales. La joven había perdido la noción del tiempo y no entendía cómo era que podía vivir perfectamente en el espacio sin un traje espacial ni alimentos. Cualquier otra persona se habría desintegrado por completo, pero ella seguía ahí, viajando sin rumbo fijo. Solo pudo deducir que todo era gracias al alma almacenada en esa esfera.

Así se dio cuenta que, en verdad, su visión sobre el universo era muy limitado. Nunca creyó que hubiese planetas donde aún existían dinosaurios y que, incluso, evolucionaron hasta llegar a ser tan inteligentes como los humanos.

En otros planetas, en cambio, la tecnología estaba tan avanzada que podían viajar a galaxias lejanas.

Y, en otros, todavía existían civilizaciones similares a las egipcias o mesopotámicas, donde adoraban a dioses con cabezas de animales y formas humanoides.

  • Me pregunto si Clara ha visto todo esto – dijo Luz – ha de ser maravilloso viajar entre mundos por toda la eternidad. Hay tantos que no puedo detenerme,

Pero a veces, la nostalgia por su mundo la detenía y se reprochaba a sí misma por haber abandonado a su familia.

  • Seguro que mis padres me extrañarán. ¿Y qué hay de mis amigos? ¿Y la facultad? Cuando encuentre a Clara, regresaremos juntas y todo volverá a ser como antes.

Fue así que, en una de sus idas y venidas, llegó a un mundo bastante extraño. El cielo era de color violeta, el sol tenía un tono blanquecino y apenas se podía vislumbrar unas pocas plantas creciendo por los alrededores.

El alma almacenada en la esfera de Luz emitió un brillo tan intenso que la joven tuvo que taparse los ojos. Sin embargo, pudo percibir que emitía unos destellos irregulares en intervalos de tiempo. Era como si estuviese mandando una señal a algo que venía desde el cielo.

Los latidos de su corazón se aceleraron. Tenía la esperanza de encontrarse con Clara, por lo que levantó la cabeza en espera de aquello que estaría a punto de aterrizar en ese hermoso y extraño mundo.

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  • ¿Y ahora qué será de nosotros? – preguntó Shenar – Nuestro mundo acaba de ser absorbido por la oscuridad, junto con Israfil y Adusias.
  • Pronto encontraremos un mundo apto para nosotros – dijo Ramiel, esperanzado – estoy seguro. Y más ahora que una nueva vida ha surgido en medio de este repentino apocalipsis.

Los incorpóreos rodearon al nuevo ser que surgió de la flor que Israfil protegió con tanto ahínco en su pelea. Tenía el aspecto de una joven alta, esbelta, de cabellos turquesa y ojos amarillos. Sus rasgos se asemejaban bastante a las de Shael, pero poseía una mirada similar a la de Israfil.

  • Es la hija de Shael e Israfil – dijo Shenar – nunca creí que llegaría a nacer, y más en estas circunstancias.
  • Israfil mantuvo las esperanzas hasta el final – dijo Ramiel – Y con más razón no debemos rendirnos porque tanto ella como los incorpóreos que están por venir merecen un buen hogar.

Desde la nave nodriza, detectaron una extraña luz que titilaba a kilómetros de distancia. Los incorpóreos usaron sus naves para tratar de detectar el tipo de señal que les llamaba. Sorprendentemente, hallaron un planeta habitable y vacío, recién creado por un sol de energía cósmica energética. Pero no estaba deshabitado, porque alguien más paseaba sobre su superficie, esperándolos.

  • ¿Será algún nativo? – se preguntó Shenar
  • No lo creo – dijo Ramiel – es el único ser vivo pensante de ese planeta. Más bien parece un viajero espacial. Quizás esté mandando esa señal por ayuda para seguir con su viaje.

La nave nodriza se dirigió hacia ese nuevo mundo y aterrizaron sin ninguna complicación.

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Lucero, al ver la nave, se quedó en su sitio. No sabía bien si correr o averiguar quiénes eran. Recordó las palabras de Belcú y sintió temor de que se tratasen de los enemigos de Clara.

Cuando los incorpóreos bajaron de la nave, vieron a Luz y se quedaron estupefactos, debido a que veían a un ser material corpóreo que se paseaba en ese mundo sin ningún traje espacial. Pero, luego, vieron que sostenía en sus manos una esfera contenedora de un alma y supusieron que, con ese mecanismo, podía mantenerse con vida.

Ramiel se acercó a la joven y le preguntó:

  • ¿Quién eres? ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Y de dónde conseguiste eso? – señaló la esfera que sostenía la joven.

Luz lo miró fijamente a los ojos y percibió que se trataba de una buena persona. Así es que se animó a responder a sus preguntas.

  • Me llamo Luz. Esta alma me dio un tal Belcú, no sé quién será, pero me dijo que si me la llevaba consigo, podría viajar entre mundos y buscar a mi amiga.
  • ¿Belcú? – preguntó Ramiel, sorprendido - ¿Pero cómo conociste a Belcú?

La hija de Shael e Israfil se acercó a ellos, miró fijamente a Luz y, tras un largo minuto de silencio, dijo:

  • He leído tu mente. Te veo bastante confundida. Pero sé que eres buena persona porque eres amiga de mi madre y de Solestelar.

Todos los incorpóreos murmuraron entre sí. Entonces, esa corpórea era la amiga de Shael en su nueva vida y, de alguna forma, consiguió traspasar las barreras entre la parte cósmica y la parte oscura del universo para viajar entre mundos sin alterar su consistencia.

  • ¿Quiénes son ustedes? – preguntó Luz, ansiosa - ¿Son amigos de Clara? ¿O son sus enemigos?
  • Somos amigos – se apresuró a decir Shenar – Pero ella se fue con otras personas. Nos separamos por el camino.
  • ¡Por favor! ¡Explíquenme qué sucede! – insistió Luz, al borde de la histeria.

La hija de Shael e Israfil la tomó de los brazos y la miró directo a los ojos. Luz, poco a poco, comenzó a calmarse hasta quedar profundamente dormida. Luego, la metió en una nave y la programó para que pudiese respirar ahí sin complicaciones.

  • Tuve que hacerlo – dijo la joven – demasiada información puede afectarla. Hay que ir poco a poco.
  • Tomas las cosas con mucha calma – dijo Ramiel, asombrado por el estoicismo de esa mujer – hasta nosotros estamos lleno de dudas e inseguridades, no sabemos lo que está sucediendo o va a suceder.
  • Llevo conmigo dos generaciones de energías incorpóreas y solares – explicó la joven – y, también, conseguí acumular información de sus naves. Lo único que no puedo saber es el futuro, pero conozco el pasado y el presente. Y de lo que estoy segura es que esa material no solo se encontró con Belcú, sino que cuidó a Solestelar.
  • ¿Cuidó a Solestelar? – preguntaron todos




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