Poco después de eliminar a Israfil y Adusias, Belcú vio que un grupo de energéticos negativos entraron en uno de los mundos oscuros. Lamentó no tener ni un segundo de descanso, pero no tenía otra opción más que averiguar lo que estaban tramando.
Se acercó sigilosamente hacia ellos y pudo escucharlos perfectamente desde la distancia.
— ¿Será que encontraremos a Belcú por aquí?
— ¡No debimos aventurarnos en este sector del universo! ¡La materia oscura es una masa muy amplia y será difícil hallar a ese hijo de la oscuridad!
— Si Adusias pudo encontrarlo, nosotros también. ¿Qué no recuerdan el gran poder que obtuvo gracias a su interacción con Belcú? ¡Tal vez ese hijo de la oscuridad es la clave para ser semejantes a nuestros padres!
— ¿Y si él sabe dónde se encuentran Solestelar y Shael?
— Quizás lo sepa, pero dudo que nos lo diga. A no ser que….
El susodicho se manifestó ante ellos y todos lo rodearon, algunos mostrando una gran curiosidad y, otros, sintiéndose aterrorizados. Belcú sabía que ellos no descansarían hasta poder vengarse de los incorpóreos y eliminar todo vestigio de materialidad en sus propios cuerpos.
— Soy Belcú – se presentó, colocándose las manos a la cintura – Y antes de que me digan qué quieren de mí, les advierto que no conseguirán derrotar a los incorpóreos jamás. Ellos se alimentan de la esencia de las estrellas y supernovas. Pueden bloquear el efecto de la energía oscura gracias a sus conocimientos de las materias que pululan en el universo.
Mientras hablaba, uno de los energéticos negativos lo apuntó con la luz cósmica de su nave, haciendo que cerrara los ojos y se encogiera. Así, comprobaron que le repelía las cosas demasiado luminosas tras eras envueltas en la oscuridad.
Luego de eso, dos sujetos se le acercaron por detrás y lo tomaron de los brazos, inmovilizándolos. Un tercero se situó por delante y comenzó a contornearle su cuerpo con las manos, hasta centrarse en sus pechos y presionarlos con fuerza. Belcú no hizo nada para esquivarlos ni defenderse, ya que estaba más centrado en mantener los ojos cerrados debido a la repentina luz.
— ¿Así es que eres mujer? ¡Interesante! – le dijo el que lo estaba manoseando
— No soy ni hombre ni mujer – le respondió Belcú – Solo tomo la forma que deseo en el momento.
— Bueno, da igual. Me pregunto si serás buena y nos dirás dónde escondes a Solestelar. ¿O prefieres tomar su lugar y dejarnos poseerte?
Belcú abrió ligeramente los ojos y, con una media sonrisa, le respondió:
— ¿Qué esperas? Solo haz lo tuyo.
— No confío en tu docilidad. Creí que nos la harías difícil, tanto que presiento que estás tramando algo.
— Lo que esté planeando ahora no es de tu incumbencia. ¿Verdad? Lo único que importa es que buscan a Solestelar y es cierto que yo sé dónde se encuentra, pero no pienso decírselos. Así es que… ¿Qué harán? ¿Se conformarán conmigo? ¿O les perturba lo que causó mi poder a su compañero, Adusias?
El energético negativo siguió acariciando su cuerpo y bajó hasta la entrepierna, sintiendo aquel hueco propio de las mujeres materiales y energéticas negativas, lo cual terminó excitándolo.
— Siempre quise saber lo que se siente aquí adentro – dijo el energético negativo, dispuesto a meterle su miembro – pero no soy el único. Hay muchos más en la fila. ¿Crees poder aguantar?
Sin esperar respuesta alguna, acostaron a Belcú por el suelo e iniciaron con el proceso de tomar parte de su poder. Belcú, por su parte, solo deseaba que ese grupo de energéticos negativos jamás llegasen hasta su jardín. Al menos consiguió distraerlos y desviarlos de su camino por una buena temporada.
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— Debemos encontrar a Clara. Pronto. Siento que está en peligro – dijo Luz a Ramiel y Shenar.
Yael ya le había explicado a Luz sobre quiénes son Shael y Solestelar. También le narró el conflicto que los incorpóreos y energéticos negativos llevaban teniendo desde hace miles de millones de años. Si bien la idea inicial era regresar el alma de Solestelar al jardín de almas, Luz insistía en encontrar primero a Clara para devolverla a su mundo.
— Con mi esfera podemos viajar entre mundos sin necesidad de naves – explicó Luz.
— Es una tecnología bastante conveniente – dijo Ramiel – el de fusionar una “nave” con un alma, pero estoy seguro de que esto solo pudo haberlo hecho Belcú
— Solo él puede lograr semejante proeza – dijo Shenar – aunque no me fío de él. Siento que está tramando algo. Esa clase de criaturas son bastante impredecibles.
— Busquemos entonces a Clara – decidió Yael – y, luego, iremos al jardín de almas.
Los tres incorpóreos se acercaron a Luz, quien activó un portal con la esfera. Y la atravesaron.
Enseguida se encontraron en un mundo material, por lo que los incorpóreos tuvieron que usar sus contenedores para una mejor adaptabilidad en el entorno. De pronto, la joven señaló a un costado y gritó:
— ¡Miren! ¡Dinosaurios!
Luz se sorprendió por llegar a un planeta invadido por dinosaurios. Yael, Ramiel y Shenar también observaron a esas criaturas, pero ninguna tenía esa “inteligencia” que les permitiese entablar conversaciones profundas.
La esfera de Luz comenzó a brillar. Luego, salió de ella un hilo luminoso que indicaba hacia una dirección. Yael, al ver esto, explicó:
— Solestelar nos indica dónde debemos seguir. ¿Esto te pasó alguna vez? – le preguntó a Luz
— ¡Nunca! – respondió la joven – pero intuía que Clara no se encontraría en los mundos que visité porque la esfera no “reaccionaba”. Y cuando pasaba eso, simplemente continuaba el camino.
— Para ser una material, conoces bastante bien su mecanismo – dijo Ramiel, en señal de admiración – también es admirable que no te haya pasado nada. ¡Hay muchos planetas habitados por seres inhóspitos!
— En ocasiones, me metía en peligro – explicó Luz – pero siempre trataba de esconderme. Por alguna razón, podía sentir que la esfera me advertía hacia dónde NO debía ir. No puedo explicarlo bien.
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Editado: 10.05.2025