El hijo de la oscuridad tomó una de las almas y, al instante, presenció los últimos momentos que vivió antes de que su cuerpo se desintegrase por completo. También supo que, pronto, recibiría una visita muy especial.
Algunas almas decidieron desaparecer al encontrar un cuerpo idóneo para albergarlas. Otras, permanecieron ahí para tomarse un descanso tras los miles de experiencias vividas a lo largo de sus reencarnaciones.
En instantes, Belcú escuchó unos murmullos al fondo del jardín de almas. Fue a ver y encontró una interesante charla. Todas se sentían animadas y ansiosas por lo que estaba pasando e, incluso, “expresaron” permanecer ahí porque querían ver más sobre lo que surgiría en ese extraño mundo donde solo reina la oscuridad.
En otro extremo, Belcú recordó a Adusias e Israfil, cuyas almas nunca más podría restaurarlas por su culpa. Y, en esos momentos, lamentó haberse pasado al querer detener su duelo en plena oscuridad.
Solo le quedaba una cosa por hacer: recuperar el alma de Solestelar y, así, revertir ese error que cometió en el pasado.
Estiró una mano, imaginando que podía resucitar el alma de Israfil. Pero nada paso. Solo podía causar destrucción y seguir absorbiendo toda materia existente del universo en la oscuridad.
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He visto lo que hiciste. ¿De verdad quieres forzarme a hacerlo?
Estoy cansada. Solo quiero dormir.
Pero… ¡Un momento! ¿Y esa voz?
Suena dulce y cálida. Y me está llamando.
Si, es mi hija. Ella me está buscando.
Pero no es la única que salió de mí. También tuvo descendencia.
¡Cuánta alegría saber que tuve una familia!
Pero, qué tristeza el saber que pasaron muchas cosas por mi culpa.
Solo por eso no me animo a mostrar mi rostro, pero no me queda otra opción mas que hacerlo si quiero evitar que Belcú siga destruyendo almas.
Al menos, él no desea usar mi poder para fines malévolos.
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Yael corroboró que ningún energético negativo las siguiese en su huida. Por suerte, Ramiel y Shenar consiguieron detenerlos lo suficiente para largarse de esa galaxia.
Clara no dejaba de llorar por la repentina muerte de Esmi. Luz dejó que se apoyara en su hombro mientras le acariciaba el pelo. Deseaba a toda costa que su amiga recuperase esa alegría que siempre le caracterizaba y, verla en ese estado, le partía el corazón.
Yael tomó el alma de Solestelar quien, en esos momentos, ya no titilaba con intensidad. La depositó dentro de su nave y la programó para ver si conseguía comunicarse con ella. Pero no obtuvo respuestas.
La joven incorpórea suspiró de la resignación. Hasta hace poco tenía las esperanzas de comunicarse con Solestelar y aprender más acerca de los incorpóreos y materiales.
A lo lejos, divisaron una zona sin estrellas. Las galaxias se veían cada vez más distantes y apenas se toparon con alguna estrella fugaz. Se estaban acercando a la zona de la materia oscura, por lo que debían tener precauciones para no colisionar con algún objeto extraño que se topase por su camino.
Mientras conversaban, escucharon unos sonidos provenientes de la nave en donde viajaban. Era Solestelar quien, aparentemente, decidió al fin decir algunas palabras. Pero los sonidos salían distorsionados, como una emisora mal sintonizada.
Luego de un largo rato, pudieron detectar las siguientes frases:
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Editado: 19.11.2022