Conjunción de ambos mundos

Capítulo 19. De la oscuridad nace la luz

  • Querida, ¿por qué no reencarnas? De todas las almas que descansan en el jardín, eres la única que todavía sigue aquí.

Belcú era el único que podía comunicarse con las almas sin necesidad de depositarlas en una nave o “contenedor”, como en el caso de los incorpóreos. Fue por eso que algunos hijos de la oscuridad lo llamaron para que se encargase de cuidar el jardín de almas y administrar las reencarnaciones como era debido. El problema fue que, cuando llegó esa alma en particular, no conseguía que reencarnase de vuelta. Y cuando se lo preguntó, solo recibió esta respuesta:

  • Ya no quiero sufrir más

Así fue como Belcú conoció a Solestelar. Y, también, supo que muchos la buscaban para fines malévolos. Entendió que la mejor forma de evitar más muertes dolorosas era “no nacer” nunca más, refugiarse en la oscuridad y permanecer ahí hasta que la energía oscura absorbiese el universo entero.

  • Tranquila. No dejaré que te hagan daño – le prometió Belcú – me encargaré de todos y cada uno de esos energéticos negativos que intenten apoderarse de tu alma.

Fue ahí que conoció a Adusias, uno de esos negativos obsesionados con Solestelar. Pero al no hallar rastros de su alma en ningún mundo material o energético, deseó ir tras Shael que todavía rondaba por los confines del universo.

Y, además, teorizó que si Solestelar fuese trasladada del lugar sin necesidad de reencarnar en otro ser vivo, conseguiría que ella se convirtiese pronto en una hija de la oscuridad. Pero, en el fondo, deseaba que conservara sus dotes de hija de las estrellas para, así, transformarla en un “creador”.

Pero no podía salir de ahí. Belcú estaba limitado solo a moverse entre los mundos conformados por la materia oscura. Debía confiarle el alma a alguien que tuviese un corazón bondadoso, lo suficiente como para que la usase con el único fin de ayudar a los demás y no para beneficio propio.

  • Lo siento, Solestelar- le había dicho Belcú en el día que dejó que Luz la llevase para viajar entre mundos en busca de su amiga – pero tengo un trabajo que cumplir. Y, de paso, deseo ver cómo logras transcender más allá de los límites para ser el “creador” de un nuevo universo. Perdóname por involucrarte en mis deseos egoístas.

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Yael, Clara y Luz se quedaron sorprendidas por la reacción del alma de Solestelar ante Belcú. Éste, por su parte, retrocedió unos pasos y se encogió. En verdad le molestaban las cosas demasiado luminosas.

  • ¡No puedo creerlo! ¡Mi plan fue un éxito! – dijo Belcú, al ver que Solestelar volvió a la “normalidad” – El viaje te sentó bien. ¿No, querida? Aunque veo que estás enfadada conmigo – al decir esto, se rascó la cabeza con una mano, sintiéndose incómodo.
  • ¿Puedes comunicarte con Solestelar? – le preguntó Yael, sorprendida.
  • Sí – respondió Belcú – incluso a los hijos de la oscuridad les cuesta comunicarse con las almas, por lo que es un don exclusivo de mí. Es por eso que se me encargó el cuidado del jardín de almas. Bueno, basta de charlas que debemos devolverla en su lugar.

Belcú y Yael se fueron volando, seguidos de la nave donde se resguardaban Clara y Luz. Clara aún conservaba las pastillas que le dio Israfil para salir de la nave sin traje, por lo que le entregó unas cuantas a su amiga porque, ambas, deseaban hablar con Belcú de frente.

Llegaron al lugar. Yael dejó el alma de Solestelar entre las demás almas. Y fue ahí que, de pronto, otras nuevas aparecieron en el jardín repentinamente.

  • ¡Vaya! ¡Parece que el conflicto se intensificó! – dijo Belcú
  • ¿Qué quieres decir? – le preguntó Yael
  • Hay guerras interestelares entre distintos mundos. Sí, los incorpóreos y energéticos negativos están enfrentándose a muerte. La tensión entre ellos creció, no hay nada para impedirlo.
  • ¿Todo esto es por mi causa? – preguntó Clara, quien salió de la nave acompañada de Luz.

Yael casi pegó un grito del susto al ver que ambas materiales se arriesgaron a explorar el mundo oscuro. Pero se asombró aún más al darse cuenta de que estaban bien. Incluso escuchó a Luz murmurar algo de que esas pastillas eran fantásticas.

Belcú no le cuestionó lo que hizo. Solo se limitó a responder su pregunta.

  • Los negativos, al saber que nació Yael, están yendo tras ella. Pero no la encuentran en ningún sitio. Todavía sostienen que Solestelar y sus descendientes pueden ayudarles a revertir su estado material y convertirse en energéticos puros. (¿Es que acaso no piensan en rendirse?) Lo único que me alegra ahora es que ninguno pertenezca a esos negativos que se apoderaron de mi poder. Si no, este sitio estaría en grave peligro.
  • ¿Eso quiere decir que Clara no podrá regresar a su mundo en paz? – preguntó Luz, angustiada - ¡No quiero eso! ¡Queremos recuperar nuestra vida tranquila y feliz de antaño!
  • No siempre tenemos lo que queremos – dijo Belcú – en ese caso, solo queda buscarle sentido a un deseo no cumplido y seguir nuestro propio instinto.

Mientras conversaban, Clara vio que un grupo de almas se acercaron a Solestelar y pudo reconocerlas de inmediato: ¡Eran sus amigos! También reconoció a las energéticas negativas que la cuidaron de pequeña. Y sintió un vuelco en el corazón cuando vio a Esmi, Ramiel y Shenar. ¡Esos dos perecieron al final! Pero no halló el alma de Israfil. Y ante la duda, preguntó:

  • ¿Israfil sigue vivo? ¿Verdad? Por eso no veo su alma en ninguna parte.

Belcú evitó mirarle a los ojos. Sabía que Israfil y Shael fueron compañeros del alma. Y juró no decirle que desintegró su alma junto con el de Adusias.

Por suerte, no tuvo que responder a esas preguntas porque Yael, de inmediato, se acercó al alma de Solestelar y dijo:

  • Quizás no la entienda, pero siento nostalgia al verla. Tengo una corazonada, todavía no lo comprendo bien, pero, si hago esto, posiblemente podamos detener el conflicto. Aunque esto signifique acabar con mi vida.




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