Conjunción de ambos mundos

Capítulo 20. El nuevo “creador”

Clara sintió una sensación extraña al conocer por primera vez a su madre. Ni en su vida de Shael pudo conocerla en persona, por lo que accedió a ese viaje para tener el anhelado encuentro de “madre e hija” de la otra vida.

“Pero… ¿a qué precio”, pensó la joven, recordando que Yael se sacrificó solo para que Solestelar pudiese reencarnar sin un cuerpo, tal como reencarnan los hijos de la oscuridad.

Solestelar se acercó a Clara. Ambas se miraron fijamente y, luego, extendieron sus manos para tocarse. Pero no pudieron. Era como si una gran fuerza magnética les impedía siquiera rozarse.

  • ¿Así es que esto se siente ser un hijo de la oscuridad? – preguntó Solestelar, siendo éstas sus primeras palabras.
  • Eres más que eso – le respondió Belcú, logrando captar su atención – Acabas de recuperar tu esencia divina, aquella que llevabas cuando eras una hija de las estrellas. Pero, también, te apropiaste de los componentes de la materia oscura y lograste manipular su energía a voluntad. Solo un poco más y llegarás a ser un “creador”.
  • ¿Creador? – preguntaron las chicas.
  • Sí. Escuché sobre eso – dijo Solestelar – Se cree que un ser vivo puede llegar a ser un “creador” si logra traspasar más allá de los límites de las reencarnaciones, probar ser toda clase de seres y superar incluso el nivel de los hijos de la oscuridad. Aunque también existen otros métodos poco éticos como…
  • … el sacrificio de las almas más preciadas – continuó Belcú – más la acumulación de información y experiencias de tus vidas pasadas. Fue por eso que dejé que Luz te “llevara de paseo”, para aumentar la cantidad de información en tu conciencia.
  • Aún sigo molesta con esto pero, a la vez, te estoy agradecida por ignorar mis deseos. Porque ahora sé muy bien lo que tengo que hacer.

Solestelar extendió sus manos y, de ellas, aparecieron dos almas bastante conocidas tanto para Belcú como para Clara: las almas de Israfil y Adusias.

  • ¿Entonces puedo restaurar las almas destruidas por los hijos de la oscuridad? ¡Interesante! – dijo Solestelar.

Luego de eso, ambas almas fueron dirigidas a distintos mundos materiales situados en los más recónditos extremos del universo.

  • Israfil – murmuró Clara, volviendo a llorar – me alegro de que lo hayas recuperado, Solestelar. Pero, ¿Y Yael? ¿El resto?

Solestelar se tocó el pecho, mostrando una expresión de angustia. Luego, miró a Belcú y le preguntó:

  • ¿Entonces debo hacerlo? ¿Crear otro universo para traerlos a la vida?
  • Sí. Así es – le respondió Belcú – pero primero, debes unirte a mi para ser un “creador de universos”
  • ¿Y qué hay de nosotras? – preguntó Luz - ¿Volveremos a nuestro mundo?
  • Me temo que eso será imposible – lamentó Solestelar – tu mundo acaba de ser golpeado por un meteorito. No hallo indicios de vida.

Ambas chicas se quedaron horrorizadas. Sus padres, amigos, su vida entera hecha trizas. Pero, aún así, después de todo lo que vivieron en ese tiempo, dudaban mucho de que las cosas fuesen como antes. Si las teorías físicas fuesen ciertas, era muy probable que si regresaban, ya no encontrarían a sus seres queridos con vida.

  • De haber sabido, debí despedirme de mis padres como es debido – sollozó Luz
  • Yo también quisiera volver a ver a mis padres, aunque no me recuerden – dijo Clara.

Solestelar solo las miró, ya que no podía rodearlas con sus brazos ni consolarlas. Belcú las miró, pero casi no se compadeció de ellas y, en su lugar, siguió hablando con el futuro nuevo creador.

  • ¿Entonces puedes ver lo que sucede en los rincones del universo? ¡Increíble! – dijo Belcú
  • SI. Puedo ver muchas cosas. Y hasta soportar todo tipo de materia oscura. ¿Quieres probarlo?
  • ¡Me encantaría!

Solestelar y Belcú se acercaron y se tomaron de las manos. Al contrario que con Clara, sí podían tocarse sin sentir ninguna reacción extraña.

  • Me van a reprochar por abandonar mi trabajo, pero no puedo evitarlo – dijo Belcú – esto me emociona más.
  • El conflicto de los energéticos negativos e incorpóreos seguirá indefinidamente – dijo Solestelar – pero, al menos, las cosas conseguirían calmarse cuando pierdan todo registro de mí y de mi familia.

Clara y Luz se acercaron, tomadas de las manos. Sentían que, pronto, presenciarían algo maravilloso y no querían perdérselo por nada en el mundo.

  • ¿Estás seguro de esto, Belcú? – le preguntó Solestelar – si nos unimos, no regresarás más.
  • Ya he vivido suficiente – respondió Belcú – Además, podré “ver” cómo creas tu propio universo y me usas como tu energía. Será muy interesante.
  • Pero has cuidado de mí todo este tiempo.
  • Y lo hice solo para que te vuelvas un “creador”. No temas, es lo que más deseo en esta y en otras vidas.

Poco a poco, el cuerpo de Belcú se fue desintegrando. Pero no era similar al de los incorpóreos sino que se “evaporaba” como si fuese el agua en estado gaseoso. La niebla conformada por su cuerpo cubría su alma, cuyo brillo era de un tono violáceo.

Solestelar tomó esa alma con sus manos y se la metió en la boca. De inmediato, su piel amarillenta se vio surcada por unas líneas negras. Se estaba fusionando con la oscuridad y, al mismo tiempo, seguía manteniendo estable su energía cósmica proveniente de las estrellas.

De las manos de Solestelar salieron unos cúmulos de energía que envolvieron a Clara y a Luz. Éstas ya no sentían miedo. Ahora que estaban juntas y al fin conocieron a Solestelar, intuían que las cosas irían a mejorar con el tiempo.

  • Pronto las haré “dormir” – avisó Solestelar – Así, podré crear un nuevo universo y darles un nuevo hogar. Han pasado por mucho, chicas. Se merecen un mejor destino.
  • Me alegro de haberte conocido, mamá – dijo Clara, llorando esta vez de la felicidad.




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