Conmigo

VI

Todo había vuelto a la normalidad, dentro de lo que cabe.

Después de llorar, me había llevado a la habitación y al día siguiente es como si nada hubiera sucedido.

Su semblante era serio, nada parecido al niño que había salido hace tres días, más o menos.

Ya había perdido la cuenta, no sabía que día era.

Había veces  que sabía que día estaba, pero luego se me olvidaba. Sigo contando los días, pero no sé si estaré en lo correcto, Tal vez no.

Lo que si sabía es que  ya había pasado un buen tiempo desde que estoy aquí  y cada día mi desesperación por escapar es mas grande. Extrañaba a mi hermano con locura, necesitaba abrazarlo, saber que estaba bien y que me estuviera buscando.

No creía lo que había dicho él sobre mi hermano, si debería estar buscándome como loco, si debería estar investigando. Incluso estaría haciendo todo solo ya que nunca confió en la policía, no desde  lo de mi padre.

Él no me había permitido la entrada a la biblioteca, me mantenía casi siempre dentro de la habitación, hablaba lo necesario y me trataba como si nunca se hubiera derrumbado frente a mi. No sabía cómo sentirme al respecto, agradecía que no volviera tocarme pero debía admitir que me daba un poco de miedo su desinterés porque tal vez en vez de dejarme libre, me mataría por aburrirse de mí.

Mi pasatiempo había sido mirar el techo recordando todos los momentos que pase con mi hermano.

Una idea cruzó mi mente.

Y justo la puerta se abrió 

Él apareció con su traje negro viéndose imponente, siempre que lo veía vestido me ponía mas nerviosa de lo normal, me daba más miedo.

—Acompáñame.

Lo mire confundida era raro que me dejara salir de aquí, pero no rechiste ya que me ahogaban estas cuatro paredes. Me levante y camine junto a él por el pasillo hasta que llegamos a su oficina.

Cuando entramos me señalo la silla en frente de la laptop que había en su escritorio, con u poco de desconfianza me senté y quede de piedra al ver la pantalla.

—Max...

Era mi hermano.

La pantalla mostraba a Max en la sala de mi casa , sentado con una chica. Se veían muy cariñosos y mis ojos se llenaron de lágrimas al darme cuenta que se había olvidado de mí.

—no puede ser verdad...

—Si lo es.—contestó muy seguro.—Te lo dije antes, pero no quisiste escucharme. Así que ahora te lo muestro.

Lo decía tan calmado como si no le importara lastimarme con esto, también lo decía tan seguro de si mismo, dándome a entender que él siempre tenía la razón.

—Lo ves princesa, solo conmigo serás feliz, solo yo te cuidare.

Su mano fue a mi hombro pero de un manotazo la aparte parándome de golpe, alejándome de él.

—¡Para de decir eso!, ¡para!—.Salí de la oficina corriendo como cenicienta cuando dieron las doce, no sé cómo rayos todavía era capaz de seguir llorando, creí que ya había acabado el tanque sin embargo no importa que suceda siempre salen y nunca acaban.

Me encerré en mi habitación, si la puerta tuviera seguro desde adentro le hubiera puesto. Lo más probable es que él ya venga para acá así que entre al baño y como este si tiene seguro me quede allí.

Llore cada vez más fuerte , la garganta me estaba empezando a molestar pero no me importo seguí llorado como si la vida dependiera de ello.

Tome las cremas y todo lo que él me había dado y a las arroje al piso mientras gritaba más y más . El suelo se llenó de vidrio y crema.

—¡princesa abre la puerta!

No le preste atención y seguí rompiendo todo a mi paso, gritando por todo, por él, por mi hermano, por mí.

Igual que haces tres días, solo que antes eran lágrimas, ahora son gritos de dolor.

—¡Abre la maldita puerta, Aisa!

—¡Púdrete!.—le contesté gritando al igual o más fuerte que él.

Un sonido fuerte me hizo voltearme, sorprendida mire que la puerta se encontraba en el suelo y él se hallaba ahí, mirándome.

Pensando que me dañaría di un paso atrás sin embargo no pude dar más , grite del dolor cuando sentí un vidrio enterrarse en mi pie, del dolor casi caigo al suelo, sin embargo él me sostuvo antes de caer.

—Siempre pierdes el control muy rápido.—susurró mientras me cargaba como una bebe para llevarme a la cama donde me recostó mientras yo soltaba quejidos por el dolor.

Eso me pasa por impulsiva.

—Ya vuelvo.

Salió de la habitación y a los poco minutos volvió con un botiquín.

Se acercó y yo retrocedí asustada.

—No empieces princesa tengo que curarte.—contestó cansado.

Baje mi cabeza aceptando la ayuda, me sentía apenada. Esta vez tenía que darle la razón, estaba siendo fastidiosa.

Estuvo diez minutos curando mi pie  cuando estaba terminando decidí hablar.

—¿Por qué hiciste eso?

—¿Qué cosa?.—pregunto mirándome  por un momento.

—llevarme a la oficina para ver a Max.

—Ah, no me creías así que tuve que mostrarte para que lo hicieras.

—Ah.

Me quede callada por un momento tratando de analizar la situación, según quiere cuidarme y que nadie me haga daño de nuevo, sin embargo él lo ocasiona tal vez inconscientemente pero lo hace. Tiene un tornillo suelto. Definitivamente.

La idea que había pensado antes que el entrara volvió a aparecer en mi mente. Tuve la intención de desecharla pero dependiendo de cómo surja esta conversación tal vez la use.

Sentí como subieron mi cara, mi vista topo con la suya mientras me acariciaba la mejilla.

—Siento haberte...—pensé que se disculparía por lo de Max.—mantenido aquí.—me equivoqué .—Mañana mismo podrás ir a la biblioteca y andar por nuestro hogar.

¿Nuestro hogar?.

Mi yo impulsiva quería gritarle que estaba equivocado, que este no era ni iba a ser nunca mi hogar, que mi hogar era con Max. Por primera vez pensé antes de hablar tragándome las cosas que si dejaba salir las cosas se podrían peor.




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