Conmigo

IX

Tenía dos días que no salía de la habitación.


Y no porque él me había  "castigado", estar aquí sin salir, había sido decisión propia. Tal vez él tomara  esto como un berrinche, tampoco me importaba lo que pensaba, mejor para mí.

La verdad es que si le viera, le estrellaría mi puño en su cara.

No me la pasaba aburrida ya que antes de mi encierro había ido a la biblioteca para buscar unos diez libros para pasar el tiempo, eso había sido una muy buena idea.

Me sorprendió que no me dejara morir de hambre. Siempre alguien, tal vez él, tocaban la puerta y cuando la abría ahí estaba mi cena, mi almuerzo o mi desayuno.

Unos golpes en la puerta me hicieron desconectarme, deje el libro que estaba leyendo y me levante. Mire le reloj, no era hora del almuerzo, me parecía raro. Tal vez sea él.

Abrí la puerta y me dejo sorprendida a la persona qué tenía al frente.

Era una chica.

Tal vez de mi edad.

-¡Hola!

Me quede callada, mi ceño se frunció, ¿Quién es ella?

Se auto invitó a la habitación, miro a su alrededor y luego su vista se fijó en mí.

-lo siento no me he presentado- su entusiasmo me aturdía- Me llamo Alexis, ¿tú eres Aisa, cierto?

Me tendió su mano para estrecharla, la mire desconfiada, esto era muy raro. Se la estreche incomoda, sus ojos se iluminaron, desprendiendo más entusiasmo.

-El señor me contrató para atenderte, pero quise venir para conocerte y decirte que podemos ser ¡amigas!

Tal vez ella creía que era muda ya que de mí no salía nada. Estaba sorprendida que él dejara que interactuara con otra persona,  me había dicho una vez que solo seriamos nosotros dos. Estoy muy feliz de que haya otra persona, tal vez ella me ayude a salir.

Por mi mente paso decirle de una vez de que estaba aquí en contra de mi voluntad, sin embargo no sabía cuál era el real propósito de ella.

Pensé de manera fría, no era bueno  actuar por impulsividad, tampoco podía confiar en ella tan rápidamente. Tenía que empezar por hacerle creer que me alegraba de tener una "amiga", nunca en mi vida había sido sociable, siempre existía una primera vez para todo.

-¡Qué bueno!- dije fingiendo estar entusiasmada- me hacía falta hablar con alguien.

Alexis amplio su sonrisa haciéndome sonreír a mí solo por cortesía.

Nos quedamos en silencio tal vez ella esperaba que dijera algo más, pero sinceramente no se me ocurría que más decir, tampoco tenía ganas de hablar.

-Ya te traigo tu almuerzo.

Y como si estuviera huyendo de la incómoda situación salió corriendo.

Cerré la puerta, cuando iba a sentarme en la cama para seguir leyendo la puerta volvió a sonar. Me extrañe, no podía ser posible que tan rápido estuviera el almuerzo. Le quite importancia y volví a levantarme.

Esbocé una sonrisa antes de abrir la puerta.

Mi fingida sonrisa se borró.

-Hola.

Me puse inmediatamente seria, no lo veía desde que me echaba la culpa de siempre "arruinar" todo. Tenía la intención de volver a cerrar la puerta, pero el interrumpió la acción con su brazo.

Entro a la habitación sin premiso, igual que Alexis hace un momento, ninguno de los dos sabía de privacidad.

-No te emociona verme, ¿Verdad?

Seguí estando seria mientras cruzaba los brazos a la altura de mi pecho. El silencio dice más que mil palabras.

-Como sea- dijo referente a mi silencio, se pasó la mano por su cabello, esa acción lo hizo ver más joven.- te quería pedir una disculpa, por lo que te dije, princesa.

Esto era demasiado repetitivo.

Era como un círculo vicioso. Él siempre hacia o decía algo que me lastimaba, después yo reaccionaba para luego él gritarme que todo era mi culpa y finalmente disculparse.

No podía imaginarme vivir así.

No se me olvidaba que me encerró en ese lugar tan oscuro y frío por haberle dicho que nunca lo amaría y aunque el miedo se había instalado en mí, todavía no era lo suficientemente fuerte  para quedarme callada cuando hacía algo que me lastimaba emocionalmente.

-¿Me estas escuchando, princesa?

-¿Qué? No...no lo siento- reaccioné disculpándome- ¿Qué decías?

 Me reprocho con la mirada, interiormente  estaba quemando de rabia, él no tenía nada, absolutamente nada de que reprocharme.

-Estaba diciéndote que tendremos una fiesta.

-¿Fiesta?

-Como lo oíste, princesa. Es a las nueve, quiero que te pongas hermosa, más de lo que eres.

Al escuchar eso último quería rodar los ojos, pero sé que le molestaría, así que me lo guarde para mí.

La emoción viajo por mi cuerpo, al escuchar la palabra fiesta, y no era el hecho de la fiesta como tal. Sino que para una fiesta se necesitan personas y tal vez esas personas puedan ayudarme.

Le sonreí haciendo que se sorprendiera. Me devolvió la sonrisa.

-Me encantaría asistir a esa fiesta.

Parecía un niño pequeño en navidad, se notaba que no esperaba que yo aceptara.

-Es una buena noticia, princesa. La fiesta será en el jardín.

Asentí con la cabeza. Él hizo su camino hasta la puerta y antes de salir me dijo:

-Gracias princesa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eran las ocho y media, decidí para que él estuviera de buen humor, ponerme un vestido que sé que le gustaría. Aunque el vestido no era de mi agrado, haría lo que fuera para que me tuviera aunque sea un gramo de confianza para luego salir huyendo de esta casa.

Mi cabello estaba creciendo poco a poco, ya casi está tocando mis hombros y el tinte ya está cayendo, ya se ve mi raíz, eso me mantenía de buen humor.

No había escuchado voces que no fueran la de él y la Alexis, tal vez con lo grande que es la casa no se escuchaba nada, es y que la fiesta es el patio.

Negué por lo tonta que era, a veces no pienso con claridad.




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