Connected

Capítulo 2. Christian

Cuando Rui abrió los ojos, lo primero que vio fue el rostro de Lara, ella dormía tranquilamente. No era la primera vez que pasaban la noche juntos, tampoco eran pareja, nada más compartían el rato, como ella lo había definido.

Su amistad no había empezado precisamente con el pie derecho. En aquel entonces Rui era el mejor aprendiz de Matías, todos le tenían miedo y además era un imbécil; actitud que empezó a desaparecer el día que Vanesa llevó a Lara, no fue esa idiotez de amor a primera vista, él tenía ya dieciséis años y Lara era todavía una niña que parecía tan común y corriente como una humana, nunca pudo sentir que desplegara sus alas.

Se sentó en la cama y con la mano empujó su hombro, ella abrió los ojos un poco y lo miró con un puchero, antes de voltearse.

—Despierta, Lara, es hora de las responsabilidades. –dijo, volviéndola a empujar, pero esta vez con más fuerza, tanta que la hizo quedar boca abajo.

—No seas malo, déjame dormir cinco minutos más. –murmuró ella.

—Ya dejé pasar diez minutos. –respondió.

—El cronómetro empieza ahorita. –comentó ella, haciéndole el menor caso.

—Vamos, amor, no te pongas difícil. –dijo–. Pasamos una noche maravillosa, pero eso no significa que no vaya a patearte de mi cama. –le dijo, poniendo un pie sobre su hombro y el otro sobre su cadera para empujarla fuera de la cama.

Lara azotó contra el piso y él soltó una carcajada, mientras ella gemía por el golpe.

—Te patearé el culo. –gruñó, mientras se hincaba–. Y no me vuelvas a llamar amor, me haces sentir como si fuera tu novia.

—Entonces, me declaro oficialmente, Lara. –dijo.

—¿Qué? –preguntó con su acento de campo.

—Cásate conmigo. –murmuró.

—Tengo cosas que hacer. –contestó ella, gateando para buscar su ropa–. Las responsabilidades. –explicó, levantándose ya con una camiseta puesta.

—Ésa es la mía. –aclaré.

—¡Ah! Sí. Ya. –buscó la suya propia con la mirada y se cambió–. Me voy.

—Hasta luego.

Estaba saliendo de la regadera cuando alguien golpeó la puerta de su casa, sonrió, porque Lara tenía la tendencia a dejar cosas olvidadas, y con una toalla cubriéndolo de la cintura hacia abajo fue a abrir. No era Lara, sino Chris, su aprendiz.

—Ho–hola. –tartamudeó ella, después de pasar su mirada sobre él de pies a cabeza.

—¿Qué pasó, Chris? –preguntó mientras se recargaba en el marco de la puerta.

—Matías te está buscando. –explicó con voz baja.

Era divertido hacerla sentir incómoda, viéndola cómo se ponía roja y trataba de desviar la vista de él, pero ´el casi substituía la puerta; la diversión duraba poco, Chris no era una Cazadora normal, no desde que fuera secuestrada casi al principio de su entrenamiento como Cazadora.

Después de años de búsqueda y error, se logró encontrarla, Rui era uno de los mejores cazadores en aquél entonces, por eso había sido enviado en su búsqueda, revisaron cuarto por cuarto de la mansión de Horace Morris. En un oscuro cuarto, hediondo y pequeño, se encontró con Christian Weisse, encogida y sucia, demasiado flaca para su propia salud, en realidad, apenas la había encontrado con vida y con las alas expandidas, quebradas y soldadas de manera que no podía plegarlas, la curación y recuperación serían extremadamente dolorosas.

La llamó una vez, pero sus ojos brillantes lo miraban con temor, entonces repitió su nombre, en voz baja, y suavemente, hasta que ya no vio miedo, le explicó quién era él y que había ido a buscarla y rescatarla en nombre de su madre. Lo siguiente que hizo fue explicarle que se iba a acercar a ella, para romper las cadenas que la mantenían sujeta, y que también la iba a ayudar a levantarse para caminar y salir.

Christian Weisse fue entregada para su curación y posterior recuperación, no habló con nadie, tampoco comía o se bañaba. Rui se enteró más tarde y la enfrentó, no le gritó, no le reclamó, sólo trató de hablar con ella, de razonar; después de eso, escuchó rumores de que había empezado a comer, a hablar con otras personas, a asearse.

Meses más tarde, Christian seguía a Rui a escondidas, hasta que él le preguntó sus motivos, entonces la chica le confesó que quería que él fuera su mentor. Rui nunca había tenido algún aprendiz, y por eso se negó, recomendándole simplemente otros cazadores mejor capacitados para la enseñanza, pero Christian, terca como era, no dejó de seguirlo. Mientras más le suplicaba que fuera su mentor, más se negaba él; hasta que harto, decidió concederle una charla nada más, en la que la conoció, en la que ella se dejó conocer por él: Christian había presenciado el cruel asesinato de su padre y poco después fue secuestrada por el asesino que la mantuvo cautiva, durante años hasta que él mismo la había rescatado. Algo se conmovió en su interior, cuando supo que habían sido diez años en la oscuridad, y que siendo libre para elegir una tarea diferente, había decidido ser una Cazadora activa.




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