Lara se levantó de un brinco después de lo que Micah le había dicho, él parecía tan seguro de sus palabras, tanto que le daban vueltas en la cabeza, también sus recuerdos sobre Vanesa, de cómo es que había dado con ella, cómo la había llevado al Gremio y la manera en que había cuidado de ella durante todos esos años.
Entró en la oficina de Elijah, empujando con fuerza la puerta; él, que había estado trabajando con papeles, levantó su cara y se le quedó viendo. Por un rato ninguno de los dos dijo nada, y con una señal casi imperceptible le indicó que se sentara pero siguió trabajando con los papeles.
—¿Señor? –llamó, estaba desesperada, confundida y quería que él mismo le dijera que no era cierto lo que Micah había dicho.
—Lara… –llamó su nombre como respuesta pero no dijo nada más y siguió con su trabajo.
—¿Señor, por qué me eligió a mí para la búsqueda de Vanesa? –estaba segura de que él le diría algo diferente de lo que Micah dijo.
—Éste no es momento para tratar ese asunto. –respondió, volviendo al trabajo.
—Nunca lo será, señor. –le respondió, mientras se enderezaba en su silla, pero sabía por qué lo decía, ya había sentido la presencia de Micah.
—Es un tema que tiene que enfrentar en algún momento. –comentó Micah, que entró, estaba jadeando.
—También es un tema que no te concierne, lobo. –respondió Elijah,
Lara se dio cuenta de que Elijah había estado revisando las mismas hojas, en un intento de hacerla desesperar para que se fuera.
—Pues me concierne a mí. –alegó–. ¿Por qué hay un Hechizo de Conexión entre Vanesa y yo?
—¿Qué le dijiste? –Elijah levantó la mirada y la dirigió a Micah.
—Le dije lo que me correspondía decirle. –explicó él, sin intimidarse por la feroz mirada del otro hombre.
Elijah dio un manazo contra su escritorio, Lara respingó porque no esperaba esa reacción pero Micah ni siquiera pestañeó, parecía sostener una lucha de miradas contra el Jee de los Cazadores. Entonces, el Jefe volteó a verla, había algo diferente en su mirada, ese mismo algo que la había hecho sentir nauseas cuando él le pidió que se cuidara.
—Dígame que no es cierto. –exigió con seriedad, tanta como era posible porque se sentía mareada.
—Las circunstancias de tu nacimiento… más bien de tu concepción fueron oscuras…
Elijah la miraba y ella sentía que su cabeza daba vueltas y vueltas, pero tenía que mantenerse concentrada, tenía que sacarle a Elijah la información que había ido a buscar.
—Hable… –ya tenía la mano contra la sien, tratando de buscar estabilidad.
—Kalla estaba en una misión. –explicó Elijah con la mirada perdida–. Como sabrás, Cazadora, hay misiones que son rápidas, otras que se extienden por unos días más; pero esa misión se prolongó por mucho tiempo. La búsqueda fue exhaustiva, no descansamos hasta dar con ella. –su mirada que se había puesto ceniza, volvió a brillar como si regresara al presente–. Kalla regresó muy malherida, pero no lo hizo sola, tú venías en camino, al parecer ella se mantuvo con vida el tiempo necesario para darte a luz.
En medio de su confusión y mareo, la dirección de la historia se abrió camino a su entendimiento. A su lado, Micah era una mera sombra, que apenas podía distinguir; extendió su brazo para alcanzarlo y encontrar algo de estabilidad.
—¿Pero por… qué el He–hechizo de… Conexión? –preguntó, con dificultad en medio de las arcadas.
Sabía la respuesta a esa pregunta, pero no era suficiente, no era suficiente.
—Kalla era la madre de Vanesa también. –lo dijo soltándolo como la obviedad que era, encogiéndose de hombros.
Ahora entendía de forma diferente por qué Vanesa le había contado tanto sobre su madre, porque también era la suya, porque quería que la conociera más allá del cuadro que rezaba sus cacerías.
—Si Vanesa y… y– yo somos… hermanas, ¿por qué… no… crecí junto a ella… desde el… principio? –enterró los dedos en la camiseta de Micah y lo escuchó gemir, Lara ya era incapaz de levantar la cabeza, ni para ver a Elijah o saber por qué el hombre lobo había lloriqueado.