Conoce a tu enemigo

Capítulo 5

Segundo consejo: La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad es una cuestión de ataque

—¿Puedes creer este correo? —preguntó, tras enviar su respuesta.

—No me parece nada extraño, bonita —arremetió Leo— Ya hemos dicho que es un trastornado.

Rita asintió.

—¿Has visto su perfil en YouGram?

Sally lo había mirado un par de veces, mucho tiempo atrás, pero en ese minuto él le había bloqueado el ingreso. Era cierto que podría haber mirado con su perfil “no famoso”, pero estaba demasiado ofuscada como para pasar a llevar así su orgullo.

—¿Qué tiene su perfil? —preguntó inquieta.

Leo la miró con obviedad.

—¿Empezando porque usa su nombre real?

Eso no era tan malo, ¿cierto? Casi estaba segura que habían acordado que eso era tierno, un par de horas atrás.

—Y no olvides las fotos Black and White —le recordó Rita conteniendo un escalofrío—, tan… no sé.

Sally nunca había visto eso como algo malo. Pero esos días, acumulando rabia contra él, le habían cambiado la perspectiva.

—Sí, bueno...

—Te dijimos que dejaras de seguirlo cuando golpeó a los periodistas —le recordó Rita.

Bueno, en definitiva, eso quizás sí estuvo muy mal. Pese a que, en su minuto Sally había estado entre las fans que lo habían defendido. 

¿No era esa defensa acérrima la que la había llevado a esa situación? A todas esas situaciones. 

Sally aún no definía si lo que estaba pasando era más bueno que malo; o más malo que bueno. Quizás en unos días más, si le alcanzaba para pagar sus consumos básicos y comer 3 comidas diarias, se lo preguntaría de nuevo. 

El estómago lleno nos da otras perspectivas de la vida. 

El celular de Sally volvió a vibrar. En su pantalla apareció una dirección: Maitane Mendoza 514. 

Leo miró rápido, escribió la dirección en la aplicación de mapas y esperó las coordenadas.

—¡Qué raro! —exclamó mirando la ubicación con el ceño fruncido— ¿Estás segura que esa es la dirección?

Asintió y se la volvió a mostrar. Leo se dio cuenta que no había mucho espacio para la equivocación.

—Mmmh —meditó.

—¿Qué pasa?

Rita se acercó a donde se encontraba su amiga y miró lo que le mostraba en pantalla. Sally vio en su rostro la confusión.

—¡¿Qué pasa?! —insistió, asustada.

—Es que la dirección que nos diste está en un barrio… ¿cómo decirlo?

—...¿difícil? —completó Rita y se mordió la uña del pulgar, mientras trataba de buscar mejores palabras.

—Yo diría que no tan acomodado.

—¿Clase media? —preguntó Sally, preocupada por los rostros de sus amigas.

—¿Estás segura de que no se trata de una broma?

—Claro —afirmó con seriedad y enseguida le atacó el recelo.

¿Cierto?

—Es un poco peligroso, donde vive.

Sally se acercó hasta Leo y trató de corroborar lo que le decía. Pero ella no sabía mucho de “barrios de la periferia”. Había pasado toda la primera parte de su vida en una provincia fuera de la capital y luego no había salido muy a menudo del centro. Sin embargo, para evitar la incomodidad de admitir una verdad como esa, asintió. Sus amigas, manteniendo la dinámica, fingieron creerle.

Leo ordenó la retirada. Era temprano, pero Sally tenía que cambiarse la nariz por ropa humana, preferiblemente de los patrocinadores, comer algo y presentarse a las grabaciones.

Faltaban 10 minutos para la hora que le había indicado, cuando el auto de su amiga, estacionó junto a la casona de Maitane Mendoza, frente a una gran van blanca, sin logo. Sally asumió que sería del staff del programa.

Sí, la casa estaba en un barrio peligroso. Sí, no parecía el barrio de alguien con dinero o medianamente famoso, pero era una gran y antigua casona, que alguien como ella o sus amigas, jamás habrían soñado con tener.

—A menos que la hubiéramos ocupado ilegalmente —rio Rita.

Leo la secundó.

Sally por su parte no podía quitarse la sensación de que algo no estaba bien en todo eso.

—¿Qué pasa, Sally? —le preguntó Rita, preocupada.

Ella suspiró.

—No sé. ¿No les parece raro?

Ambas amigas se miraron y encogieron de hombros.

—Bueno, se escuchan muchas cosas sobre él. ¿Cierto?

Leo asintió seria. Tenía la certeza de que eventualmente deberían sentarse a discutir sobre esos asuntos. Sólo para que su amiga estuviera advertida y no saliera, de toda esa situación, más herida de lo que ya se vislumbraba.

Sally sabía que había rumores sobre él, pero nunca les tomó tanta atención. Prefería pensar que eran historias malintencionadas de gente que estaba más ocupada de sentir celos, que de crecer en la industria.



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En el texto hay: romance, odio, romance drama

Editado: 14.11.2021

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