Un video iluminó la pantalla de su teléfono celular. Después, un mensaje de Rita emergió:
“Sally, tu boquita”
Una activista de las pieles marrones, un gatito mañoso y una receta de ensalada rápida fueron su primer abrir de ojos, pero su despertar por completo y que la obligó a salir disparada, como un rayo, de la cama, fue ESE video. Si Sally hubiese sido presentada a la humanidad con ESE video, estaba segura de que nadie hubiera querido ser su amiga.
Se la habían jugado, no había otra respuesta.
En la escena breve, pero contundente del adelanto del programa del día viernes, una enfurecida Sally discutía acaloradamente con Borja de la Torre. Éste tenía un rostro de galán desconcertado, perfecto, mientras unos pitidos infames que fingían la censura de groserías, adornaban todo lo que decía Sally; pavimentando su camino a ser incapaz de pagar la renta a fin de mes.
"¡¿Qué tiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, te crees?! ¡Piensas que porque tienes una tiiiiiiiiiiii tiiiiiiiiii, todo ese tiiiiiiii y eres tiiiiiiiiiiiiiiii tiiiiiiiiii puedes ir por la vida tratando a la gente como tiiiiiiii? No eres más que un tiiiiiiiiiiiiiiiiiiii tiii tiiiiiiiiiiiiii, lleno de tiiiiiiiiiiiii."
“No fue así como sucedió” —se defendió tecleándole a su amiga, pero el daño ya estaba hecho.
Hasta ella se sorprendía de cómo lucía, porque, aunque con imprecisiones, no recordaba haber sido tan dura.
No importaba si Rita le creía o no, el mundo ya festinaba con su “Día de furia”, como le habían titulado las noticias amarillistas. Y los comentarios iban desde aprobación absoluta a sus malas pulgas, pasando por justificaciones absurdas, hasta insultos.
"Son unos parásitos, te van a volver loca."
Apagó el celular. Al fin, algo dicho por su mentor, le sonó sabio.
Eran cerca de las diez de la mañana, y hasta se le hacía tolerable pensar en compartir con él, otra vez, una sesión de ensayo.
Pero esos planes, para su sorpresa, fueron pospuestos. La sesión de ensayo fue sustituída por la aguda mirada de Teo, listo para rabiar. Borja se divertía con ello. Como la mayoría de los seres callados que saben de la agudeza de sus palabras, no requería más que sutiles gestos para hacer notar el gozo, que le provocaba una Sally grosera, sacada de contexto.
A él le gustaba ver el mundo arder.
Sally se enderezó en su asiento.
—Creo que ya todos sabemos lo que pasó en el adelanto…
—Luzco como una idiota.
Borja intercambió una mirada con ella, que indicaba que estaba en lo correcto.
—No te aseguro que no —musitó.
Y tomó un vaso de agua de los que estaba cuidadosamente puestos en una mesilla. Sally asumió, con acierto, que Teo los había dispuesto, en un gesto de diligencia para con la invitada.
El manager suspiró, mirando por última vez el video, y dejó en claro con ese gesto que no era lo esperaba. Sally se sintió reprendida como una niña.
En cambio, Borja daba la impresión de que le daba lo mismo lucir como el idiota que modulaba una “o”. Todo en él lo decía; desde que seguía usando pantalón pijama por debajo de su elegante camisa, hasta su cabello enmarañado.
Por un breve momento, Sally sintió lástima por Teo, teniendo que lidiar con semejante gamberro.
—Parásitos, ya te lo dije, Teo —le recordó, llenando su vaso con agua—. Eso es lo que son y lo que hacen, no van a cambiar.
Sally se encontró asintiendo.
—Bien —lo ignoró, Teo—. Creo que todos los que estamos en este lugar queremos ganar y vender, así que he realizado un plan de simples medidas para que así sea.
Teo le entregó una hoja a cada uno con las instrucciones de su plan y el rostro de divo de Borja, se desfiguró.
—¿Sonrisas? ¿Ser como Sally? ¿Me estás...? —Borja viró la mirada con fastidio y apoyó el peso de su hombro derecho, contra una pared —. Pensé que hablábamos de marketing real.
—El marketing real es para los adultos.
La sola alusión a la adultez, le recordó a Sally lo ocurrido con el administrador. Su mirada se cruzó con la de su entrenador, quien gravitó por un momento en la duda y luego le frunció el ceño con desaprobación.
En un acto de extrema estupidez, Sally le sonrió.
—¡Así me gusta! ¡Como Sally! ¡Así tienes que ser Borja!
Iba a disfrutar esto.
—Teo, es una ridiculez. Tu plan apesta— se quejó el joven de nuevo y se frotó los ojos.
Llevaba todo el día con una jaqueca feroz que trataba por todos los medios de disuadir. Tal vez, se llamaba Sally y tenía cabello rubio rizado y la cara pecosa, todavía no estaba seguro.
El timbre sonó anunciando que la producción ya había llegado con las cámaras, Teo se apresuró para ir a abrirles, mientras encendía su primer cigarrillo del día.
—Sonrisas, Borja, sonrisitas —le recordó, antes de salir. Borja la dirigió una furibunda mirada.
—Voy a vestirme —anunció. Y salió, dejando la puerta abierta, tras de sí.
Sally se levantó de la silla y se dejó caer en el sofá, junto al agua y las galletas. Un segundo después decubrió que por el espacio abierto de la puerta, entraba una corriente de aire, así que se vio obligada a levantarse y cerrar. Para asombro suyo, las voces que escuchó en el pasillo no sonaban como los de la gente de producción. Sino como Teo, Borja y un tercero; muy serios.