Séptimo consejo: Los colores primarios son sólo cinco, pero sus combinaciones son tan infinitas que no podemos verlas todas
Teodoro sabía que VIX jamás lo invitaba a algún lugar sin tener un interés oculto que la motivara. Ya sea algo tan banal como comentar los últimos rumores del espectáculo o más elaborado como averiguar los pasos de la competencia. Para él, la actitud, no era novedosa, pero tampoco aburrida. Si le hubiera disgustado de alguna forma, habría rechazado la invitación, sin dudarlo; pero estaba allí disfrutando de esos últimos días de sol y de la compañía de la joven de manera voluntaria.
—¡Fue una hora de video! y creo que dio al menos 10 veces vuelta en lo mismo, pero nunca bajaron sus vistas.
Teo rio
—¡Cómo iban a bajar si hay gente como tú, dispuesta a verla por una hora!
—Es sorprendente. Juro que no lo entiendo.
—A mí no me lo cuentes —le dijo, sacando un cigarrillo—. Agradezco no tener un contrato con YouGram que me obligue a mover mis propias redes, porque no podría.
—Me paso días preparando una coreografía —se quejó la cantante—, subiendo clips y no tengo ni la mitad del alcance que tiene ella con un pijama de unicornio a las 11 de la mañana, hablando una hora sobre cualquier cosa.
—Debe ser algo generacional —concluyó ensimismado en encontrar su encendedor.
VIXY le dirigió una mirada de disgusto, que Teo obedeció guardando su cigarro.
—¿Qué sabes sobre lo que pasó? —le preguntó.
—Borja no ha dicho nada. Se la pasa por la casa, rumiando solo. Sally y él han ensayado, pero Borja ha tomado una posición muy distante —bufó—. Ni ácido, ni frío. Sólo distante. Y eso es mucho más desagradable que la norma.
VIXY sabía de eso. No necesitaba que nadie se lo explicara.
—¿Y crees que sea cierto lo que dicen acerca de la discusión con Carranza? —le susurró con tono discreto.
—¿Eso de que tiene que ver con Sally? —preguntó.
VIXY no hizo ningún gesto para asentir, pero a Teo le quedó claro que era una respuesta afirmativa.
Según lo que había visto en el video, no parecía que Borja estuviera directamente relacionado con la discusión, más bien su presencia parecía un asunto incidental. Después de todo, la situación ocurrió fuera de su casa.
—Borja no me ha dicho nada —respondió—. Pero creo que si así fuera, tampoco lo diría.
VIXY pensó, acertadamente, que si Teo no sabía nada sobre el asunto, entonces no había nadie en el mundo que supiera, excepto claro, los involucrados. Atendiendo a esa certeza prefirió cambiar de tema.
—¿Cómo resultó el tema de Rebeca? Borja me llamó para darme las gracias por haber apoyado a Sally, pero no supe más de eso.
—Pues tal parece que Rebeca está bien. Les tomó más de lo que creían regularizar los temas de la pensión. Lo de la herencia lo dejaron a cargo de un abogado.
—Tal parece que Borjita está creciendo —sonrió.
—Me sorprende que haya tomado todas esas decisiones solo y que haya sido un apoyo para ella.
VIXY le dedicó una mirada de curiosidad y esperó que se explayara, pero Teo no parecía dispuesto a continuar por esa línea de la conversación. Las conversaciones con él se habían transformado en un tira y afloja agotador, en los últimos días. Así que prefirió indagar en otro aspecto que había sido tema de conversación en los pasillos del canal, un par de días atrás.
—¿Está trabajando en algo nuevo?
Teodoro le dedicó una mirada suspicaz.
—¿Estás tratando de investigar a la competencia?
Ella soltó una carcajada llena de coquetería.
—No, nada que ver —respondió y seguido a ello contra-preguntó—: ¿Pero lo está?
—Componiendo si está. Pero no tiene ningún proyecto a futuro.
—¡Lo sabía!
VIX puso su dedo índice sobre el labio.
—Y tampoco está produciendo —meditó.
—Así es.
Y entonces, soltó la pregunta de aquello que realmente le interesaba averiguar en esa conversación:
—¿Se va a retirar?
—¿Cómo lo...?
—¡¿Es verdad, entonces?!
Teo negó con la cabeza, disgustado de haber caído en la trampa.
—Eso aún está en conversación —farfulló.
Ella rio.
—¿De verdad piensas que puedes conversar algo con Borja?
A Teo le hubiera gustado poder hacerlo.
—¡Vamos! —continuó VIX— ¡No sé qué te preocupa! De cualquier forma, su carrera fue demasiado larga. Nunca ha hecho otra cosa —le recordó—. ¿A qué edad empezó a estudiar? ¿A los 7?
—A los 4 —suspiró..
—¡Dioses! —exclamó espantada— Yo a esa edad no sabía ni cortar con tijeras.
Teo sabía que el asunto había empezado como un deseo de la abuela. Ella era la que siempre había querido que sus hijos fueran artistas, que se rodearan de ese mundo al que ellos jamás habían accedido. La abuela, sin embargo, murió joven y ese deseo fue tomado y encaminado por su abuelo. Para esa época Rebeca ya llevaba varios años fuera del país, así que toda esa energía fue depositada en su amigo.