Divisaron a Teo, casi de inmediato. Destacaba por encima de todo el mundo.
Las dos amigas se abrieron paso hasta su encuentro. Tenía la mirada perdida en las llamas que habían tomado todo el techo y la estructura del 516 y una parte de la techumbre del 514.
Sally pensó que, ni siquiera Dorian, podría recuperar eso y la idea la llenó de una profunda tristeza.
Leo lo saludó, porque su amiga apenas había formulado una palabra desde que habían salido del auto.
—Estamos bien —le sonrió él.
Estamos.
—Borja… —susurró Sally finalmente, entendiendo qué era lo que realmente le preocupaba.
Teo apuntó un lugar junto al gran carro rojo.
—Está hablando con el jefe de Bomberos. El hombre quería saber, si acaso, en la casa había alguna otra cosa que pudiera explotar.
Y lo había.
Sally asintió y antes de pensarlo mucho se encaminó al lugar. Faltaba mucho para que el fuego fuera controlado y la calle estaba completamente mojada. Alcanzó a avanzar un poco, entre hombres y mujeres que iban y venían con mangueras y escaleras, cuando él, le salió al paso. Borja se quedó paralizado, confundido, cual si viera un espectro. Sally atendiendo a su estupor, dio un par de pasos decididos y lo abrazó muy fuerte.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Borja soltó el aire contenido a causa de la primera impresión y le devolvió el gesto.
—Sí —musitó y escondió su rostro entre el cabello de ella.
Sólo cuando sintió el abrazo, supo cuánto lo necesitaba.
Sally se separó de él y lo contempló bien. Su polerón olía a humo y al tacto de su mano, sintió su cabello un poco chamuscado.
—Tuvimos que entrar a sacar a los perros del canil —le explicó tomándole las manos—. Pensé que sería demasiado tarde cuando llegaran los bomberos.
—¿Están todos bien?
—Los están revisando ahora, pero, con excepción de la vieja Chuchu que tosía, a los otros sólo los vi asustados.
Sally soltó un suspiro de alivio.
—Pero ¿qué pasó?
—Según lo que se veía, el incendio empezó en la oficina de administración. Seguramente el portátil a gas falló y el balón de gas explotó.
—Qué extraño… —Sally no recordaba haber visto el portátil desde que había desaparecido, esos diez días que Borja se había ido. Quizás él mismo lo había devuelto, pensó confundida.
Aún sosteniendo sus manos, Borja contuvo un escalofrío. Una mezcla del desasosiego y las bajas temperaturas. Así que atendiendo a ambas sensaciones, se acercó de nuevo y la abrazó. Sally le sobó la espalda y él escondió su rostro en la cavidad de su cuello.
—Sally… —susurró.
—¿Sí?
—¿Cómo supiste...?
Ella se tomó un segundo para contestar.
—Volví por casualidad, en realidad…
No quería, ni sentía que ese fuera el momento para hablar de lo otro. Parecía una tontería comparado con lo que pasaba.
Borja entendió las intenciones detrás de ese regreso.
—No hablemos de eso hoy ¿si? —le rogó.
No creía tener la fuerza para lidiar con ambas cosas el mismo día.
Sally escondió el rostro en el pecho de él y asintió.
—Siento interrumpirlos, tórtolos
Borja y ella se separaron, para encontrarse con la mirada divertida de Teodoro Soria.
—La prensa está llegando y si Leonora y yo los veíamos desde donde estábamos, es seguro que ellos también podrán hacerlo. Me imagino que no quieren que esas bonitas especulaciones se transformen en aseveraciones ¿cierto?
Ambos asintieron.
Borja atendiendo a las preocupaciones de su amigo, dio una largo suspiro y se alejó de Sally.
—Les propongo lo siguiente — les dijo, asumiendo su labor como representante—: Leonora pidió permiso para traer su auto más cerca. Podemos subir una parte de los cachorros con ella y la otra al auto de Borja. Leo dice que puede alojarlos en su patio por unos días.
—Eso estaría muy bien. —Borja no había reparado en ello. Ni siquiera se había puesto a pensar en que no tendría casa en varias semanas y que era muy posible que su estudio se perdiera completamente. La idea lo volvió a angustiar.
Reparando en ese sentimiento, Sally le tomó la mano.
Teo le dio una mirada a la casa. Habían acudido al llamado dos compañías más. Una parte del incendio en el 516 ya estaba siendo controlado, pero en el 514 aún surgían focos por un lado y otro. Resopló.
—Creo —continuó— que lo mejor es que desaparezcan de aquí. Y arreglen lo que deban arreglar en otro lado. Yo me encargaré de atender a los medios. ¿Les parece bien?
Ambos asintieron
Sally sabía además que, independiente de lo que ocurriera con Borja en el futuro, tenía asuntos pendientes con Carlos y esperaba tener primero esa conversación, antes de aclarar todo lo otro.
—Vamos, entonces —dijo el cantante, caminando hacia el vehículo estacionado junto a la casa—. Los subieron a la ambulancia, mientras veíamos qué hacer con ellos.
Sally y Teo caminaron tras de él. En la ambulancia les abrieron la puerta y entre los tres empezaron a aprestar a la camada. Afortunadamente, Borja había tomado la costumbre de sacar a los cachorros a pasear, así que los arneses y correas habían salido de la casa, incluso, a pesar de lo apresurado del escape.