Conocerte

Capítulo ocho: Encuentro y Confesiones

Seis semanas después…

Bryan, estaba pendiente de como Cristal descartaba las flores marchitas y plantaba nuevas. El lugar le escarchaba hasta la última sinuosidad de su cuerpo. Vapuleaba los cementerios, pero por ella era capaz de ejercer cualquier cosa, incluido, escoltarla en ese desafío, en esa rueda nociva que no asediaba a enclaustrar. Muchas veces le rogo renunciar al pasado, y descubrir un futuro sin penitencias, y calvario. Nunca le interesaban sus conceptos sobre cerrar etapas. Alimentaba la corazonada de que la obra la reforzaría a despejar la mente, y hallar por fin su paz al dejar descansar a sus seres amados. La película no renunciaba de ser un éxito de taquilla a nivel mundial, pero el tiempo se iba y ese proyectó se había sellado, y otra vez, caía en ese fosa de angustia y desanimó. Innovar en el teatro, culminaría en suma importancia, porque la salvaguardaría dominando sus demonios clandestinos. Aíslo sus abstracciones por un muchacho pendiente en Cristal, cuidando distancia. Lo vigilo y capturo las deducciones de que no podía ser un fotógrafo o periodista, reparo en que era muy primoroso. Del círculo social o colega, no, Bryan no le conocía. Vestía de Business (Vestuario de oficina por excelencia) El código de vestimenta profesional característico de las empresas, traje de color gris Oxford, corbata negra contrarrestando con la camisa blanca y zapatos formales de agujeta que adoptaban con el traje. Su actitud demostraba inseguridad para acercársele. Después de un periodo prolongado, con porte firme, mientras que, Cristal,  meditaba frente a la tumba de su amado, el anónimo acaricio su espalda. Bryan, custodiándola al filo, y atento.

-¿Cristal?

Salió del trance y lo miro. Un muchacho de ojos fuliginosos acentuados, de tonalidad azabache, y desolados. Le sonreía con desencanto. Registro su aspecto. Su frente pequeña. Su rostro de determinación en triangulo invertido. Cejas de vellos dúctiles. Su nariz remarcada, y sus mejillas coloradas por el frío. Su presencia dominante, pero delataba emociones de dulzura. El viento soplo y sus cabellos se movieron un poco. De barba detallista escindida. La veía con una sutileza que derretía su ser. Y pensó, el rostro es el principal delator de nuestras emociones.

-¿Ya no te acordàs de mi?- preguntó, en una pronunciación inocua y disminuida-

-¿Eduardo?- contestó, impresionada-

En puntas de pies se desplego para envolverle, como en el pasado lo obraba. Era tan alto que nunca alcanzaba para abrazarle. El abrazo comparecía inacabable, como si no pudieran despegarse, luego de tanto tiempo sin tratarse. Sentir su perfume, fue una regresión al pasado y pensó: algunas cosas no cambian. Eduardo, se inundaba en colonia, pero al ser un olor suave y fresco le asentaba bien. Era el mejor amigo de Alex y novio de su difunta hermana. Los dos se emocionaron por el encuentro.  Vencieron el melodrama, despegándose. Sin decir un vocablo, placenteros, moraron en una pausa. El contacto y el rastro se disipo al instante. Ni siquiera había querido asistir a los velatorios. Eduardo se había marchado a residir a Rosario, cuando dieron partes de las muertes. Ella no le calificaba de mala persona, cada uno a las perdidas las llevaba a su manera. La muerte, no era una parte fácil de asimilar. Cuando regreso de Londres, lo busco y las pocas veces que se reunían a tomar un café, verse, para ambos era muy intenso sin Roxana, ni Alex. Cristal, recapacitó que lo mejor sería alejarse y él nunca lo intento una nueva aproximación.

-¿Cuánto tiempo paso de la última vez que nos vimos?-ella, preguntó acomodando sus cabellos-

-Mucho- contestó, rozando su mejilla- Felicitaciones por tu film. Es increíble que alcanzaras tu sueño y la cantidad de premios que ganaste. Identificaste muy bien a Alex y Roxana.

Cristal despistó su atisbo. A Eduardo no podía adulterarle los resultados, era como una biografía caracterizándolos. Sabía más que Bryan la historia, era uno de los participantes.

-Gracias. A vos también te identifique muy bien.

- No sabía que en ese tiempo, era una persona tan sociable. El actor me lo enseño. Me alaga- dijo, pícaramente-

-Siempre fuiste el mejor, Eduardo.

-No, no lo fui- su mirada cambio y apretó los dientes- Igual, gracias por ser tan comprensiva- dijo, con un toque de pena- Vi la entrevista con el idiota de Alec Simbar, cuando dijiste que solamente habías sacado un fragmento de tu vida, entiendo porque mentiste. En una escena… creía revivir como en un video los momentos compartidos- se le formo un  nudo en la garganta- Hubo muchas similitudes que no recordaba...Gracias- enternecido, con retraimiento confiscó unas pocas lagrimas-

-¿No estás enojado?-preguntó, con temor-

-No, no. Me alago, porque pensé que me habías olvidado. Me trasportó a una época en la que fui muy feliz, ¿Sabes? Después del accidente, todo cambio en mi interior, por eso hui. Más allá- se le seccionó la voz y después de unos segundos, habló- De que me case, tengo tres hijos preciosos. Alex y Roxana, son una parte de mí tatuados en mi piel. Los recuerdo apenas abro mis ojos. Creo que te pasa a vos también.

-Sí… Pero yo me dediqué completamente a mi trabajo. Nunca pude rehacer mi vida.

-Te enfocaste en tus creaciones. Del dolor arremedaste ostentos universos.

-Hablando de universos-ella, cambio de tema- Por el traje que traes, no seguiste la carrera de Astronomía.

- No- él, sonrió- Con el vestuario busco orientar los aspectos que intervienen en la apariencia personal, brindándoles sugerencias, prácticas para proyectar una imagen profesional que genere confianza, cercanía y seguridad a nuestros clientes. Soy ingeniero industrial.  Pertenezco a la casta, la se ocupa de la optimización, procesos y recursos humanos, técnicos e informativos; así como el manejo de los sistemas de producción, llevando a su organización a ser más competitiva y sostenible.




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