Conociendo a tu Crush

Capítulo 27

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Al día siguiente, me levanté como la mismísima momia.

Skylar rió al ver mi cabello tan alborotado y se burló de él. Pero me daba igual, me había levantado de buen humor. Bueno, en teoría, ya que el día anterior le había hablado desde el corazón a Aaron.

Sin embargo, no podía quedarme encerrada durmiendo en la habitación y mucho menos a deprimirme.

El día relucía en todo su esplendor, y la "Bad Girl" lo sabía, porque no me dejó dormir más.

De hecho, se tiró sobre mí, aplastándome. Luego yo la tiré de la cama provocando que se golpeara la cabeza en la mesita de noche. Desde luego me sobresalté y le pregunté si se encontraba bien.

Por un momento pensé que se levantaría y por ende me fuese a degollar, pero no fue así cuando unas carcajadas divertidas salieron de su boca contagiándome.

La ayudé a levantarse y luego nos fuimos a preparar para comer el desayuno.

Ahora me encuentro en la cafetería con Skylar, Zoe y Max.

Lo bueno de todo este tiempo ha sido que la rivalidad entre Zoe y Skylar se redujera, gracias a que las engañaba diciendo que solo saldríamos las dos juntas, cuando en realidad íbamos las tres. Lo más cómico fue ver sus caras cuando se daban cuenta de la presencia de la otra, y no me quedaba más que obligarlas. Al final todo tuvo buenos resultados, pero no tanto como al principio. Recuerdo la vez que las llevé a las dos juntas al cine. Parecían fieras; yo me había sentado en medio de las dos para que no pelearan, pero cuando empezaron sus insultos por unas insignificantes palomitas, literalmente querían arrancarse la cabellera, pasando por encima de mí, y así fue como nos echaron a las tres del cine y terminamos en el parque haciendo nada y muriendo del aburrimiento.

Luego de unas cuantas salidas engañosas, logré que dejaran su enemistad, aunque a veces no faltan sus comentarios cargados de mofa.

—Zoe, deja de humedecer esa galleta en tu café. ¿Acaso no ves que se partirá y quedará en el fondo de tu taza?

Zoe levanta la vista y rueda los ojos.

—Eso no te interesa, no es tu café. —le espeta a la rubia sentada a mi lado.

—Por supuesto que me interesa, es asqueroso y estás sentada frente a mí. —le reprocha Skylar, mirándola mal.

Max está expectante, moviendo su cabeza de un lado a otro cuando una de ellas habla.

—Chicas —llamo su atención para que no empiecen una discusión—, tranquilas.

Quitan sus miradas de mí y después la clavan cada una en su café cuando ven a Rick entrar por la puerta de la cafetería.

—¡Hey! —agita su mano llamando mi atención.

El castaño como siempre, aparece vistiendo de negro.

—Oh. Ahí viene tu primo con complejo de vampiro. —le digo bromeando a Skylar, quien me saca la lengua y sonríe cuando llega a saludarnos.

—¿Qué hacen? ¿Toman al té? —pregunta burlón.

—No, menso —le dice la rubia en el mismo tono—. Tomamos sangre para pactar un trato. ¿Quieres? —le acerca la taza hasta su mano haciendo que la aparte rápido y haga una mueca asqueado.

Río a carcajadas junto con las chicas y Max, mientras Rick nos mira mal.

Me encantan cuando usan ese tipo de bromas o hacen comentarios sarcásticos entre ellos, nunca se sabe cuál de los dos ganará.

El timbre suena. Miro a las chicas hacerse tragado de un gran sorbo el café y las imito, con la diferencia de que tomo capuchino.

Para cuando termino, hago una mueca al sentirlo pasar por mi garganta tan caliente.

Salimos de la cafetería que solemos frecuentar en horas de la tarde cuando no tenemos nada que hacer o simplemente en los ratos libres.

Nos dirigimos a la clase de Diseño editorial, mientras cargo en mis brazos el trabajo en grupo que habíamos hecho con tanto esfuerzo durante la semana pasada.

Entramos en el salón, yo colocando el folleto en el escritorio del profesor y luego dirigiéndome a mi asiento.

Cuando la clase está a punto de empezar, Aaron entra algo desubicado, y pensativo, se sienta unas cuantas mesas delante de mí.

La clase no pasó tan desesperante, de no haber sido porque nos pusieron a dibujar un diseño sobre la naturaleza, estaría muriendo lentamente del aburrimiento.

Al terminar, tomo mis cosas al igual que los demás y salgo.

Perdida en mi mundo de ensueños y divagues, siento cómo alguien me toma del brazo deteniéndome. Creo que esto ya se les está haciendo una costumbre a las personas.

Sin más, y harta de que me halen del brazo, me giro con cara de pocos amigos, pero me sorprendo al ver a Aaron, de pie frente a mí, con una mirada suplicante reflejada en sus ojos.

No obstante, no cambio mi semblante serio ni dejo en descubierto lo sorprendida que me dejó el ver su rostro.

—¿Aún sigues enojada?

Me suelto de su agarre y no inmuto palabra alguna.

Lo que hago más bien, es formular una pregunta.

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera tomado la misma decisión que Aaron?

Lo más probable es que mi amiga se sintiera desgarrada, traicionada, impotente, y sobre todo, decepcionada.

—¿No hablarás? —pregunta, con el ceño fruncido—. Muy bien. Pero ten por seguro que arreglaré esto —su mirada viaja por encima de mi hombro, observando con cautela algo—. Es más, lo arreglaré ahora mismo.

¿Qué? ¿De qué habla?

Me esquiva y giro sobre mis talones solo para ver que se dirige hacia Rick.

Oh, no. ¡Esto será la tercera guerra mundial!

Lo primero que pienso es que él lanzará el primer golpe, luego Rick se lo devolverá, y por último, terminarán como la última vez, mallugados y golpeados, con muchos moretones en su rostro y torso.

Sin embargo, cuando Aaron le hace cara a Rick, solo se limita a hablar. Este por su parte se tensa y aprieta la mandíbula, mientras mantiene las manos metidas en su chaqueta de cuero negra.

No logro escuchar nada, solo veo a Aaron de espaldas a mí haciendo gestos mientras habla y Rick no hace más que asentir o responder con simples monosílabos.




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