Conociendo a tu Crush

Capítulo 32

──────•❥❥❥•──────

 

El otoño se había ido por completo, siendo un paisaje blanco el suplente de las hojas secas.

El invierno estaba siendo severamente frío este año, según los noticieros, y se esperaba que el clima mejorara después de una semana, y, aunque estaba temblando como un conejo, eso no me detuvo para salir hacer las típicas compras navideñas.

Mis botas estaban llenas de nieve y cada vez que trataba de sacudirlas, no lograba deshacerme de ella. Igual que la arena.

Las mejillas las tenía enrojecidas, al igual que mi nariz, parecía el mismísimo Rodolfo el reno.

Ahora estoy saliendo de la tienda, observo a las personas caminar de un lado al otro, llevando en sus manos bolsas con compras navideñas, al igual que yo.

Camino por la acera tratando de acostumbrarme a no tener que arrastrar los pies sobre la nieve que cubre prácticamente las aceras, calles y los techos de los edificios.

Levanto la vista al cielo para mirar con atención los copos de nieve que caen. Agarro con más fuerza las bolsas de regalos que llevo y la mano que queda libre la meto en el bolsillo de mi chaqueta smoking.

Para esta temporada, casi todas las tiendas están decoradas. También se comienzan a escuchar los villancicos cantar en algún rincón con esos peculiares trajes navideños. E incluso se encuentra más de un Santa Claus con un rótulo colgando del cuello y una campanita en su mano para atraer la atención de las personas. Junto a ellos, un pequeño bote rebosa de dinero.

Al suspirar, un pequeño vaho sale de mi boca.

La primera vez que pasó eso no podía parar de hacerlo. Era tan divertido, hasta que lo superé.

En Centroamérica nunca podría pasar eso,  ya que no cae nieve debido a que es una zona tropical.
El único frío que podría sentir es el de las zonas montañosas o cuando aparece alguna tormenta.

Siempre soñé y quise experimentar con esa extraña masa blanca que mis manos jamás habían tocado. Jugar con ella, hacer bolas y lanzarlas a alguien jugando a la guerra e incluso, hacer muñecos de nieve.

Aaron se sorprendió demasiado cuando me vio observando con gran asombro por la ventana los copos de nieve.
Creo que al principio me tachó de loca, debido a su expresión tan desconcertante, pero cuando comprendió que nunca había visto algo así, me miró y sonrió con ternura.

En ese momento morí lentamente.

Luego de eso me llevó hacer ángeles sobre la nieve, jugar con trineos y otras cosas.

Otro sueño frustrado tachado de la lista.

Sonrío como tonta y sigo caminando. La brisa fría se cuela por mi abrigo y me estremezco, casi tiritando.

Cuando llegue a la universidad, lo primero que haré será tomar una taza con chocolate caliente.

Trato de ignorar el terrible frío y me centro en contar los regalos.

Veamos, ya tengo el regalo de Rick, Skylar, Max, Zoe y me falta el más importante.

Nerviosa, llego a la tienda. Hacía unas semanas había encargado y pagado este regalo con anticipación para que no se fuera a saturar entre los pedidos, o tal vez para que no se me olvidase, aunque todos sabemos que eso es imposible. Jamás se me olvidaría.

―Hola ―saludo amablemente al señor que está al otro lado del mostrador con un gorro navideño como el de santa, y sonrío cortesmente―. Feliz navidad.

―Feliz navidad para ti también, pequeña ―me devuelve la sonrisa―. ¿Vienes por el encargo?

Asiento repetidas veces.

―Sí. ―confirmo con entusiasmo.

―En ese caso, espera un momento.

Asiento y abre una puerta tras él, perdiéndose en el largo pasillo.
Miro a mí alrededor y hay muchos objetos, todos ordenados perfectamente.
Luego de unos minutos de espera, el hombre aparece.

―Aquí está. ―me dice y lo entrega.

―Gracias. ―le dedico una sonrisa y salgo de la tienda despidiéndome de él.

Ahora sí, ya tengo todos los regalos.

Busco un taxi con la mirada, pero no hay ninguno, o todos están ocupados.

Me digo a mí misma que caminaré hasta que aparezca uno.

Al cabo de unos segundos, miro uno ir en la misma dirección.

Extiendo el brazo mientras silbo, y el auto se desvía hasta detenerse frente a mí.

Sonrío satisfecha y tomo la manija para abrir la puerta.

Una vez dentro, le digo la dirección al chófer y este me lleva a mi paradero.

Al llegar, consigo una rebaja en el precio de la carrera y salgo del auto para cruzar el ahora blanco campus de la universidad.

Mientras camino, me mentalizo cuál será la reacción de él cuando vea su regalo.

Hoy es 23 de diciembre, y la universidad nos dio dos semanas de vacaciones.

Sí, se me hizo un poco tarde con lo de las compras, pero con todo esto de la universidad y los trabajos no había tenido mucho tiempo.

La ventaja fue que los encargué todos con anticipación y solo los tuve que recoger.

Me dirijo por el pasillo hacia el dormitorio de Rick y hacerle entrega de su regalo. Solo espero no encontrar algo indeseado.

De camino, me topo con Max y aprovecho para darle el suyo.

Empezamos a charlar sobre cómo va con su novia y me dice que tiene una cena importante con ella y sus padres esta noche. También me dice que no traía mi regalo consigo.

Pero estoy segura de que se le olvidó, a Max todo se le olvida. No se pierde él porque una fuerza mayor no lo permite.

Le deseo buena suerte y sigo con mi recorrido.

Una vez frente al dormitorio de Rick, doy varios golpecitos en la puerta y a los pocos minutos se abre.

Al verme, sonríe y me abraza con fuerza.

―¡Peque! ―me dice una vez que se separa―. Feliz navidad. ―de detrás de su espalda, saca una pequeña bolsa color morada.

Sabe que me encanta ese color. Me pregunto qué será.

Lo tomo y sonrío para darle el suyo.

―Feliz navidad. ―se lo entrego y me vuelve abrazar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.