Conociendo a tu Crush

Capítulo 35

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28 de diciembre.

La nieve no cesa y me he limitado a salir del dormitorio solo por comida.

Mientras miro por la ventana los alumnos pasar —como he estado haciendo desde que pasó el incidente—, tomo un sorbo de la taza de chocolate caliente que Zoe me ha traído.

Skylar no deja de hacer zapping y yo no me puedo sentir más aburrida.

Supongo que las chicas extrañan mi forma de ser tan carismática y optimista, pero no puedo hacer nada al respecto para evitar que se preocupen por mí. Así que me limito a quedarme sentada en la silla junto a la ventana.

Muchas personas transitan la zona y no sé porqué, pero el ver tantos transeúntes caminar por allí hace que, por una vez en cinco días, quiera salir a hacerlo.

Me levanto de la silla con la mirada de Zoe y Skylar clavadas en mí.

Me dirijo al armario para tomar las botas y la chaqueta, ignorando el hecho de que me siguen con sus ojos a cada movimiento que hago.

Me preparo para salir, así que tomo las llaves y mi celular.

Cuando estoy apunto de abrir la puerta, Skylar llama mi atención.

—¿A dónde vas? —pregunta, sentándose en la cama, y Zoe la imita pero desde mi cama.

Ambas estaban pacíficamente acostadas viendo la televisión, pero el verme salir después de tantos días se les hace un poco raro.

—A caminar —respondo con voz neutra—. Enseguida vuelvo. —abro la puerta y salgo, cerrándola tras de mí.

Espero a que me detengan, pero no lo hacen.

Ciertamente debe alegrarles que me distraiga.

Camino por el pasillo en dirección al ascensor.
Presiono el botón para bajar y las puertas se cierran.

Me es raro que el elevador no haya tenido problemas durante estos últimos meses, ya que durante la mayoría del tiempo estaba averiado. Asumo que lo han arreglado por completo.

Las puertas se abren y salgo con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta.

Camino por el campus cubierto de nieve y lo cruzo, con la intención de empezar andar por la acera hacia el centro de la ciudad.

Durante el trayecto, me detengo algunas veces para poder ver bien la arquitectura de algunos edificios, que, si no mal recuerdo, cuando pasé por aquí fue en un mal momento y no pude apreciar absolutamente nada.

Las frías y desoladas calles de Londres me inspiran tranquilidad, haciéndome sentir bien conmigo misma, pero cuando mi mente recuerda algo, aunque sea lo más mínimo sobre él, siento un retortijón en el estómago.

Necesito despejar mi mente, volver en sí y olvidar lo que pasó.

Y aunque sé que no soy de su interés, inusualmente lo he visto decaído, y creo saber porqué es.

Por otro lado, las tutorías con el profesor Alex son demasiado divertidas, para ser alguien que se mantiene serio con sus alumnos es muy ocurrente, y no pasa nada por desapercibido.

Y sobre este sitio, lo más excepcional es que ya no me siento cómoda aquí.

Sé que en mí deplora una fuerte sensación de querer regresar a mi hogar, ya que temo que vuelva a pasar lo de la última vez.

Antes de venir a Leeds, había estado enamorada de Mario, un chico demasiado serio con las personas que no conocía y tímido, tanto que le costaba trabajo poder expresar sus sentimientos. Por desgracia, no era tan tímido para ir de fiesta, ni muy consciente de la inmadurez de sus amigos ni que estos lo manipulaban como se les antojara.

Raramente me llegué a fijar en él. Tengo que admitir que era apuesto, y su seriedad lo hacía aún más atractivo e interesante.

Recuerdo haberlo conocido en segundo año, y conforme pasaba el tiempo, los sentimientos del uno por el otro se hacían más evidentes, pero ninguno de los dos quería dar mano a torcer.

Fue de esas personas que fueron importantes en mi vida pero ahora solo quedan como un recuerdo doloroso.

Nunca tuvimos algo serio, solo fuimos buenos amigos con sentimientos de por medio.

Sin embargo, en una de las muchas fiestas que hicieron los que se hacían llamar sus "amigos", yo iba dispuesta a disfrutarla con mis amigas, ya que era la última fiesta que harían por ser nuestro último año escolar.
Ya faltaba poco para graduarnos y, aunque al inicio no estaba muy convencida de ir, las chicas me animaron y terminé accediendo porque estaría en compañía de ellas.

Pero por alguna razón que desconozco, él no iría, así que no tenía nada qué perder, además de que ese día me quedaría sola en casa y sin hacer nada interesante.

A los minutos de haber llegado a la fiesta, escuché a un grupo de chicos y chicas decir que habían un par de parejas besándose en el baño. No lo creí, ya que siempre esparcían rumores que terminaban siendo mentiras.

Después de unos tragos, y debo aclarar que solo estaba tomando refresco, mi vejiga protestaba queriendo ir al baño.

Al salir del cubículo, noté un ruido extraño al final del pasillo, no me quise arrimar para evitar encontrar algo indeseado. Pero cuando las dos personas que estaban ahí besándose salieron, mi corazón se estrujó, y más cuando él me detuvo del brazo para darme una explicación.

Una explicación que nunca escuché.

Si tenía sentimientos hacia mí, porqué hizo algo así. Era ilógico para mí.

Si amas a alguien no te andas besando con otra persona, mucho menos con alguien a quien yo odiaba.

Nunca lo superé, luego vino la propuesta del viaje a Londres y la oportunidad de poder estudiar en la universidad de Leeds.

Por consiguiente, me fui olvidándo de él, y luego apareció el castaño de ojos verdes.

El problema fue que nuevamente me cegué y no vi mis errores, solo que con una gran diferencia.

Mario correspondía mis sentimientos, Aaron no, pero aunque ambas historias fueran ligeramente distintas, compartían algo en común: eran situaciones que hubiera deseado jamás ver; porque dañaban mis sentimientos profundamente, y disminuían mi confianza y seguridad en mí misma.




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