Deseo que termine pronto la pista, antes me sentía tan cómoda en los brazos de Cristian y lo único que quiero es que me suelte ya. —
Discúlpame, necesito ir al baño —Es lo único que encuentro para respirar, la posición pegada a él y que no me da lugar a soltarme, me abruma.
Me dirijo al baño y al salir veo recostado en la pared a un chico fumando un cigarrillo, por la luz tenue solo puedo apreciar su sombra, la de un hombre alto y acuerpado. No le presto mucha atención al pasar por su lado hasta que soy jalada por sus brazos fuertemente contra su cuerpo. —
Qué te pasa —Es lo único que atino en decir. Trata de entrarme a la fuerza hacia el baño de hombres. Intento gritar, pero me lleva arrastrada y tapada la boca con una de sus manos hacia los baños para hombres, el horror se apodera de mi al ver lo solitario que se encuentra este lugar.
Me siento fría, me hallo incapaz de luchar, débil y sin fuerza, apenas siento mi pulso, el suponer lo que me pasara me hace sentirme desvalida. ¿Que puedo hacer para salir de aquí? Me pregunto entre el forcejeo que mantengo inútilmente con el hombre. Mis esperanzas declinan en su totalidad al ver cómo me introduce en uno de los baños.
Lo miro aterrada a los ojos, así pudiera gritar sería inútil, nadie me escucharía por el ruido de la música.
Es jalado hacia la parte de afuera del baño, con lo que noto que estoy hiperventilando. Escucho que alguien le grita infeliz y lo veo caer al suelo inconsciente. Me quedo perpleja mirando al hombre tirado en el piso y agradeciendo a Dios mentalmente por sacarme de esa situación.
Bako aparece frente a mí, me extiende su mano desde afuera del cubículo del baño, me mira a los ojos fijamente, esperando que salga del shock en el que me encuentro. —
Ven Amalia sal de ahí, ya paso —
Extiendo mi mano, me jala suavemente sacándome del baño. Al estar afuera me lleva hasta la barra del bar, pide una botella de agua, me la pasa mientras apenas y puedo creer que salí de esa situación ilesa. —
Amalia ¿estás bien? —
Si —respondo seca. Tomo un sorbo de agua que me permite relajarme un poco, por fin puedo ver a Bako a los ojos.
Bako, gracias. No sé cómo estuviera, si no hubieras llegado. —
Hermosa, tu eres la única que va al baño sola en un sitio lleno de hombres alcoholizados.—Me habla con calidez, el tono de su voz suena empático al momento que tuve que pasar. —
Tienes razón, no lo había pensado. Te agradezco mucho, todo. —Le digo levantándome de la silla. —
¿Para dónde vas Amalia? —
A mi casa, ya fue suficiente por esta noche. —Bako me mira, pensando que hacer mientras deja un billete sobre la barra para pagar el agua que tome. —
Ven, mejor te llevo a casa. —Su voz ahora suena tranquila, justo lo que necesito para mis agitados pensamientos. —
Gracias Bako, aunque me da pena dañarte la noche. —
No seas descortés Amalia, déjame llevarte a tu casa —
Lo pienso rápidamente y tiene mucha razón, me está ofreciendo su ayuda después de lo que paso y yo negándome. —
Perdóname Bako, vamos por favor, pero no voy a pasar a la mesa a despedirme, le enviare un mensaje a Daniel, diciéndole que tú me vas a llevarme, para que no se preocupen. —
Como gustes hermosa. —
Bako me dirige hacia el estacionamiento, abre la puerta del copiloto para mí, de su bello auto rojo, claro, no podía ser de otro color, tenía que ser llamativo como todo en su persona, lo galán también le queda a este hombre. No tendría defectos si no fuera un engreído.
Enciende el auto, y su celular suena, me sorprendo al pensar en el cariño que me tiene Daniel, es más del que creí por lo visto, pues hace que Bako con todo y su altivez le tenga que dar explicaciones. —
No te preocupes primo, está bien, solo la llevare a casa. —
Como se te ocurre Daniel, ¿qué estás pensando que soy un adolescente? —Ante su respuesta algo molesta de Bako, no me imagino que habrá dicho mi mejor amigo.
Estábamos a las afueras de la ciudad, al comenzar el recorrido a casa el paisaje despejado se ve tentador, tanto que Bako mira por la ventana del auto deteniéndolo —
¿Quieres bajar? la vista se ve preciosa. —Ante su invitación sonrío —
Claro, vamos —
Él va a la puerta de atrás, ante mi atenta mirada saca un estuche grande. (Una cámara fotográfica) Le sonrió preguntando con burla. —
¿Qué, la cargas siempre a la mano? —
Si Amalia, nunca sabes en que momento hay algo interesante por capturar. —En ese momento dispara un flash hacia mí, solo sonrió con agrado, a lo que tomo como un sencillo pero ameno cumplido.
Caminamos hacia el mirador y mis tacones se hunden un poco entre las piedras y la tierra. —
Umm —Bako lo nota pues toma mi mano y entrelaza sus dedos entre los míos —
Ven te ayudo — Oh, my Gog. Hay esta nuevamente esa electrizante sensación, la misma que cuando tome su mano en la piscina. Inconscientemente me sostuve más fuerte de su mamo, al mirarlo de perfil lo veo con una pequeña sonrisa de lado muy placentera. Su porte es muy varonil, y al sentir su mano sosteniendo la mía, quisiera que este momento se detuviera, pues siento en mí ser el deseo de no soltarla nunca.
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Editado: 19.04.2023