Conociendo al seductor (editando)

capítulo 9

 

Me genera fastidio ver el plan en el que anda Amelia, me saludo por mi nombre y con desdén. Aunque trato de ocultar su incomodidad al tener que mirarme para saludarme, lo note. Durante el almuerzo se rio con Geovanny como si estuviera muy a gusto con él, mi primo solo suele hacer chistes flojos, para mí no goza de sentido del humor.

Pensé que tal vez estaba molesta por que había llegado con Carol, así que en la mesa mencioné que Carol era la modelo de mi nuevo proyecto, pero ella no tuvo reacción alguna, —entonces ¿qué es lo que tiene esta chica? — Anoche fue una linda noche, acompañado por esas largas piernas que inspiran a perderse en ellas, esos ojos que iluminaban el espacio de la noche y esa dulce voz al hablar al sonreír, pero solo veo en este momento a una chica a la cual mi presencia le fastidia y tengo que reconóceme, me envenena su fingida indiferencia hacia mí.

¡Que almuerzo tan incómodo!, por eso no me gusta presionar al destino, porque el resultado siempre es desastroso. Cuando Daniel llamo hace 2 horas para preguntarme que hacía, le conté que estaba tomando unas fotos, dijo que estaba en la cabaña almorzando, que, si quería pasar. Le dije que no, que prefería regresar a la ciudad. Estaba cansado no había dormido muy bien. Pero justo cuando le iba a colgar hablo removiendo algo en mí: —

Gracias por cuidar de Amalia anoche, ya me conto que fuiste tú quien la auxilio en el baño—. Respiro profundo, pensando como preguntar sin que Daniel note lo que definitivamente es interés hacia esa chica. —

¿Cuándo te conto lo sucedido ayer en el baño? —Como siempre responde completo mi primo sin presión, porque este no sabe sostener nada en si —

Ahora que llego me lo comento. Gracias por cuidarla, ella es como una hermana para mí—

No hay de que, hablamos—  le digo después de escucharlo despedirse.

Regrese a donde estaba Carol, le pedí que me acompañara a almorzar, le dije que luego la llevaba a su casa, dijo que no inicialmente, que le daba pena, tuve que convencerla  después de su ridícula excusa, casi termino siendo terapeuta para que me acompañara porque no podía dejarla tirada a mitad de camino—

¿Cómo una modelo con pena? —

Así es Bako, frente al lente me siento libre, pero soy muy mala para relacionarme y más con gente desconocida —Prácticamente le rogué diciéndole que fuera tan amable de hacerme ese favor, hasta que medio nerviosa, acepto.

Tanto que insiste para ver esos hermosos ojos cafés llenos de alegría, y encontrarlos en este momento en tan apagada actitud, parece que ni salvándolas de las garras de hombres crueles te ganas su aprecio.

Amalia es realmente difícil, ya hubiera conseguido algo con cualquier otra chica, con menos de lo que me he tenido que esforzar con ella, pero al parecer, esta no es una chica cualquiera, ¡no es que sea especial!, solo un poco diferente, asumo.

Su actitud indiferente, en mí solo enciende la curiosidad por saber que sucede dentro de esa cabecita caprichosa. Al terminar el almuerzo veo que subió con Geovanny, me quedo con Carol en la sala esperando ver a Amalia, pero veo aparecer al rato a Geovanny. —

Primo ven acompaña un rato a Carol que voy al baño—

Desde luego Bako, encantado de acompañar a tan bella mujer —Como lo imagine, es un coqueto, ni noto que lo hice con otras intenciones.

He venido tantas veces a esta cabaña desde niño, que sé que el baño está detrás de las escaleras, así que podre ir a la planta alta sin que Geovanny note que me desvié en el camino, además que ya estará muy ocupado bajo el encanto de Carol, no creo que se acuerde de Amalia en un largo rato.

Subo silenciosamente y la veo en la habitación principal, recostada al balcón, se ve sencillamente hermosa. Definitivamente me encanta esta mujer.

Me acerco y no lo pienso más, voy a quebrar esa actitud indiferente de Amalia hacia mí. La rodeo con mis brazos dejándola atrapada entre mi pecho y su espalda, huele delicioso ¡es nardo!, con un aroma a vainilla que nace de su pelo, hoy lo lleva un poco ondulado, lo que la hace ver más delicada e inocente, ayer lo llevaba lacio y parecía una loba cautivadora, con sus bellos ojos muy marcados por el maquillaje.

No soy consciente de lo que se mueve dentro de mí al tocarla, pero sé que me produce placer su tacto. No la noto tensarse, no se siente intranquila ni alterada, no dice nada ante mi abrazo, así que decido romper el silencio, que en realidad no es incómodo, solo quiero disfrutar de su cuerpo y es lo que estoy tratando de conseguir en este momento, deseando extender este momento lo más que se pueda —

¿Qué haces Amalia? —

Apreciando la vista— su respuesta despierta en mí el deseo de seducirla, así que suavemente recuesto mi rostro sobre el de ella y mi mentón lo apoyo en su hombro, por un momento siento que me pierdo, quisiera ser un lobo y tomarla por el cuello en este momento. —

Es una vista hermosa— lo digo por supuesto haciendo referencia hacia su presencia, tratando de coquetear con ella, pero mi idea de estar abrazado a ella se acaba inmediatamente, se suelta suavemente de mi agarre y me dice que va por una aromática. Me niego a creer que me va a dejar por un pocillo de agua caliente con unas cuantas ramas, así que extiendo mi mano y tomo la suya dejando un suave beso en el dorso de esta, la miro suavemente a los ojos ya no resintiendo su incuestionable apatía. —




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