Conociendo al seductor (editando)

capítulo 13

 

 

Escucho que alguien golpea la puerta de mi apartamento, miro mi reloj en la pared, ¡son las 8 de la mañana!, gruño internamente y con disgusto me dirijo a la puerta, ¿quién se atreve a levantarme a esta hora un Domingo? —

Amalia, linda, ¿qué te ha pasado? —Geovanny, habla con sorna y señalándome de arriba abajo con la mano. —

Esta es mi cara de recién levanta, bobo— le contesto con fastidio, tengo sueño aún. —

Amalia, linda, te lo voy a decir desde ya algo, solo porque te quiero, y lo sabes— me mira, coloca cara de seriedad y yo comienzo a sentir que tal vez paso algo malo, así que lo miro, con una cara de intrigada que siento la tensión en mi piel—

¡Dime Geovanny!—

¡No dejes que tu esposo te vea así nunca, o se divorciara de ti a la mañana  siguiente de la boda!— le doy un golpe en el brazo, con más ira que cariño. —

Eres un Idiota Geovanny— tras del echo no muestra dolor solo ríe en mi cara. Estoy a punto de tirarle la puerta en la cara, cuando escucho a Diana gritarme desde el auto de la mama de Daniel —

¿Amalia no estas lista? —En ese momento recuerdo que mi celular esta descargado y tal vez por eso no escuche la alarma, veo como Daniel y Diana vienen hacia nosotros. —

Amalia ¿lo mismo de siempre? ¿Ni para comer te apuras?—

Lo siento, es solo que mi celular debe estar apagado sin carga, pero no me demoro mucho— les sonrió y les digo que pasen. —

¿Qué? ¿y nos sentamos en el piso?—

Daniel, como desprecias mi hospitalidad, entonces espérenme en el auto, en cambio de molestar tanto. Bien puedes hacer el donativo para las sillas de mi sala vacía. —

No gracias Amalia, ya invierto en otra fundación—

¡Así! ¿Cuál es esa fundación? —

Daniel, por su primera moto en 2021— todos reímos al unísono.

Con esa forma de trabajar tuya, vas alcanzarla para el 2030—

Eso búrlate— dice Daniel— ya verás mi maquina el próximo año—

Si la tienes para el próximo año, es porque debe ser un modelito 80— Geovanny, le grita muerta de la risa Diana por lo que acaba de decir. No puedo parar de reír y Daniel esta medio incomodo jajajaja ¡pobre! —

Amalia, ¿vamos a ir o no?, tu sabes que la comida la preparan por encargo, debemos de llegar con tiempo y estamos a tres horas del pueblito, ¿o te vas a quedar muy risueñita y con hambre? —Verle su cara seria, cuando sé que no es serio nunca, solo me provoca más risa. —

Daniel discúlpame, tu sabes que Geovanny es muy graciosos—  no puedo parar de sonreír mientras se lo digo, aunque ya estoy más “tranquilita” (jejeje). —

Entonces te esperamos, vamos al carro mientras te apuras, enserio apúrate, nos vamos a quedar sin almuerzo —Después de tres cortas horas escuchando música y riéndonos de nosotros mismo hemos llegado a este hermoso pueblito, muy pintoresco y alegre. Vamos hacia el lugar que nos recomendaron, pues nos aseguraron que preparan una excelente comida de la costa, y a nosotros ¡nos encanta!. Cuando entramos al lugar, se han hecho casi las doce del mediodía, y Diana se acerca a mi oídio —

Amiga, si nos quedamos sin almuerzo es tu culpa —Siento pena en ese momento porque es verdad, pero con sonrisa le contesto. —

Amiga, Dios no permitirá que no almorcemos hoy —No quiero ver a Geovanny con hambre nunca más, casi me quito la amistad porque según él, yo era la culpable de su gastritis. —

Es que yo sé que hoy almorzaremos, lo que estoy dudando es que sea en este lugar— ríe mientras lo dice. —

¡Cállate Diana!, que Daniel te puede escuchar y esta resentido por la recocha con su modelito 80, y me toca a mí soportarlo. —Veo a Geovanny con cara de aburrido,

¿Qué paso? —Pregunto esperando la respuesta que me llevara a mi propia cruz hoy. —

No toman más pedidos, la chica dice que ya están los de hoy —Sintiéndome culpable por mi retraso al salir del apartamento, me acerco a la joven que es la encargada de los pedidos, con cara muy amistosa le saludo. —

Hola—

¿Dime? — me dice muy amable y comienzo a cruzar los dedos —

Por favor, recibe nuestro pedido, son solo cuatro almuerzos y los cuatro queremos lo mismo —Pongo mis manos en forma de petición, tratando de convencerla —

Discúlpame, no te puedo ayudar, ya tenemos el pedido completo de la tarde de hoy —Escucho una voz conocida al lado mío en el mismo instante en que se sentía mis esperanzas desvanecer —

¡Si que te vez hermosa suplicando, Amalia!—

Alessandro, que alegría verte. —Le saludo con entusiasmo ante la sorpresa de encontrarnos tan lejos de la ciudad. —

Digo lo mismos, estas muy hermosa— me dice con un rostro llene de luz.

 Gracias— le respondo sutilmente, él mira a la chica con la que yo estaba hablando y coquetamente le habla —

Raquel, agrega el pedido de la señorita al mío por favor —Le guiña un ojo, casi ciento nervios de verlo como se ve de galán en esa postura de seductor —




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