Conociendo al seductor (editando)

capítulo 28

 

-Me alegra que nos empecemos a entender hermosa- le digo con firmeza en mis palabras. La suelto de mi agarre, ya ha sido suficiente de juegos con Amalia, si continuo de esta manera creo que lo echare todo a perder con ella, y aunque mi cuerpo quiere tomarla como un depredar, mi cordura me pide que aguarde.

Le ofrezco mi mano y la levanto de la mesa.

            -Hermosa, mi celular se quedó en mi saco-

Amalia me mira con risa mientras niega con su cabeza

            -Bako, no podías decirme eso desde el principio, cuando te pregunte ¿por qué habías regresado? -

La miro con sorna – y perderme el placer de castigarte-

Eres un engreído y la veo molesta

– cuidado hermosa, no tientes tu suerte!, ¡yo puedo hacer temblar hasta tus huesos! -

Veo su hermoso rostro sonrojarse, esta hermosa malpensada me gusta cada vez más.

Me acerco a ella y veo como retrocede, lo cual causa satisfacción en mi interior, esta gata de carácter salvaje debe ser domada y yo seré quien tenga ese placer.

Se detiene, pues siente que ha chocado con la mesa, y rio al ver que su camino a terminado. Aprovecho para verla a los ojos y acariciar su brazo mientras le aclaro.

            -Hermosa, ¿sabes que aprendemos de acuerdo a la carga emocional del momento?... ella me mira, respira profundo elevando sus bellos pechos.

            -No lo sabía Bako,  y … ¿el punto es? – responde desafiante

-si te hubiera respondido, que regrese por mi celular, no hubieras aprendido a no cuestionar mis intenciones con tigo,-

- Y que ganaste con esto Bako- me acerco más a ella, no hay espacio entre los dos, así que, Amalia se inclina un poco hacia tras, tratando de evadirme, pero no se lo permito y me inclino sobre ella.

- ciertamente competir con esta cabecita tan juzgadora es muy difícil, espero que ya tu imaginación ¡no te ponga en más situaciones conmigo! – le digo lo último deslizando mi mano suavemente por su brazo, pero solo tocándola con la yema de mis dedos. Y puedo sentir como su piel se a erizado.

Amalia quiere probar con fuego, al tratar de retarme, ya aprenderá en el camino, que conmigo se trata en serio, cuando quiero algo y ¡yo quiero a Amalia!

Se ve asustada y cautivadora a la misma vez, creo que ahora si ha sido suficiente me retiro de su cercanía.

            -Hermosa mi celular por favor- me causa gracias su actitud, no ha dicho nada, salió de la cocina inmediatamente…

            -Mira tu celular Bako- la veo aparecer por el lumbar de la puerta mientras me pasa una hermosa toalla blanca de manos, con un lindo bordado de color dorado…   

            -Gracias hermosa- seco mi cabello un poco, aunque en realidad solo está húmedo. 

Amalia ya me debo de ir, has hecho retrasar mi horario de sueño- su rostro se ilumina con una sonrisa pícara-

            -Claro Bako, ¿fui yo la que he estado jugando al gato y al ratón? -

            -Hermosa yo no juego, no soy un niño- ella se ríe sin perder la compostura

-Tienes razón, se nota por encima que no eres un niño- me habla descaradamente tratando de avergonzarme al dirigir mi mirada con la suya hacia mi entre pierna, pues mi amigo se está haciendo notar.

-Me alagas Amalia, gracias. -

-Eres un engreído Bako- pujo con mi garganta y una sonrisa

-y tu una gata curiosa, mirando para donde no debe-

Ella voltea la mirada. -Prefiero ser una gata curiosa y no un desvergonzado-

            -señorita irrespetuosa, déjeme decirle que esto es producto del frio por tener la ropa húmeda-

            -Eso es producto de estar acorralando señoritas contra la mesa-

            -en mi defensa era una hermosa señorita-

            -Te ofrecería una taza de chocolate para el frio Bako pero no quiero retrasarte más-

-woo nunca me habían sacado tan pronto de una casa-

Ella me mira con malicia – Siempre existe una primera vez para todo-

sonrió por la altanería de Amalia acompañad de seguridad. Veo la hora en mi reloj y son casi las 11 de la noche. Recuerdo que debo estar a las 8 de la mañana en mi oficina. que está a varias horas de donde estoy. 

            -Hermosa me encantaría quedarme a escucharte refutar cada una de mis palabras, pero debo irme-

Ella sonríe y me acompaña a la puerta, le extiendo mi mano para darle la toalla que me ha prestado.

            -Amalia, gracias-

            -no te preocupes consérvala, para que me recuerdes- es una hermosa sonrisa la que veo en su rostro mientras me guiña un ojo.

            -Gracias Hermosa, nunca me habían regalado algo tan útil-

Ella sonríe – mira Bako- abre la puerta, - aun no para de llover, te servita para cuando llegues al auto-

Reviso que tenga mi celular en el bolsillo del pantalón, le doy un beso en la boca y salgo de su casa.

Al llegar al auto, me seco con la toalla un poco la cara, ahora llueve aún más fuerte. Sostengo mi regalo en mis manos y la giro, veo que tiene escrito en letra cursiva a un costado el nombre de Amalia.

Siento como se dibuja una leve sonrisa en mi rostro, por eso Amalia menciono que era para que la recordara.

Recuerdo lo sucedido en la cocina antes de encender el auto, no sé ni por qué aguarde a no tomarla, no suelo esperar, y menos cuando la mesa estaba servida ¡literalmente servida!

Pero Amalia no solo es una chica especial, ella es especial para mí.

Sé que, en cualquier instante, tendré que pagar el momento que le he hecho pasar, si fue capaz de golpear el pie de Alessandro por jugarle una broma, esa hermosa justiciera ¿qué ara conmigo?

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Bako, quiero golpearte después de esto, estoy frente al espejo, hoy como siempre debó de maquillarme el cuello, aun no se desvanecen los dos mordiscos que me dejo después de “tratar de detener mis pensamientos” según él. Ese salvaje, definitivamente es un lobo y muerde muy bien.




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