Conociendo al seductor (editando)

capítulo 41

           

 

...Hay un delicado equilibrio entre honrar el pasado y perderse en él.

 Eckhart Tolle

 

-Pues lo siento, ¡pero eso no será! -  respondo seco, con desagrado me suelto de sus manos entrelazadas en mi cuello. Siento como mi cuerpo se estremece ante el recuerdo de su piel, pero es solo debido al recuerdo. No quiero nada de ella, por más que sea un hermoso cuerpo y bella cara la que tengo al frente, para mí se reduce solo a eso en este instante. No hallo nada interesante en su ser que me haga querer tomarla, nada en mi la desea y ahora lo puedo ver, soy libre del amor que una vez sentí por ella.

 Ella no entiende un no por respuesta, en realidad nunca lo ha hecho, así que se lanza de nuevo encima mío abrazándome fuerte por la cintura. Pero con ímpetu posa sus labios sobre mí, esta vez la empujo ejerciendo un poco más de fuerza. Me mirarme con ira, ¡hay esta la Paula que no está acostumbrada a recibir un No por respuesta! - ¿qué te pasa Barak ya no te gustan las mujeres? - la miro con sorna, es lógico que eso no se lo esperara, obvio ella contaba con el que limpiaba el piso por donde pasaba, pues a ese fue el que dejo tirado hace años como un perro.

-no me gustas tú Paula, las mujeres me encantan. – ella me mira levantando el ceño mientras se sienta en la cama.

-eso dijo Liz, que a ti te gustan ahora todas- no me sorprende que sepa de ella, pues estudiamos en la misma universidad los tres – ¿es que aún son amigas? - ella se ríe y luego me habla con aires de superioridad- hable con ella ayer me conto sobre ti- ¿así Paula, que te conto Liz? -

-que estas solo-

-¿y eso te da derecho para meterte en mi cama?- ella me mira y sé que está calculando sus palabras, mece suavemente sus piernas mientras me mira por encima de sus cejas- Barak por donde lo veas yo soy tu mujer, soy la mama de tu hijo y si no has podido iniciar una relación con nadie, es más que obvio que no me has olvidado, yo solo quiero que seamos los que éramos antes, que estemos juntos y que veamos crecer a Sebastián-

-Paula, muy tarde te dio por querer jugar a la casita, ¿no te parece? –

-Barak nunca es tarde, mira que no estamos en una relación con nadie, ¿por qué no intentarlo? - la veo levantarse de la cama, se quiere acercar nuevamente, por lo que rápidamente camino hacia la sala sentándome en el sofá, cierro los ojos mientras con mi mano derecha toco mi cien, lo único que quiero es sentir que estoy solo. ¿Por qué no se va para donde su amiga? Con eso me deja en la tranquilidad del silencio habitual de mi apartamento. No creo en el azar del destino, pero hay que reconocer que mi suerte hoy no es de fiar, pues Paula cae sobre mis piernas. Abro mis ojos y lo que primero veo es su diminuta tanga roja.

            -Barak, ya deja de resistirte, me robas la calma de a pocos- ella es un hueso duro de roer, la miro a los ojos sin expresar nada en ellos, ella lo toma como un sí, entrelaza sus manos en mi cuello, me sorprende ver que solo me causa fastidio su cercanía.

            -Paula quiero que te quede bien en claro esto- en mi tono de voz no hay ira ni juicio, por lo que ella abre sus ojos a gran tamaño con expectativa- Tu no me interesas, si estás sola por el mundo no me importa, se tan amable de quitarte o te tiro al piso. Su cara es fuego vivo, esta toda roja, he herido su gran orgullo ¡eso es evidente!

            -Barak ¿no me digas que es por la camarera esa que me estás haciendo esto?

-Veo que Liz te ha informado bien Paula? – me mira a los ojos mientras pasa un brazo sobre mi hombro, - pues me hablo de varias cosas, entre ellas que la dejaste tirada en el restaurante porque te ofendió a la mesera- ahora si siento que fue suficiente con Paula, todos tenemos un límite y Paula esta alcanzado el mío, la tono de los hombros y la coloco a un lado del sofá, me fastidia el verla en ropa interior.

La miro con desdén para contestarle – supongo que Liz te conto que estuvo detrás de mi hasta que estuvimos juntos, -alzo mi mirada con una sonrisa tratando de darle en su ego-  lo digo ya que veo que te tiene muy bien informada-. Su cara es aún más roja, ya casi alumbra de la ira, pero ya que esta tan segura de su amiga que se estrelle, las dos son iguales.

            -Barak no me interesa, yo sé que no le tienes ni estima a Liz, pero me imagino que ahora te rebajas y te gustan las chicas que viven de las miserables propinas-

 

            -Paula te largas de mi apartamento ahora mismo, no permitiré que en mi casa ofendas a mi novia-

Ella me mira con asombro – Barak no me digas que tienes una relación con la mesera de cuarta- la miro con fastidio mientras mi sangre se comienza acelera –

-sí, así la quieras llamar como se te dé la gana, es una hermosa chica llena de luz propia-

            -Barak jamás serás feliz con alguien que no amas y menos con esa arrastrada- ni siquiera pienso mis actos, me paro bruscamente y ella apenas alcanza a quedar en pie ante mi reacción.

            -Ten más cuidado cuando te refieras a ella- la señalo con mi dedo índice mientras la miro con rabia. Paula siempre se ha referido a las personas como le parece, yo como idiota creía que era sincera, cuando en realidad es una grosera.




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