Ben estuvo tentado a retroceder un paso cuando ella se le acercó, no se veía contenta de que estuviera allí, y la verdad después de verla arrojar al suelo a alguien que la superaba en contextura física, se sentía un poco intimidado.
Pero sabía que no podía retroceder, aún con la ropa de karate, con el cabello sujeto en una coleta y aquella mirada desafiante, era la misma Helena que le parecía vulnerable.
-¿Qué haces aquí?- preguntó ella llegando a él
-No fuiste a la escuela...
-¿Y?
-Traje la tarea.
-¿Pero cómo supiste...?
-Llamé a tu casa y tu padre me dijo que seguramente estarías aquí.
-Estás sobrepasando tus límites, delegado.
-Disculpa, pero preocuparme por mis compañeros ausentes es parte de mi deber, ya le llevé la tarea a Rice y a Valenti, seguías tú...- le respondió
-¿En serio? – preguntó ella elevando una ceja, lo que dejaba en claro que no le creía nada.
-Soy el delegado de clases, es mi deber ocuparme de eso.
-Y supongo que eres lo suficientemente responsable como para seguirme incluso hasta aquí.
-¿Por qué no fuiste a clases? ¿Fue por lo que pasó la otra noche?– preguntó Ben y ella tomó aire.
Lena no estaba segura de qué contestar, ciertamente que él la descubriera cargado a su hermano borracho no había sido algo fácil de aceptar y no había estado muy segura de cómo proceder. Se había vuelto a refugiar en el dojo, para moverse y no pensar, para descargar lo que le pasaba por dentro y le costaba poner en palabras, últimamente tenía abandonado el deporte y no estaba en su mejor estado físico, como atestiguaba la vez que subió al muro de la escuela, pero se sentía bien estar haciendo karate de nuevo. Se sentía como estar en casa.
-Helena...-la llamó Benedict y la chica se dio cuenta que se había quedado callada demasiado tiempo y que él aún esperaba un respuesta a su pregunta.
-Sólo tenía ganas de estar aquí – dijo ella.
-O sea es tu manera de decir que no me meta en lo que no me importa, ¿verdad?
-Y yo que creí que no lo entendías...- expresó con ironía mientras se dirigía a los vestuarios a buscar su ropa.
-Hubiera sido más fácil si dijeras las cosas, ¿sabes? De esa manera no darías lugar a que la gente mal entienda, podrías haberme dicho lo de tu hermano o que los moretones y las peleas tenían que ver con esto – dijo él haciendo un gesto que abarcaba tanto a Helena como al lugar.
-¿Y por qué debería hacerlo?
-Porque no está mal confiar en alguien y tampoco recibir ayuda...-dijo él y ella sonrió, pero su sonrisa congeló al chico, era una mueca de completo desprecio.
-¿Confiar? – preguntó ella- ¿Qué ganas con confiar en alguien? ¿Quieres que te cuente sobre mí? ¿Y tú estarías dispuesto a contarme absolutamente todo sobre ti, todos tus secretos, todo lo que no quieres que nadie más sepa?- le preguntó con dureza Y Ben dudó.
Lena captó la duda en la mirada del chico.
-Ves, tampoco tú estás dispuesto a hacerlo. Confiar es darle poder a otro sobre ti...
-Tienes razón, no es fácil, pero tampoco imposible. Y tampoco puede hacerse de golpe, pero sí paso a paso...- insistió él siguiéndola y la chica se paró en la entrada al vestuario.
-¿Podrías irte así me puedo cambiar?
-De acuerdo, pero te esperaré afuera. Y también esperaré, paso a paso, hasta que confiés en mí.
-¿Por qué? – preguntó ella.
-Ya te lo dije, porque quiero conocerte Helena Wilde y quiero que me conozcas a mí.- dijo calmadamente y se marchó.
Helena miró desesperada hacia todos lados, no había una salida alternativa, así que tendría que encontrarse con él de nuevo, porque no lo dudaba, Benedict Cole, estaría esperado allí afuera como había dicho.
Podía confiar en eso, pero ir más allá, dejar que la conociera, era peligroso ella lo sabía bien.
Cuando Helena salió del dojo, Benedict estaba en la puerta, apoyado displicentemente contra la pared, Lena sintió cierta envidia ante la actitud de él, parecía encajar en cualquier lado sin demasiado esfuerzo.
De pronto se giró y la miró, después caminó hacia ella.
-Dame las tareas y vete – dijo la chica.
-Mmmm, hay algunas cosas que explicarte sobre ellas. ¿Qué te parece ir a una cafetería? O podemos ir a tu casa...¿es cerca, verdad? – dijo él casualmente y ella se tensó. Quería deshacerse de Ben, pero no era fácil y estaba cansada como para pelear.
-Hay una cafetería aquí a la vuelta...
-Bien, vamos allí. – dijo Ben decidido y caminaron juntos hasta la cafetería.
Se sentaron, y ordenaron.
-Un jugo de naranjas – pidió Lena a la mesera y Ben la miró.
-Acabas de hacer ejercicio, deberías comer algo.
-No gracias – respondió ella pues no quería demorar tanto tiempo. Además ya le resultaba demasiado extraño estar sentada junto a él allí, era demasiado parecido a una cita y eso la incomodaba. Sin mencionar lo extraño que le resultaba que él hiciera comentarios de ese tipo, como si supiera sobre ella, como si le importara.
-Yo quiero un batido de chocolate – dijo él y mirando a Lena aclaró- me gustan las cosas dulces..
Ella sólo se encogió de hombros dándole a entender que no le importaba aquella información.
El chico sacó los apuntes de clase y se los alcanzó, luego se inclinó, cerca, demasiado para el gusto de Lena.
-Esto es lo de matemática. Los ejercicios se resuelven con la fórmula que..
-Sé cómo se hace, estuve en clases cuando lo explicaron – lo interrumpió ella y él se alejó porque llegó la mesera con la orden.
-¿Eso es todo lo que debías explicarme? – preguntó ella dando un sorbo a su jugo.
-Bueno...sí. Reprobaste la última evaluación de matemáticas, pensé...
-¿Qué no lo entendía? – preguntó ella.
-Entonces no te interesa....
-No estaba muy concentrada ese día, pero entiendo cómo se hacen los ejercicios – respondió ella escuetamente.