Conociéndote

Capítulo 8

Lena no había imaginado que el día que tendría que pedirle ayuda a Benedict sería tan pronto, pero así era. Y en el momento menos esperado, había faltado a la clase anterior de educación física, así que no tenía ni idea que ese día habría una competencia intercolegial. Las chicas del otro colegio estaban en camino y llegarían pronto, debía salir de allí, pero no sabía cómo.

Rebelarse e irse le traería problemas que no quería y no podía fingirse enferma con aquella profesora, no era fácil de engañar, tampoco podía permitir un escándalo que la involucrara.

Estaba entrando en pánico.

Solo tenía una opción, aunque hubiera preferido jamás tener que recurrir a él, necesitaba la ayuda del delegado de la clase. Con su inteligencia y su ascendencia sobre los adultos seguramente encontraría el modo de sacarla de allí.

Se escabullo un minuto y le envió un mensaje de texto rogando que él lo leyera a tiempo.

"Estoy en el gimnasio, sácame de aquí"

Cinco minutos después lo vio entrar y el nudo que tenía en el estómago se le aflojó, por primera vez se alegró de poder depender de él y dejar que se encargara de aquella situación.

El chico se detuvo a hablar con la profesora y ésta la llamó.

-Wilde, ve con el delegado. No podrás participar en las actividades de hoy.

-Sí, profesora – dijo tratando de no sonar muy ansiosa y caminó hacia Ben.

-Wilde, hoy tenías el compensatorio del examen de Historia, me pidieron que viniera por ti. Vámonos – dijo con seriedad y ella asintió con un gesto de cabeza.

Salieron al pasillo y caminaron un trecho en silencio, de pronto Helena exhaló un suspiro.

-¿Te sientes bien? No sabía que odiaras tanto esa clase – le dijo él y de pronto oyeron el ruido de las chicas de la otra escuela que se acercaban, se escuchaban sus voces y risas, Helena palideció.

-Helena...

-Me van a ver – susurró ella consciente de que apenas en unos segundos girarían por la galería y se las encontraría de frente.

Se sentía tan mal que ni siquiera era capaz de reaccionar estaba petrificada mientras veía aparecer a la primera de las jóvenes.

Iban a descubrirla.

Pero antes de que eso pasara, sintió que la empujaban contra la pared y luego el cuerpo de Ben se cernió sobre ella cubriéndola de las miradas ajenas. Debido a su altura la ocultaba completamente, estaba pegado a su cuerpo y suponía que a los ojos de los demás eran una parejita adolescente que se habían escabullido de clases.

Sintió pasar al grupo de chicas, los murmullos, las risas y los comentarios sobre ellos, sintió a la profesora reprenderlas diciendo que no era asunto de ellas y que llegarían tarde al encuentro.

Los pasos se fueron alejando y sintió las puertas del gimnasio cerrarse, había escapado, pero aún estaba temblando. Aunque ahora que ya no temía el posible encuentro era plenamente consciente de Benedict pegado a ella, de su calor y de su intensa mirada, también él debió recordar lo incómodo de aquella posición porque se separó inmediatamente de ella.

La miró durante unos segundos y luego la tomó por los hombros .

-Vamos a buscar un lugar para que descanses un rato...-dijo y le pasó el brazo por sobre el hombro antes de echarse a caminar, casi como si supiera que ella necesitaba apoyo para moverse.

-¿No vas a preguntar? – le dijo

-No, era parte del trato. Ayudarte cuando lo necesitaras, sin hacer preguntas.- contestó.

-Lo de Historia era mentira, ¿verdad?

-A medias, hay una clase extra para quienes no han tenido muy buenas notas, pero es en la próxima hora, me temo que tendrás que ir, pero es lo único que se me ocurrió con tan poco tiempo.

-Gracias.- le dijo con suavidad y él intentó reprimir la alegría que le causaba aquella palabra

-Vamos...-dijo y más tarde Lena se dio cuenta que se dirigían al antiguo salón de música. Ben la guió a un asiento junto a la pared y luego se puso a tocar el piano. Era una melodía suave y relajante que le permitió recomponerse. Allí se quedaron en silencio, sólo con la música entre ellos, hasta que llegó la otra hora..

Los días que siguieron, ambos se dedicaron a planificar su trabajo y cuando Ben le dijo, que había olvidado información en la computadora de su casa, y deberían ir allí a trabajar en lugar de hacerlo en la biblioteca, Lena aceptó.

Él había cumplido su parte del trato, ella debía hacerlo también. Aunque su expresión delataba su incomodidad.

-Eres admirable Helena Wilde – le dijo él mientras viajaban en el auto a su casa.

-¿Por qué?

-Mantienes tu palabra cueste lo que cueste, ¿verdad?

-No me gusta estar en deuda- respondió ella y él sonrió. Seguían faltándole piezas al rompecabezas, porque no podía entender que la había convertido en una oveja negra cuando parecía regirse por un estricto código de honor. Era hosca y tenía carácter, pero le gustaba ser justa, mantenía su palabra, cuidaba de los suyos. En su opinión era una chica grandiosa y no podía entender por qué tenía la mala fama que tenía y que incluso ella alimentaba.

Llegaron al lujoso edificio donde vivía Benedict y él pudo percibir como ella se ponía tensa.

Incluso antes de entrar, frente a la puerta de su departamento, la vio acomodarse el desordenado cabello y alisarse la falda con la mano. Le dio ternura verla nerviosa y quiso decirle que estaría bien, pero sabía que no le caería bien.

Al entrar los atendió la madre de Ben, era una mujer bella y elegante y Helena no pudo evitar sentirse aún más inquieta. Desde que había aceptado ir con él, su nerviosismo había ido en aumento. Llegar a aquel lujoso lugar, ir juntos en el ascensor, todo la hacía demasiado consciente de la clase social. Imaginaba que ella no era el tipo de amigos que su familia acostumbraba recibir y por la expresión de sorpresa de la mujer al verlo juntos no le quedaron dudas.




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