Comieron juntos mientras charlaban de cosas cotidianas, sin embargo estaban tensos y parecía ser que cada uno de ellos estaba sumergido en sus propios sentimientos.
Cuando terminó el descanso, regresaron a clases.
-¡Matemáticas! – exclamó Ben recordando que no era la materia favorita de ella y lo que menos necesitaban aquel día eran más malos recuerdos. Ella sólo le tocó el brazo levemente para expresar que todo estaba bien y entraron al salón.
Helena notó un par de codazos que intercambiaban algunos compañeros y risitas burlonas entre otros, su rostro se volvió inexpresivo con aquella mirada desafiante que la caracterizaba.
El profesor explicó los ejercicios, eran complicados y difíciles de entender, la mayoría había desaprobado en la evaluación anterior.
Ella sabía hacerlos perfectamente, pensó en aquellas palabras que la habían tildado de tonta, no lo era.
Durante años había peleado muchas batallas, todas con reglas diferentes, había luchado en el tatami siguiendo un estricto código de honor, había luchado enfadada contra el mundo, había luchado para sacar a su familia adelante y había luchado consigo misma para salir a flote. También había luchado contra Ben y lo que la hacía sentir, y ahora iba a luchar por él, por poder quererlo libremente.
Sabía que lo más importante para ganar cualquier pelea era, por un lado elegir cuidadosamente con que armas pelear, y por otro, cuán importante era la causa que movía a la lucha. Benedict Cole, era muy importante.
El profesor pidió voluntarios y ella levantó la mano para hacerlo, ya antes había pasado al pizarrón pero no eran ejercicios tan complejos y tampoco se había ofrecido de voluntaria. Este era un paso más, un paso más para recuperarse a sí misma y para demostrar quién era en verdad.
Ben la había elegido, ella iba a mostrarles por qué.
Helena caminó decidida hacia el pizarrón y resolvió rápidamente el ejercicio.
-Muy bien Srta. Wilde, es correcto – dijo el profesor con tono de incredulidad. No se lo podía culpar, ella había hecho todo lo posible por frustrar las expectativas hasta que él había aceptado que era una mala estudiante.
Recién ahora, ella comprendía la verdadera dimensión del daño que podían hacerte algunas personas, no sólo la habían herido al traicionar su confianza, sino que la habían hecho perder la confianza en sí misma y convertirse en alguien que no era.
No dejaría que volviera a suceder.
Caminó de regreso hacia su asiento y al pasar junto a Ben, él le rozó la mano levemente, eso la hizo sonreír. Y esa caricia que la alentaba valió más que los murmullos que provenían de otras personas.
En el siguiente descanso se escabulleron a la sala de música
-¿Quieres que nos salteemos el último periodo? – le preguntó Ben mientras se sentaba al piano para tocar. Era una melodía de Coldplay, ligera pero al mismo tiempo con cierta profundidad que revelaba lo que él estaba pensando.
-¿Estás loco Benedict Cole? No vas a usarme como excusa para saltearte clases, ¿hay algún examen para el que no estudiaste? – le preguntó para provocarlo una vez que él dejó de tocar.
-Claro que no. Debe ser esto de juntarme con la chica mala...- dijo en broma y ella se alegró de que pudiera tomarse aquellas palabras a la ligera cuando había otra gente que pensaba seriamente que ella sería una mala influencia para el delegado.
-Despierto tu veta rebelde, ¿verdad?
-Definitivamente.
-¿Ben?
-¿Mmm?
-¿Qué te llamó la atención de mí?
-Algún día te lo diré...
-¿Por qué no ahora? – insistió con curiosidad y él le dedicó una sonrisa traviesa, sonriendo así, el chico malo parecía ser Benedict.
-Algún día, Helena.- respondió dando por zanjado el tema. Regresaron a clases y el primer día de su particular batalla, terminó.
El segundo fue mucho más difícil.
La situación fue similar a la del día anterior, pero dio un giro en la hora de educación física. Hombres y mujeres tenían aquella clase por separado, y Lorena más algunas de las chicas de la escuela, aprovecharon para hacerle sentir a Helena su desagrado.
Jugaban al básquet, Lena no era demasiado habilidosa en ello y las demás aprovecharon los pases de pelota o las jugadas rápidas para golpearla "sin querer" y pidiendo disculpas cada vez que lo hacían, incluso con un fuerte empujón la enviaron al suelo. Estuvo tentada a pagarles con la misma moneda, pero sabía que la estaban provocando, no quería caer en su juego.
Tampoco le diría a Ben, ya encontraría un contraataque adecuado. Sin embargo, la segunda vez que la enviaron al suelo, justo antes que terminara la clase, tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no reaccionar.
-¿Estás bien? – preguntó la profesora, no era la titular, sino una suplente que había empezado aquella semana. Era bastante joven y tenía el ceño fruncido, como si hubiera percibido que estaba pasando algo entre las alumnas
-Sí, estoy bien –respondió Lena poniéndose de pie y sacudiéndose la ropa.
-¿Eres Helena Wilde? – preguntó la profesora llamando su atención.
-Sí, lo soy – respondió, sin poder evitar ponerse a la defensiva.
-¿La hermanita de Marcos, verdad? – preguntó la mujer y eso la confundió.
-Sí, soy yo.
-Me parecía que eras tú, has crecido desde la última vez que te vi. Imagino que no me recuerdas, estudiaba con Marcos y también iba con él a practicar artes marciales cuando éramos adolescentes. Veo a tu hermano de vez en cuando, pero a ti no te había visto en mucho tiempo. Soy Julia.. – explicó y Helena la miró atentamente. Ahora que lo mencionaba, se le hacía familiar, recordaba vagamente a la amiga de su hermano, claro que era mucho más chica en sus recuerdos, casi de la edad que ella tenía ahora. Pero conservaba el cabello rubio, la belleza y cierta calidez que la caracterizaba.
- Te recuerdo. Hola , Julia – dijo Lena sintiendo cierto alivio por aquella mirada amigable.