Al día siguiente, Helena pudo notar un cambio en el ambiente, ya no sentía la tensión en el aire, esa sensación de ser un animal en un zoológico totalmente expuesto a las miradas.
También algo había cambiado en ella, se sentía más libre y segura incluso no se alarmó cuando Benedict le tomó la mano para avanzar por el pasillo.
-¿Tienes algún plan para el fin de semana siguiente? – le preguntó él
-Nada particular. ¿Por qué?
- Quiero que vengas a cenar a casa. Mi padre volverá de su viaje esta semana , quiero que te conozca y además...
-¿Además?
-Te lo diré luego. Sólo tienes que venir, también quisiera que vinieran tu padre y tu hermano...- le dijo él y Lena lo detuvo tomándolo de la manga de la camisa
- Ben, ¿no puedes decirme de qué se trata? No me llevo muy bien con las sorpresas- le pidió. Benedict la observó, no había sido su intención pero se veía asustada. No había pensado en las malas experiencias de Helena, y lo mucho que le había costado ganar su confianza. Le sonrió. La tomó por los hombros y bajó un poco la cabeza para mirarla directamente a los ojos.
-¡Lástima, yo quería que fuera sorpresa! Es mi cumpleaños – confesó.
-¿Tu cumpleaños?
-Sí.
-¿Harás una fiesta? – preguntó frunciendo el ceño. Aún no se sentía cómoda con la exposición social.
-No, nunca me ha gustado demasiado celebrarlo, tengo sentimientos contradictorios con la fecha de mi nacimiento. Pero esta vez quiero que cenemos juntos , tu familia y la mía.
-Tu cumpleaños...- susurró ella como si estuviera pensándolo.
-Sí. ¿Entonces?
-Estaré allí delegado, lo prometo – respondió y luego entraron a clases.
A la tarde, ya en su casa Helena empezó a pensar en todo lo que implicaba la invitación de Ben, primero debía convencer a su padre y su hermano de ir, ambos eran reacios a las reuniones pero ,por otro lado, les agradaba Benedict. También tenía que buscar ropa para ponerse, quería estar linda ese día tan especial y también tenía que conseguir un regalo para su novio, eso era lo más complicado.
Fue a consultarle a su hermano para que le diera alguna idea.
-¿Qué puedo regalarle a un chico en su cumpleaños? – preguntó tímidamente.
-Depende el chico, supongo.
-Ben, es el cumpleaños de Ben. También nos invitó a cenar con él pero no tengo idea de qué podría regalarle. Quiero decir, él tiene muchas cosas y yo no tengo dinero para nada caro, tampoco estoy segura de qué podría gustarle...
-Sólo piensa en algo que le importe, o mejor en lo que te gustaría que te regalen a ti. Y Helena...
-¿Eh?
-Nada de ideas raras que incluyan contacto físico, ¿de acuerdo?
-En serio, Marco, ¿cómo rayos se me ocurrió consultarte? – le respondió sonrojada y su hermano se rió.
Al día siguiente Lena desplegó su propio plan para encontrar el regalo perfecto.
-A la tarde, ¿podemos ir a pasear? – pregunto Helena a Ben tratando de no sonar sospechosa.
-¿No piensas estudiar?, tenemos examen la semana que viene...- le dijo fingiendo seriedad aunque sus ojos brillaban encantados. Habían recorrido un largo camino juntos, ahora su chica mala, la que rehuía, lo estaba invitando a salir. Apenas si podía contener la sonrisa.
-Ben...
-De acuerdo, dejaré que me corrompas. Salgamos – dijo él.
Aquella tarde, Helena llevo a Benedict por las distintas tiendas del centro, disquerías, librerías y todo lo que pudiera contener algo que le gustara. Lo observaba atentamente tratando de captar lo que despertaba su interés.
Sin embargo se la notaba ansiosa y lo arrastró de un lado a otro sin descanso.
-Lena, ¿podemos descansar un rato? – la detuvo - ¿Qué te parece ir a tomar algo?
-Pero, aún nos falta...- empezó a protestar ella y Benedict la interrumpió con un beso.
-Esto es lo que quiero – le dijo cuando se apartaron.
-¿Qué?
-De regalo de cumpleaños, ¿no es lo que estamos buscando?
-¡Lo sabías!- exclamó y él se sonrió.
-Sí, eres muy transparente. Así que ya sabes, lo que quiero es a ti.
-Lo siento, Cole, mi hermano prohibió que el contacto físico estuviera involucrado en tu regalo de cumpleaños.
-¡No es su cumpleaños, no debería opinar!- protestó y esta vez ella rió.
-Parece que no somos buenos para las sorpresas- reflexionó ella y finalmente fueron a tomar algo.
-De verdad, no tienes que preocuparte tanto.- le repitió él mientras bebían unos batidos.
-Pero quiero darte algo. Es tu cumpleaños, es un día importante.
-Supongo...- respondió elevando los hombros en un gesto displicente
-Es el día que naciste.
-Y también el día que decidieron que no me querían.- dijo como al pasar, pero Helena ya lo conocía lo suficiente para saber que el tema de su adopción lo molestaba más de lo que admitía
-Pero, de otra forma, Benedict Cole, no te habría conocido.
-Creo que este año me dieron mi regalo de cumpleaños por adelantado – le dijo él guiñándole el ojo y ella supo que era su forma de cambiar de tema porque lo inquietaba. Y lo peor era que no había descubierto qué regalarle.