La charla fue a la mañana siguiente, junto con el desayuno. Tanto Benedict como su padre se disculparon. Ben se animó a bajar las barreras, a ser aún el adolescente confundido y vulnerable que era, el que temía ser abandonado.
Sus padres entendieron, sus padres consolaron, sus padres le dijeron lo mucho que lo amaban. Y lo mucho que agradecía que hubiera llegado a su vida.
-Te amamos a ti, Ben. No necesitas ser perfecto, puedes equivocarte, no voy a amarte menos. Ni voy a dejarte – le explicó su madre con voz temblorosa. Durante años se lo había tratado de demostrar con sus acciones, ahora entendía que él también necesitaba las palabras, que decirlo podía despejar las sombras.
Luego le habían dejado feliz cumpleaños, y la madre lo había dejado con el padre a solas. No podía ser intermediaria, necesitaban hacerlo solos.
-Sé que tus cumpleaños te ponían incómodo, por eso no pensé mucho al acordar la reunión, Ben.
-Eso cambió este año- dijo él.
-Sí, tu madre me lo explicó. Helena.
-Sí, Helena- respondió él.
-Me alegra, Ben. Estoy ansioso por conocerla esta noche, no tienes que preocuparte, no voy a espantarla. Te trajo de regreso – agregó y los dos sabían que no se refería solo a lo sucedido la noche anterior.
-Gracias- respondió sonriendo y su padre le revolvió el cabello como si aún fuera un niño pequeño.
Lena lo llamó para ver cómo estaba y para verlo, la cena sería a la noche pero quería verlo antes y él no dudó en ir a su encuentro. Se citaron en un parque. Helena estaba sentada en un banco, Ben se detuvo un momento a observarla antes de que ella notara su presencia. No sabía si algún día volvería a buscar a su madre biológica , había entendido que muchas personas se iban y otras llegaban para quedarse. Por ejemplo sus padres y Helena. Y estaba eternamente agradecido, ahora podía ver cuán afortunado era. Iba a elegir ser el Benedict que sus padres habían amaban y el Benedict de Helena.El que esas personas habían elegido tener en sus vidas, no el que habían abandonado.
-Hola, fugitivo- lo saludó al verlo llegar.
-Hola, chica mala- respondió sentándose a su lado.
-¿Cómo fue todo? – preguntó cautelosa.
-Hablamos y creo que todo irá mejor ahora, voy a dejar de poner barreras. No siempre fue consciente, pero sí lo hacía. Y no voy a esforzarme tanto por ser perfecto, quizás desapruebe un par de evaluaciones- dijo bromeando.
-Eso no, no quiero ser tu mala influencia.
-Jamás lo serás. Más cuando no puedes esperar pro verme – dijo y de pronto se preocupó- Si vendrán esta noche, ¿verdad? No sucedió nada.
-Iremos, no pasó nada. Quería verte para saber cómo estabas y porque quería darte tu regalo- dijo bajando su tono de voz. Había preferido dárselo a solas, se sentía incómoda, pero sería mucho peor si estaban ambas familias – Feliz cumpleaños, Ben- dijo extendiéndole el paquete envuelto.
-Gracias – respondió también algo cohibido y lo desenvolvió. Era una brújula con tapa donde tenía una pequeña inscripción "Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma" Benedict lo reconocía , era un fragmento del poema Invictus de Henley.
-Para que no vuelvas a perderte, y también porque me ayudaste a encontrar mi rumbo de nuevo – susurró Helena.
-Es...el regalo perfecto – respondió emocionado y apoyó una mano en la mejilla de ella para obligarla a mirarlo- Gracias, Lena.
-Gracias por no rendirte – respondió ella.
-Te amo- declaró Ben y la besó.
La cena por su cumpleaños fue muy amena. Al inicio todos estaban algo tensos e incómodos, pero la familia de ambos querían que aquel fuera un momento feliz para los jóvenes, así que se esforzaron por lograrlo.
El padre de Lena y su hermano se habían sentido algo intimidados por la posición económica de los padres de Ben, habían sabido que su familia tenía dinero, pero al llegar al lujoso edificio en las mejores zonas de la ciudad, se habían sentido algo fuera de lugar. Además el padre había tratado de que su discapacidad no lo acobardara aún más, pero se sentía una carga para sus hijos más que nunca. No había imaginado estar así cuando conociera a la familia del novio de su hija, la vida estaba llena de malas pasadas, pero Lena había sacrificado tanto y había sido tan valiente, que él podía sacrificar su orgullo. Sin embargo, los Cole fueron muy amables , además el padre de Ben resultó ser un fan del boxeo así que habían encontrado un tema en común y al mediar la cena ya estaban todos relajados, disfrutando del festejo. Cuando se despidieron fueron sinceros al decir que había sido una noche agradable y que esperaban que se repitiera.
Cuando los Wilde se marcharon, el padre de Ben dio su aprobación.
-Es una chica encantadora, Ben.
-No lo era al principio- respondió risueño recordando lo que le había costado llegar a ella.
-Pero entiendo porque te gusta tanto.Y según me contaron hasta te pusieron un ojo negro por ella, así que debe valerlo.
-Lo vale, y se encargó de vengarme – contó. Estaba feliz.
-Quiero escuchar esa parte de la historia- dijo el padre y durante un rato Benedict presumió sobre su novia que no toleraba las injusticias y atrapaba ladrones en la calle.
Helena tomó el teléfono que no dejaba de sonar y miró el mensaje.
“Si llegas tarde esta vez, no te lo perdonaré. Tu Delegado”
Entonces miró la hora y se asustó. No podía ser tan tarde.
-¡Marco, date prisa!
- Papá y yo estamos listos, eres tú quien aún no lo está. Además va a esperarte, Helena. No se irá de allí hasta que llegues.
-Sí, es verdad. Pero no quiero hacerlo esperar – respondió sonriendo y su hermano hizo una cara de repulsión.
-¡Juliaaaaaaaaaaa!¡Puedes venir, no soporto a mi hermana! – llamó y la aludida entró apurada.
-Vete de aquí, no entiendes nada- dijo empujándolo- ¿Nerviosa?- le preguntó a la joven.