Capitulo 4.

Kelya. 
    

   Cuando la tarde llegó mis padres estaban nerviosos por conocer al nuevo miembro de la familia. Yo por mi parte había hecho una investigación con ayuda de Cyn; buscamos imágenes en su banco de datos sobre los humanos en la antigüedad y ante nosotras aparecieron cientos de imágenes de humanos llamados neandertales. Y ninguno de ellos era atractivo por lo que ya me había preparado mentalmente para que el despreciar y rechazar a mi prometido me fuera más fácil, aún más. Escuché la voz de aviso anunciando el aterrizaje de una pequeña nave y sentí mi estómago revólveres de los nervios.  
   

     Luego de unos quince minutos las compuertas de la sala de aterrizaje se abrieron y logré divisar la silueta de un hombre alto y de complexión atlética caminando a pasos lentos en nuestra dirección mientras refregaba una de sus manos en su pantalón como si deseara quitarse mugre acumulada allí. Cuando él se acercó lo suficiente para que las luces iluminarán su figura, comprendí que Cyn y yo habíamos estado en un gran error al decir que sería fácil odiar al terrícola.  

-Sr. Collins. 

-No se preocupen por las formalidades, pueden llamarme Eithan; después de todo ustedes serán mis suegros. ¿Verdad?  

    Mis padres se miraron entre sí sin saber que responder ante esa pregunta y verlos así me causo gracia. 

-Supongo que eso es un sí.  

    Eithan sonrió ampliamente y su sonrisa era deslumbrante con dientes parejos y perfectos, pero algo me decía que su sonrisa no era de afecto y mucho menos sincera. Su pelo rubio le daba un toqué angelical, pero sus ojos azules eran fríos como el hielo, casi como si no hubieran emociones en ellos. Eso solo causo que mis labios emitieran un sonido en desaprobación y entonces llame su atención.