La vida en la Tierra era como siempre, hambre, guerras, intrigas en todos los países, pero un día unos seres llegados del espacio pusieron sus naves sobre las capitales del mundo, inmediatamente se conectaron a todos los aparatos que pudieran reproducir su mensaje. En todas las pantallas apareció un ser que no dejaba ver nada de su piel, solo se visualizaba una figura humanoide, cubierta por completo con una túnica con capucha, la voz era monótona, con tonos mecánicos.
— Todos los gobiernos deben reconocernos como sus conquistadores, sino destruiremos la vida en su mundo. Tienen una semana humana para darnos la respuesta — la transmisión terminó y todo volvió a la normalidad.
Hubo opiniones divididas entre las personas, unos creían que las naves eran hologramas, otros que era una broma de mal gusto, también que eran los famosos "hombres verdes",que aunque les hicieramos caso destruirían nuestro mundo. En las altas esferas ya habían comprobado que alrededor del planeta había varias naves gigantescas, pero que por alguna razón solo eran visibles si se estaba muy cerca, en cambio desde la tierra, se siguió viendo el manto de estrellas todas las noches. Los radares y demás no los registraban.
Todos los gobernantes del mundo se reunieron urgentemente en un bunker, en un lugar perdido en el ártico, informaron a los demás de lo que sabían, las opiniones eran muy dispares.
— No debemos dejarnos amedrentar, tenemos bombas atómicas para aniquilarlos.
— Que destruirán el ambiente para nosotros también, puede que ganemos ¡¡Pero a qué precio!! Ya no podremos vivir en esos lugares.
— No importa el precio, no dejaremos que nos hagan sus esclavos — alentó a los demás el gobernante de una de las naciones más poderosas, para que aprobaran su posición ofensiva.
Al ver que los humanos no daban una respuesta en el plazo indicado, el mismo ser apareció en las pantallas de los monitores, Tablet y demás de los que estaban en esta reunión secreta.
— ¿Nos tienen una respuesta?
— Sí — dijo el que propuso tirar bombas nucleares.
— No — rebatió otro, que estaba de acuerdo en tomas medidas más conservadoras.
— Veo que debemos demostrarles nuestro poder.
En los monitores se vio un disparo que salió de una de las grandes naves espaciales, llegó a un lugar donde no había humanos, apenas el rayo se estrelló con la superficie, las plantas, y los lagos desaparecieron, solo quedó la tierra yerma, y desolada, que era esparcida por el viento.
— Los contactaremos en una hora — todo quedó de nuevo en oscuras.
Luego de este plazo, y a pesar de las medidas tomadas por los terrestres, por tercera vez el ser cuyo rostro estaba cubierto, apareció de nuevo en las pantallas de los gobernantes.
— Si aceptan nuestro protectorado sobre ustedes no haremos esto de nuevo.
— Protectorado mis... — el resto de los presentes se puso frente a él, que al ver como lo miraban, prefirió quedarse callado.
— En nombre de todos los reunidos — dijo el gobernante de un país de Europa — nos rendimos a ustedes.
— Me parece una decisión acertada.
Luego se formó un silencio incómodo para todos, hasta que uno de los presidentes verbalizó la pregunta que se hacían todos.
— ¿Qué desean de nosotros? Dinero, joyas... ¿Van a poner a su gente en los gobiernos de los países?
— Nada de eso, no queremos guerras, ni masacres, ya que la mayoría es por necesidades alimenticias les ayudaremos a tener más agua, y terrenos fértiles. Solo solicitamos que entre las hembras de su raza, nos envién a cuatro cada doce meses, las devolveremos a los seis años.
— ¿Cuatro mujeres? — muchos de los presentes empezaron a murmurar, teorizando para que las querían.
— Deben estar en edad fértil, sin problemas de reproducción, que no tenga lazos sanguíneos con nadie en su planeta.
— ¿Para que las quieren?
— Eso no es importante, tienen mi promesa que no se les dañara, a cambio les ayudaremos como les dijimos para erradicar el hambre. Lo olvidada, además necesitamos...
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Pasado dos años, la vida en la Tierra mejoró notablemente, muchos lugares que antes no se podían usar para cultivar ahora eran verdaderos vergeles, la capa de ozono fue restaurada, las guerras no estaban permitidas, se empezó a controlar la natalidad, ya que, al haber más comida, podría haber una sobrepoblación. La delincuencia seguía manteniéndose, los invasores no hacían nada para detenerlos ya que lo consideraban una situación interna que debían controlar los humanos.
Neshi, era una jovencita morena de ojos almendrados, cuyos padres trabajaban en el campo, con la ayuda de la tecnología de los conquistadores espaciales ahora su granja, que solo daba para lo más básico, servía para cultivar lo que quisieran, incluso contrataron trabajadores, para poder descansar un poco de las labores más pesadas.
La muchacha estaba preparando sus cosas para irse a la gran ciudad, había conseguido entrar a una de las universidades más prestigiosas del país, los años de arduo estudio habían dado fruto. De reojo miraba a su hermano mellizo, Shaoran, quien también preparaba una maleta, también iría a la capital, pero a un instituto especializado que le ayudaría a poder desarrollar alguna habilidad que le permitirá mantenerse económicamente, era autista, no hablante, no le gustaban los cambios, ni nada nuevo, pero gracias a su hermana, el logro desarrollar cierto grado de flexibilidad. Por eso se le adjudicó la beca que le ayudaría solventar los gastos de sus estudios especiales.
La mujer mayor miró a la hija, su corazón se encogió de angustia al pensar que pronto ya no podría tenerla a su lado, ni darle su amor de madre, todo lo contrario de lo que le ocurría al ver a su hijo.
"Que fue lo que hice mal ¿Le di poco cariño? Tome algún medicamento, o comida... o no me abrigue lo necesario — siempre estas preguntas rondaban su mente".
Siempre se culpó de la condición de su hijo, a pesar que le dijeron que era algo genético, o producto de los contaminantes, ella solo sabía que su único varón no podría cuidarlos en su vejez, ya que en su país no estaba permitido tener más de dos hijos.