El frío calaba por todo mi cuerpo, estaba lloviendo con fuerza y no sabía que estaba haciendo, la discusión con mis padres había hecho que tomara la decisión de escapar, tenía dieciocho años y mi madre quería hacer de mí una mujer de hogar sumisa que no podía responder a su marido aunque no tuviera la razón, simplemente porque el hombre era la cabeza de la casa. Nunca objetó nada, jamás dije algo, siempre fui la mejor estudiante, la mejor hija, pero estaba cansada de que para ellos todo era pecado y una falta ante Dios.
Llegué a un hotel cerca de donde estaba, tenía un poco de dinero que guarde de la merienda que me daban mis padres. Alquilaría una habitación para pasar la noche, solo necesito respirar un poco, luego regresaré a casa y hablaré con mis padres.
Al final dormir no había sido tan fácil, así que decidí salir al hotel a dar una vuelta, estaba empezando a arrepentirme de esto, pero ya era tarde, no podía volver a casa a esta hora, era peligroso. Camino hasta un pequeño bar que tiene lugar y tomó asiento en la barra al lado de un hombre con un costoso traje.
—Podría darme una botella de agua, ¿Por favor? —digo dirigiéndome al encargado del sitio. El hombre asiente buscando lo que le pedí, regresa con la botella y con rapidez la abro para tomar de ella.
—Si no lo haces más despacio vas a terminar atragantándote, chica.
Alejo la botella para observar al hombre a mi lado.
—Lo siento, es solo que estoy teniendo una mala noche, no suelo salir sola y mucho menos a esta hora —Asiente mirándome fijamente.
—Sí, lo intuí por la forma en como vistes, no debes tener más de veinte años y aún vives con tus padres, podría decir que son estrictos y religiosos, ¿deje algo sin decir?
«Sí, que soy virgen y jamás he besado a nadie, pero no pienso decirle eso».
—¿Es un tipo de psicólogo, o algo así? —Sonríe negando.
—No, siempre fui bueno para estudiar a las personas, mi madre solía decir que era psíquico —río sabiendo que eso no existe o bueno, eso dicen mis padres.
La conversación con Henry como supe se llamaba término con nosotros en mi habitación, no sabía que estaba haciendo, pero era la primera vez que me sentía viva, el amor lo había creado Dios, no creía que esto fuera malo, aunque estuviera con un desconocido, si podría estar loca, pero quería esto, lo necesitaba.
—Estás temblando, Ariel, empiezo a creer que eres virgen —Siento como mis mejillas se calientan —. ¿Lo eres? —Asiento.
—Sí, lo siento, no soy de hacer estas cosas, pero es la primera vez que hago algo porque quiero.
—Te cuidaré, haré que esta vez sea inolvidable para ti, te lo prometo.
Sus besos recorrieron todo mi cuerpo y sentí sensaciones que jamás nadie se que podría hacerme sentir. Henry era un hombre experto en lo que hacía, no solo porque era mayor que yo por diez años, sino por su forma en como me tocaba, la noche fue la mejor de mi vida, sus caricias, la manera en como me toco hizo que su recuerdo quedará grabado en mi mente para siempre, esperaba que el destino y Dios nos uniera en algún momento.
***
La noche con ese desconocido en aquel hotel dejo una pequeña niña de cuatro años que amo con mi alma, dos meses después me enteré que estaba embarazada, mis padres me corrieron de casa y tuve que pasar muchas noches en la calle y comiendo de la basura de los restaurantes cercanos. Antes de tener a Emilia una mujer se apiadó de mí y me llevó con ella, Alisson fue mi salvación y la de mi hija. Observo a mi pequeña en su cama en nuestra casa y la de Alisson mi mejor amiga que parece más mi madre.
—Mami, tengo calor — Sonrío quitándole la cobija y observo que su pijama está mojada en sudor y que tiene un poco de fiebre.
—Estás sudando y tienes fiebre hija, ¿Te duele algo? —Niega.
—No, solo tengo calor
—Bien, dejaré el aire encendido para que duermas mejor. Te amo, mi amor.
—Yo también mami —besó su frente y arrugo mi entrecejo cuando noto unas pequeñas bolitas en su cuello.
—Hija, ¿Te duele? —digo, acariciando su cuello con delicadeza.
—No —Asiento sonreído y luego de besarla salgo de la habitación muy preocupada.
Mi mejor amiga me observa con una ceja alzada al notar mi expresión de preocupación.
—¿Qué sucede?, ¿Pasó algo con Emilia?
—No lo sé, me dijo que tenía calor y cuando la toqué estaba sudando mucho, también noté unas bolitas a los lados de su cuello, no creo que sea normal.
—Iba a decirte sobre eso, lo he notado estos últimos días y también que aunque coma su peso no aumenta, pienso que lo mejor es que la lleves al médico.
—Eso haré mañana mismo.
Después de eso la preocupación no pudo dejar mi cuerpo. Al día siguiente la llevé y su pediatra realizó algunos exámenes. Hoy es el día de saber que estaba pasando y la expresión de él no me daba mucha tranquilidad, el doctor no dejaba de mirar los exámenes de mi hija con preocupación.