Hace dos meses me enteré que mi pequeña hija tiene una enfermedad que puede causarle la muerte, desde entonces los días han sido una tortura. Emilia sufre de sudoración excesiva, su peso no aumenta aunque coma bien y eso hace que su rendimiento sea menor, tiene fuertes náuseas y vómitos y también se fatiga muy rápido. Mi corazón cada vez se parte más al ver a mi pequeña niña sufriendo de esa manera, he hecho de todo para que esté mejor, pero nada ha funcionado.
Dos meses en los que he buscado ayuda por todas partes. Tuve que ir hasta donde mis padres, pero como cuando se enteraron que estaba embarazada, me cerraron la puerta en la cara.
Vendí todo lo poco que tenía, pero no fue suficiente, nada ha funcionado, he intentado buscar a su padre y no tengo ninguna pista, es como si el hombre no existiera o simplemente se lo hubiera tragado la tierra. Suspiro entrando a la sala donde está Alisson mirando las noticias, acabo de dormir a mi hija, espero que esta noche pueda hacerlo bien.
—¿Ya se durmió? —Asiento sentándome a su lado.
—Sí, me duele verla en ese estado, no se que más hacer para ayudarla.
—Nada de esto es tu culpa nena, jamás pensaste que tu hija podría pasar por algo como eso —Niego Sollozando.
—Empiezo a creer que mi madre tenía razón y Dios me está castigando por lo que hice, una vez me lo dijo, iba a arrepentirme de estar con alguien que no conocía por solo placer.
—No digas tonterías Ariel, tus padres están equivocados, te criaron conuna religión creada por ellos, todos somos humanos y cometemos errores —Sollozo escuchando sus palabras —. Jamás permitieron que te relacionaras con nadie, nunca tuviste un novio y ni siquiera habías besado a nadie jamás. Sucedió lo que tenía que suceder, te sedujeron y tu cuerpo se dejó llevar por lo que sentía, los responsables fueron ellos por no dejar que conocieras el mundo como en realidad es y no pienso que Dios esté castigándote, el Dios que mis padres me mostraron no es así, al contrario, esto tiene que tener un propósito.
—No puedo creer que la enfermedad de mi hija tenga un propósito y si es asi que cruel, ¿por qué no podría ser yo?
—Las cosas muchas veces no suelen ser como queremos Cariño, no es nuestra voluntad, es la de él, creo que eso te lo decía mucho tu madre —Asiento.
—Estoy volviéndome loca, no se donde más buscar a ese hombre, si no consigo encontrarlo mi hija va a morir.
Siento como su mano acaricia mi pelo mientras recuesto mi cabeza en sus piernas con la mirada en la televisión. En ese momento un periodista sale hablando sobre la reconocida y multimillonaria farmacéutica Parmacos HS, al parecer su dueño lanzará un fármaco que podría salvar el SIDA. En ese momento la foto del hombre aparece haciendo que jadea sorprendida.
—Es él, es Henry —Me levantó de las piernas de Alison para mirarla con asombro e ilusión.
—¿Henry Smith? —Asiento —. Por Dios mujer, ese hombre es muy poderoso y millonario, tiene treinta y dos años y jamás se le ha conocido una mujer, ni siquiera tiene esposa, ¿acaso eso no llama tu atención?
—No y eso es lo que menos me importa, necesito ir allá, tengo que verlo y hablar con él —Suspiró negando.
—Jamás pensé que te diría esto, pero creo que debemos esperar a que el banco te contacte, créeme cuando te digo que ese hombre ni siquiera se acordara de ti, no creo que te dé el dinero para ayudar a Emilia —Niego observándola como si estuviera loca.
—El banco me negó el préstamo, no quería decírtelo, pero ya usé todas las medidas existentes, mi hija me necesita, tengo que intentarlo, no creo que se haya acostado con muchas vírgenes.
***
Observó el imponente edificio frente a mí y los nervios se apoderan de mi cuerpo, no se si esto terminará bien, pero no puedo solo salir corriendo, mi hija me necesita y si tengo que enfrentarme a su padre después de tres años lo haré. Tomo fuerzas de donde no las tengo para caminar hasta la entrada del lugar, observó a una hermosa mujer que me sonríe cuando me acerco a ella.
—Bienvenida a Parmacos HS. ¿En qué puedo ayudarle?
—Buenos días, necesito hablar con el Señor Smith —La mujer me observa de una manera muy despectiva, mostrándome que mi apariencia no le hace gracia.
—Lo siento, pero el señor solo atiende si se tiene cita previa.
—Lo se, pero en serio me urge hablar con él, es importante
«Por favor Dios, que se apiade de mí, mi hija necesita esto, ayúdanos».
—Discúlpeme, pero no puedo hacer nada, puedo perder mi empleo si la dejo pasar —dice alejando la mirada de mí para ponerla en el teléfono que no deja de sonar.
Observo el sitio en el que está ella y una tarjeta de acceso cerca a su computador, llama mi atención, con cuidado me acerco y la tomó caminando hasta el ascensor sin que ella se dé cuenta, no voy a irme de aquí hasta que hable con ese hombre.
Coloco la tarjeta en el panel del elevador y cuando las puertas se abren entro con rapidez sintiendo como mi corazón late con fuerza, esto no es normal en mí, pero desde que mi hija nació muchas cosas no son normales. Observo los números del ascensor y cuando llega al último piso salgo rápido. Una chica como la de abajo está al teléfono, así qué pasó agachada para que no me vea y cuando estoy al fondo frente a la gran puerta la abro y entro cerrando con rapidez.