Conquistando a Emilia

Capítulo 3

Después de lo que pasó con Henry en la fundación no había vuelto a saber de él, llevaba tres días esperando la respuesta de la fundación y no tenía nada de ellos, empezaba a creer que él había tenido que ver con eso, no entendía por qué él nos odiaba tanto, mi hija no tenía la culpa de lo que le pasó a su prometida, en realidad ahora al saber eso, espero que no estuviera con ella cuando estuvo conmigo porque si era así, la culpa me acompañaría todos los días de mi vida. 

Beso, la frente de mi hija para que entre a su clase y cuando me percato de que todo está bien, salgo de la escuela para ir directo a la fundación, no pienso esperar más.

Quince minutos después estoy subiendo las escaleras de la fundación hasta la oficina de Dorotea, sin más entro encontrándola con una mujer muy parecida a ella. 

—¿Ariel?, ¿Qué pasa?, ¿Por qué entras así?

—Llevo tres días esperando su respuesta, han pasado casi dos meses desde que mi hija fue diagnosticada y no ha recibido su tratamiento, no puedo seguir así, necesito que me diga si nos ayudará o no —ella suspira mirando a la mujer a su lado. 

—Comprendo tu preocupación, pero la fundación ahora mismo no está pasando por una buena situación, la persona que dona el dinero no está de acuerdo en seguir haciéndolo —rio negando. 

—¿Y ese hombre es su hijo?

—¿Cómo sabes eso? —Basta de esto, ellas sabrán la verdad. 

—Porque es el padre de mi hija y fui una estúpida al creer que él nos ayudaría —la mujer abre los ojos sorprendida. 

—¿Qué?, ¿Qué estás diciendo mujer?

—La verdad, hace cuatro años su hijo y yo tuvimos un encuentro, él se fue al día siguiente y no supe, sino solo su nombre, dos meses después me enteré que estaba embarazada y créame que no quería saber de él, mi hija ha estado bien sin él, pero por desgracia enfermo y mi seguro y sueldo no me permiten cubrir su medicamento —el lugar se queda en silencio y luego la mujer a su lado habla. 

—¿En realidad es su hija? —Asiento. 

—Fui criada en una familia muy conservadora y religiosa, mentir jamás fue algo aceptable y mucho menos para conseguir dinero a cambio. Es su hija, pero él solo me echo de su oficina y le importó poco su hija —ellas se miran entre sí y luego colocan la mirada en mí.

—Mi hermano no la ha pasado muy bien y siempre huye de las personas que pasan por lo mismo que su prometida, pero no puedo creer que esté haciendo esto. 

—Entiendo lo que pasó, pero eso no justifica que no le importe su propia hija, estoy dispuesta a que se hagan una prueba si eso ayuda a que mi hija tenga su tratamiento. No lo quiero cerca de nosotros, solo quiero que cumpla con su papel y ayude a su hija. 

—Comprendo que no quieras que mi hijo haga parte de la vida de tu hija, pero si es verdad que lo es, no puedes alejarla de él, tiene derecho —aprieto las manos con fuerza.

—No, él lo perdió en el momento en que la dejó que muriera, ahora quiero saber si van a ayudarme o debo buscar otra solución. 

—Dices que somos tu única salida, ¿que más podrías hacer? 

—Lo que sea necesario, por mi hija estoy dispuesta a todo 

 

***

Salí de ese lugar con el corazón en la mano y la rabia fluyendo por todo mi cuerpo, esa familia era horrible, pidieron que a mi hija se le realizará una prueba de paternidad porque creían que yo era una cazafortunas que quería el dinero de su hijo y hermano, no me importaba si creían eso de mí o no, haría lo que fuera con tal de que ella recibiera su tratamiento. 

Golpes fuertes en mi puerta hacen que limpie con rapidez mis manos en el trapo que tengo en ellas y corra para ver quién golpea con tanta insistencia. 

—Un momento —abro la puerta jadeando cuando Henry entra golpeando mi hombro, parece un toro enfurecido. 

—¿Qué parte de que no te quiera en mi vida no entendiste?, llegar a decirle a mi familia que esa niña es mi hija es un gran grado de cinismo. 

—No tuve salida, tú no querías ayudarme e interferiste en que ella fuera ayudada, ¿que te hemos hecho? 

—¡Existir!, ¡Maldigo el día en que me acosté contigo!, ¿cuánto quieres para que me dejes en paz? —Aprieto las manos y respiro profundo. 

—No quiero nada para mí, quiero que pagues el tratamiento de mi hija, te lo pagaré, haré lo que quieras con tal de que ella se salve —una de sus cejas se alza en mi dirección. 

—¿Lo que quiera? —Asiento —. Nos haremos una prueba de ADN, si tu hija resulta ser mía también, les daré el dinero que necesitan y uno de mis medicamentos más productivos para que sus síntomas no sean tan fuertes, pero a cambio tú serás mi amante.

—¿Qué? 

—Dijiste que harías lo que fuera, quiero eso a cambio, me fastidia estar solo, necesito una compañía, si tú lo eres, yo haré que tu hija viva. 

«Esto es humillante y detestable, ¿que le pasó a este hombre para que sea así?».

—No quiero que te acerques a mi hija, haré lo que quieras, pero no quiero que le digas a mi hija que eres su padre y tampoco quiero a tu familia a su lado —sonríe negando. 




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