Llegamos a la clínica y después de que la oncóloga de mi hija hiciera todo lo necesario para saber en qué etapa estaba el linfoma, pudieron escoger el tratamiento necesario para ella, Emilia recibiría quimioterapias por vía oral, mi pequeña solo tenía cuatro años para sufrir y eso era lo que menos quería, así que gracias a Dios su fase estaba en estadio I, eso significaba que no era mortal, no estaba terminal.
Salimos de la clínica y no podía dejar de sentir que mi corazón se iba a salir de mi pecho, sabía que tarde o temprano tendría que cumplir con mi parte del trato. ¿Cómo estaría con ese hombre?, fue el único que con el que he estado, después de enterarme de que estaba embarazada y ser echada de la casa me enfoque en mi hija, mi vida privada quedo atrás.
Entro en mi casa y jadeo del miedo cuando lo veo sentado en el sofá de la sala, ¿cómo rayos entro?
—Mami, el monstruo está aquí —mi hija me abraza de la cintura, mientras que Henry no deja de mirarla.
—¿Se lo dijiste? —niego.
—No, claro que no, ¿cómo entraste?
—Tengo mis métodos, necesitaba hablar contigo y no sé tu número de móvil.
—Está muy tarde ya, creo que lo mejor es que lo dejemos para mañana —gruñe negando y empiezo a perder la paciencia con él.
—Las cosas no son así, aquí se hace lo que yo diga, ve a dormirla, después regresas, tenemos muchas cosas que hablar.
Me alejo sin decir una palabra porque en realidad no quiero que mi hija vea como lo mando a volar, ¿que se cree?, el hecho que tenga que acostarme con él no significa que quiera mandar sobre mi vida y mi casa.
Suspirando entro en la habitación de mi hija para ayudarla a cambiarse, la parte de su cuello está muy roja, el estar rascándose mucho hace que su piel se irrite.
—Mami.
—¿Sí, mi amor?
—¿El Monstruo vivirá con nosotros? —niego haciendo que me mire.
—No, mi amor, él solo estará aquí de vez en cuando, ayudará con tu tratamiento, por eso está aquí.
—No me gusta, me da miedo, parece el ogro de Shrek —aprieto los labios para no reír por sus palabras.
—Todo estará bien, te lo prometo, ahora entra a la cama, mama te leerá un libro, si necesitas algo, por favor dímelo —Asiente y después de un tiempo regreso a la sala para encontrarlo en la misma posición.
—¿Por qué demoraste tanto? —gruño apretando las manos a mis lados, él hace que pierda muy fácil la paciencia.
—Mi hija tiene un ritual antes de dormir.
—La tienes muy consentida, debes enseñarle la realidad de la vida, solo así no sufrirá en ella.
—Voy a pedirte el grande favor que en la educación y demás de mi hija no te metas, yo la he criado todo este tiempo sola y así seguirá siendo, ¿queda claro?
—No he dicho lo contrario, solo digo lo que es evidente, empezara un proceso muy delicado, no es fácil lo que pasara, la tienes viviendo en un cuento de hadas.
«¿Por qué es tan cruel?, este hombre es un desespero».
—Claro, tú sabes de eso más que yo, ¿no es así?, ¿por eso odias a mi hija? —su semblante se endurece y da dos pasos al frente para quedar más cerca de mí.
—No vuelvas a hablar jamás de eso, no te lo permito.
—Entonces no vuelvas a meterte en la manera en como educo a mi hija, es una niña de cuatro años, casi cinco, ¿qué esperas?, ¿que le diga que va a morir?
—Sí, eso podrías decirle, es mejor que esté lista, porque eso puede pasar.
—No, no va a pasar, mientras yo siga con vida, no pienso dejar que pase, mi hija no morirá, no lo hará.
Me observa por unos segundos más y después se aleja para regresar al lugar en el que estaba antes.
—Jamás conocí una persona tan optimista como tú, ¿tanto la amas? —abro los ojos sorprendida por esa pregunta, ¿en serio dijo eso?
—Claro que sí, es mi hija, la tuve en mi vientre por nueve meses, sentí sus patadita y como crecía cada día más, ¿cómo no voy a quererla? —él solo levanta los hombros como si nada.
—La tuviste con un hombre que no conocías, estuviste todo este tiempo sola, otra mujer no la querría cerca de ella.
—Mi hija no tiene la culpa de mis errores, ¿por qué la condenaría?, no sé que tipo de educación te dieron, pero la mía no fue esa, tus errores son tuyos, nadie debe pagar por ellos —Asiente quedándose en silencio.
—Te espero mañana en la mañana en mi oficina, te daré el dinero y luego iremos a mi casa, necesito dejar tanto estrés que me has causado.
Sin más pasa por mi lado como si nada y antes de abrir la puerta me observa sobre su hombro.
—Aunque sea mi hija, no pienso darle mi apellido, ¿está claro? —siento como mis ojos se llenan de lágrimas.
—No lo he pedido y jamás lo haré, no lo necesitamos.
No dice nada y solo cierra la puerta de mi casa haciendo que caiga al piso sollozando, ¿por qué tengo que pasar por todo esto?, ¿qué mal le hice a ese hombre?, parece que no solo la odiara a ella, también lo hace conmigo, creo que el haberme cruzado en su camino hizo que algo cambiara en él y por eso me odia.