Conquistando Al Francés

CAPITULO 14 ¿,QUÉ SOMOS?

Sentía que la cabeza le estallaría en cualquier momento. Abrir los ojos era un martirio; le daba vueltas toda la habitación. Se dio la vuelta, no quería moverse de la seguridad y calidez de la cama. Abrió los ojos, percatándose de que no era la única en ella.

Aterrada, levantó un poco las cobijas, dándose cuenta de que estaba completamente desnuda.
—¿Pero qué demonios? —musitó, entrando en estado de alerta. Su dolor de cabeza iba en aumento.

Destapó a la persona que estaba cubierta bajo las sábanas por completo. Al ver quién era, Christina abrió los ojos como platos. Como acto reflejo, llevó sus manos a la boca, ahogando un grito de histeria. «¿Qué carajos hiciste, Christina?».

El calor de la vergüenza se materializó en su rostro, tiñéndolo de un rojo casi manzana.
—¡GERARD! —exclamó la conmocionada Christina, no aguantando el colapso mental que estaba a punto de tener.

Despertó alterado por semejante grito. Se incorporó con brusquedad y desorientado. Esa no era su habitación. Miró a su lado, y lo que estaba ahí lo dejó con sus azules ojos abiertos a su máxima expresión. «Esto no puede ser lo que estás pensando, Gerard… ¿o sí?», cuestionó el francés, pasándose las manos en señal de frustración por sus lacios mechones rubios despeinados.

—¿Dime que esto no es lo que estoy pensando, Christina? —tenía la vaga esperanza de que la castaña al otro lado de la cama le confirmara la respuesta que él deseaba escuchar—, ¡Christina, te estoy haciendo una pregunta!

—¡No me grites! —exigió Christina, ofuscada, hablando en francés. Masajeaba sus sienes, tratando de apaciguar inútilmente su creciente jaqueca, producto de la resaca por tomar de más.

Se levantó de la cama, cubriéndose rápidamente. Tomó la ropa interior y el resto de prendas desperdigadas por el suelo. Él estaba tomado, pero no al grado de alcoholización de Christina. Las imágenes de lo ocurrido la noche anterior pasaban por su cabeza como una película en cámara rápida. Luego de subirse el pantalón, volvió a posar sus ojos en Christina.
—Lo siento, Chris…

—¿Pasó lo que estoy pensando, verdad? —susurró la latina.

Un compendio de sensaciones la invadió en cuanto Gerard le confirmó sus sospechas con un asentimiento de cabeza. Sentía que todo a su alrededor daba vueltas. ¿Cómo era esto posible? Gerard no se la llevaría a la cama ni aunque fuera la última mujer en la faz de la tierra.

—Christina, escucha: lo que pasó anoche solo fue un error. Estábamos tomados y…

—Solo vete, Gerard —dijo, volviendo a acostarse hecha un ovillo en la cama.

Veía su espalda; la sábana no le había tapado todo. Quería pedir disculpas por lo que sea que le hubiera hecho… ¿Pero qué iba a decirle? Dio unos pasos acercándose a la cama, parando en seco cuando escuchó a la castaña pedirle que se marchara. Tomó su arrugada camisa para irse como ella se lo había pedido.

Sus lágrimas salieron unas tras otra. Había hecho la estupidez más grande de todas. En cuanto escuchó la puerta de la habitación cerrarse, se dio la vuelta hacia el lado de la cama donde Gerard había dormido. Tomó una de las almohadas para abrazarse a esta como si se tratase de una tabla salvavidas.
—¿Cómo dejaste que esto pasara, tonta? Sabes que Gerard solo ve en ti un contrato…

Con ese último pensamiento, la castaña lloró en silencio en esa habitación de hotel hasta ser vencida por el cansancio y el malestar en su cuerpo, causados por los estragos del champán y los varios cócteles ingeridos en esa noche de la que tanto se estaba arrepintiendo.

•••

Era un día en el que no quería salir de su habitación. Tenía muchas cosas en las que debía ocuparse, pero debía ayudar a Christina con su asunto migratorio. Su reloj en la mano derecha marcaba un cuarto para las dos de la tarde. Paulette no tardaría en llegar.

—Solo espero que no haga más preguntas como las de anoche —pensó Gerard en voz alta.

—Bonjour —saludaba una rubia, besando la mejilla de Gerard. Paulette tomó asiento frente al hombre, que no mostró ninguna emoción tras ese beso sorpresa en la mejilla—. Y bien, Gerard, aquí estoy, tal y como lo pediste. ¿Qué necesitas? —arguyó la francesa en su idioma, aunque no tan animada como en su llegada.

—Es sobre lo que ya tú y yo habíamos hablado…

—¡Ah, sí! Ya recuerdo: ¡tu pequeña novia latina! —acotó Paulette con una voz cantarina que destilaba hipocresía y un poquito de veneno también—. ¿Qué quieres que haga?

Juntó sus manos, reposando los codos en la mesa, meditando la mejor manera de explicarle a su amiga la situación que atravesaba Christina respecto a su estatus en el país.
—Christina me comentó que negaron su renovación…

—¿Puede apelar? —refutó Paulette, poniendo los ojos en blanco, muestra del fastidio que tenía. No le interesaba en absoluto saber nada de esa vulgar mujercita. La rubia no dejaba de preguntarse: ¿qué veía un hombre como Gerard en alguien tan simplona? Para la abogada, no había punto de comparación: esa chica era atún enlatado, y ella era caviar.

—¿Puedes hacer algo, Paulette? —inquirió el rubio, cansado de las vueltas que daba su amiga sin decir algo realmente importante, o que aportase a que Christina pudiera seguir legalmente residiendo en Francia.

No quería decir que había una solución. Quería decirle que su caso estaba perdido. Pero Gerard no era tonto: sabía que si no era ella, él buscaría a alguien más.
—Puedes hacer un trato de hecho de pareja, Gerard. Eso sería una solución temporal para tu novia…

—¿Cómo que temporal? —cuestionó, no entendiendo a dónde quería llegar su amiga con lo que estaba diciendo.

—Ya debo irme, Gerard —dijo Paulette, no queriendo hablar más. Pero si no lo hacía ella, Gerard buscaría a alguien más, y quería seguir teniendo encuentros con el rubio, así fuera para salvar a esa mujer de ser deportada—. Te explico: es algo que tú podrías solicitar. Es una unión libre, pero legalmente con el peso de un matrimonio. Cuando hablo de una solución temporal, me refiero a que, si esa chica es tu pareja, en algún punto te casarás, y esa sería la salida más rápida. De lo contrario, la chica deberá esperar un tiempo hasta que le den su cita, y eso podría ser un problema que desate otras consecuencias legales para ella.




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