Conspiración

Adriana IV

Adriana IV

La agente se quedó de piedra al escuchar eso, no podía ser posible que uno de sus más cercanos amigos haya hecho eso, debía haber un error, pero conocía a Jacobo y el no era de los que cometian errores por lo que no le quedó más que ver como Diego detenía a Mauricio quien había querido escapar, el menor del grupo de corredores también se veía desconcertado, sin embargo, no soltaba a su amigo, lo hizo solo cuando Iván se acercó para esposar a Mauricio

—¿estás seguro de esto Jacobo?— cuestionó Adriana acercándose a su amigo, sabía la respuesta, pero quería escucharla de él

—ese auto estuvo en su cochera por mucho tiempo, cuando ocurrio lo de los asesinatos simplemente el auto desapareció, no me pareció extraño, ya que Mauricio dijo que lo había vendido, pero hace un par de días volví a verlo, creí que lo había recuperado o estaba reparandolo, pero después de lo que me dijiste cuando llegaron, creo que hay otro lado de la historia— explicó el mayor sin moverse de su sitio, Adriana miró a Mauricio y se acercó a él para cuestionarlo

—¿es cierto?, ¿tu eres dueño de ese auto?—

—hay muchos autos iguales en la ciudad, Jacobo está confundido— replicó el aludido negando con la cabeza, la agente quería creerle, pero confiaba en el líder de los corredores con su vida, ese hombre no era de los que mentían

—claro que no, para la gente como nosotros, los autos que manejamos son como nuestras huellas digitales, no hay dos iguales, en ningún lugar— dijo Diego algo apartado de ellos, estaba molesto, Adriana podía percatarse de eso, se encontraba cruzado de brazos recargado en el escritorio de Jacobo, parecía estar a punto de adelantarse a golpearlo

—debemos interrogarlo, Adriana dijo que en su departamento hay una habitación donde podemos tenerlo hasta que responda todas nuestras preguntas— señaló Mónica ganandose el asentimiento de sus compañeros, Iván comenzó a guiar al hombre hacia la salida en medio de las negaciones de Mauricio, sus compañeros lo siguieron en silencio

—necesito su ayuda chicos, si pueden averiguar dónde está ese auto, no duden en decirme por favor— pidió Adriana, los dos hombres aceptaron la petición sin dudarlo, la agente salió de la oficina siguiendo a sus compañeros, pero antes de salir del edificio, fue detenida por Diego  

—ten mucho cuidado Adriana, no quiero que nada malo te suceda— señaló con semblante serio tomando su mano

—me cuidare, después de todo aún tengo muchas razones para poner a mi padre furioso—

—¿qué harás si tu padre resulta tener algo que ver con los asesinatos?— 

—será castigado por ello, sería hermoso verlo tras las rejas, cuando es a mí a quien amenaza con ello— respondió Adriana sonriendo al imaginar a su padre en la cárcel —si eso ocurre, podremos romper con el compromiso, y por fin podríamos huir juntos—

—eso me gustaría demasiado, no que tu padre termine en la cárcel, pero lo de huir juntos suena bien— señaló el joven con una ligera sonrisa, Adriana tambien sonrio antes de soltar su mano e irse con sus compañeros agentes, quienes la esperaban en la entrada del edificio

—por favor Adriana, dime que no dejarán mí auto aquí, estaría hecho trizas para mañana— dijo casi en ruego Mauricio 

—no lo dejaremos— respondió la mujer acercándose a su amigo para sacarle del bolsillo la llave de su automóvil —Oswaldo, tu conduce el mio, llevate al sospechoso junto con Iván, que Alberto y Mónica usen el auto rojo—

—¿estás segura?, ¿qué tiene de malo dejar el auto aquí?, podríamos venir por el mañana— cuestionó el agente Oswaldo, pero aún así, tomando las llaves que le tendía su mejor amiga

—estamos en la zona más peligrosa de la ciudad, si lo dejamos aquí, mañana ya no habrá auto por el cual volver y si, por un milagro Mauricio es inocente, lo necesitará para volver a casa— explicó antes de entrar al auto del sospechoso, sus compañeros hicieron lo mismo y emprendieron el camino a su departamento, una vez estuvo sola, Adriana se permitió soltar su molestia y frustración golpeando el volante del automóvil, no podía creer que uno de sus más cercanos amigos podría ser cómplice de esos asesinatos, no quería creerlo, esperaba que con el interrogatorio se resolviera sus dudas.

Llevaban conduciendo varios minutos cuando Adriana se percató que algo iba mal, tres autos los iban siguiendo, trataban de mantener una distancia prudente, pero era bastante obvia su intención, la mujer redujo un poco la velocidad al mismo tiempo que tomaba su teléfono para llamar a Oswaldo, quien respondió al tercer timbre

—¿qué ocurre Adriana?— decía la voz del hombre desde el celular

—no hables, escucha, nos están siguiendo, son tres autos negros con vidrios polarizados, llevan detrás de nosotros varios minutos, ¿podrías checar si Mauricio lleva consigo su teléfono?— Adriana escuchaba como Oswaldo le daba el mismo mensaje a Iván, quien parecía haberse puesto a buscar en los bolsillos del sospechoso, pasó un corto rato antes de volver a escuchar la voz del agente dirigirse a ella 

—tiene un celular, está encendido y parece tener una llamada en proceso, quiero creer que usan eso para rastrearlo—

—es lo más probable, apaga el teléfono y acelera hasta el departamento, yo me encargare de los sujetos que nos siguen— sin esperar una respuesta de su mejor amigo termino la llamada disminuyendo aún más la velocidad hasta colocarse al lado de uno de los autos negros, este sin esperar a que la chica hiciera algo la embistió en el lateral con el auto



#20633 en Otros
#3141 en Acción
#2784 en Detective
#846 en Novela policíaca

En el texto hay: policias, romance, accion

Editado: 23.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.