Conspiración

Oswaldo VI

Oswaldo VI    

Ignorando todo lo que conocía y respetaba conforme a las leyes de tránsito, el agente Oswaldo Altamirano conducía con dirección al hospital más cercano a una alta velocidad, en los asientos traseros, su mejor amiga se debatía entre la vida y la muerte, por el espejo retrovisor lograba ver como su respiración era cada vez más débil, lo cual le inyectaba más urgencia a llegar a su destino

—trato de ayudarme, fácilmente se encargó del sujeto que resguardaba la puerta y de quien estaba dentro de la sala, pero no contamos con que alguien entraría después, yo no estaba lo suficientemente atento como para advertirle— comenzó a narrar Alberto girando su cuerpo para observar a su compañera, su brazo continuaba sangrando mientras colgaba inerte a un lado, Oswaldo le dio una rápida mirada a su compañero, viendo como las lágrimas se agolpaban en sus ojos      

—escucha Alberto, nada de esto es tu culpa— trató de confortar el líder de la investigación a su compañero

—cuando terminaba de descargar todos los archivos de los servidores escuche disparos, uno de ellos dio en mí brazo, Adriana de inmediato regresó el fuego acercándose a ese sujeto, vi como un par de balas impactaban en él y caía al suelo, ambos creímos que había terminado, pero el maldito tenía una granada en su mano y en cuanto tocó el suelo explotó lanzandonos por los aires— continuó hablando Alberto incapaz de detenerse, Oswaldo supuso lo que ocurrio despues, si Adriana se había acercado al enemigo al dispararle, las esquirlas de la granada la habían alcanzado por completo e, incapaz de detenerlo, su cuerpo comenzó a temblar pensando en lo peor —está muy mal herida—

—no pienses en eso, lograremos llegar al hospital— dijo Oswaldo desviando por un segundo su mirada del camino para posarla sobre su compañero, el joven tenía los ojos fijos en Adriana, se podía ver el miedo en ellos, su brazo derecho estaba empapado en sangre, pero eso parecía no importarle —Alberto, ¿tu brazo está bien?—

—eso creo, hay orificio de entrada y salida, por lo que no debo preocuparme por la bala— respondió con voz temblorosa, entre sus piernas yacía la computadora que había llevado a la escena —logré descargar todos los archivos, aqui estan todas las pruebas que necesitamos para hundir a todos los bastardos que estuvieron implicados en esto—

—bien hecho Alberto— señaló el líder de la investigación, continuó conduciendo hasta por fin detenerse en un pequeño hospital, sin pensar en la forma de estacionarse, Oswaldo bajo del auto pidiendo por una camilla, mientras se acercaban removió el chaleco antibalas del cuerpo de su amiga, hacerlo reduciría los cotilleos de la clínica y cualquier otra sospecha, sin el chaleco las heridas del pecho de la joven lucían mucho peor, parecía estar perdiendo demasiada sangre muy rápido, un par de paramédicos que estaban apostados afuera del lugar se acercaron con lo solicitado, casi de inmediato al auto conducido por Mónica se detuvo a pocos centímetros del otro vehículo, la mujer bajo yendo rápidamente a ayudar a Iván a salir de ahí, Oswaldo fue a su ayuda percatandose de que el hombre estaba inconsciente, entre los dos lo llevaron dentro de la clínica y lo colocaron en una camilla cerca de la puerta, pronto una enfermera se acercó junto a un doctor y lo llevaron a otra sala en la cual no se les permitió entrar, los tres agentes restantes lo atinaron a ver a sus compañeros alejarse antes de dejarse caer pesadamente en el suelo

—estaran bien, tienen que estarlo— murmuró Mónica tratando de recuperar el aire, al igual que Oswaldo seguramente sentía que había corrido un maratón sin ningún descanso 

—por favor vengan conmigo, debemos tratar sus heridas— anunció una enfermera guiandolos hacia un par de camillas que se encontraban desocupadas, Oswaldo señaló hacia Alberto, para que fuera el primero en ser atendido, mientras la enfermera estaba enfocada en el menor, al líder de la investigación ayudó a Mónica a tratar su corte en la ceja

—¿esto duele?— preguntó el joven mientras limpiaba la sangre de alrededor de la herida

—un poco, pero no te preocupes por eso— musitó la mujer sin inmutarse, el agente bajó la vista hacia las manos de su compañera las cuales no dejaban de temblar, incapaz de resistirlo mas, Oswaldo la envolvió entre sus brazos, a pesar del peligro que se encontraban corriendo sus compañeros, estaba aliviado de que ella estaba bien, Mónica titubeo un poco, pero al final también lo envolvió con sus brazos.

Llevaban un par de horas en esa clínica, sin ninguna noticia de sus compañeros más que palabras sueltas de una enfermera, quien les decía una y otra vez que los dos heridos aún estaban siendo atendidos

—transmitimos desde esta locación en la cual, parece ser que se llevó a cabo un enfrentamiento armado entre grupos delictivos, hasta ahora no se sabe que detonó el enfrentamiento— decía una reportera desde una de las televisiones que se encontraban en el lugar, la reportera señalaba hacia la bodega donde los agentes habían estado peleando —actualmente los oficiales ya se encuentran en la zona—

—no sabrán que nosotros estuvimos ahí, eso es bueno— señaló Alberto desde su camilla, su brazo ya se encontraba vendado y restringido con un cabestrillo para impedir que lo moviera, igualmente la herida de su cabeza ya estaba tratada, aun así, fue necesario darle algunos puntos

—pero tampoco sabrán lo que esos sujetos hicieron en realidad, al menos hasta que veamos los archivos de los servidores— señaló Mónica mirando la computadora, Alberto no se separaba de ella en ningún momento



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En el texto hay: policias, romance, accion

Editado: 23.07.2020

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