Constante Amenaza

CAPITULO 11

Narra Liz.

 

No sé cuánto tiempo ha pasado, no sé cuánto llevo de dormida, lo único que sé es que nos detuvimos hace unos 5 minutos aproximadamente. Estoy atada y tengo un paño en la boca, de seguro para no gritar, por suerte me quitaron la venda, pero es lo mismo porque no puedo ver nada, está maldita furgoneta no tiene ventanas ni nada por el estilo.

El recuerdo de como llegué a esta furgoneta se hace presente.

 

Flashback.

 

Jenny ya llegué le digo cuando dentro a casa.

Tengo arena por todos lados y de seguro debo tener el cabello horrible por toda la sal del mar. Camino a la cocina para poder ver a mi niñera/mamá, Jenny ha estado con nosotros desde siempre y siempre fue mi figura materna cuando mi mamá no estaba.

Cariño, tus padres van a llegar a las 5, no he entrado el correo ¿puedes ir a buscarlo? asiento con la cabeza

¿Por qué van a llegar temprano? No tengo idea.

Dejo mi mochila con mis cosas en la entrada, mi celular junto con las llaves y la chaqueta colgada hace demasiada calor, no me preocupa que vean el tatuaje. Además, sólo voy a salir para ir al buzón y regresar.

Voy al buzón, hay un furgón en la casa del frente, saco el correo y miro los papeles pensando en que algo ha pasado con los vecinos como para que ya los estén vigilando, de todas maneras, doy media vuelta para volver, voy a entrar a casa cuando alguien me toma por la espalda, le pego un codazo, pero llega otro y me toma, mientras que un tercero intenta taparme la boca con un paño, de seguro que para drogarme. Lo logra, pues mis ojos se sienten pesados, ya no veo nada, no siento las piernas y luego ya nada más.

 

Fin Flashback.

 

Jamás he deseado tanto estar con mi familia como en este momento, en realidad no tengo ni la menor idea de por qué está pasando esto y me siento tan confundida como desorientada. Abren la puerta del furgón.

─Hola linda ─ un hombre de aproximadamente 30 años se acerca a mí y me toca el rostro ─ ¿te encuentras bien?

Niego con la cabeza, que idiota es, pues si me tienen así es obvio que me voy a sentir de cualquier manera menos “bien”, DIOS, detesto no poder hablar. Ruedo los ojos, me frustra no poder decir lo que pienso y sólo con esto de no poder hablar ya me siento más que vulnerada en todos los sentidos. 

─Pero que mala manía ¿No crees que hay que enseñarle modales? ─ se asoma otro que se ve igual al primero, de hecho, son bastantes parecidos, si no fuera por la cicatriz que tiene en la frente el primero y por la voz, serían iguales.

─Tranquilos niños, el patrón ya le enseñará modales en Chicago ─ dice uno que se sube en el asiento del conductor, aparenta tener unos 40 años, los otros suben y se sientan frente a mí.

Me miran como si me fuera a escapar o algo por el estilo, ni que fuera superhéroe para poder salir de aquí por mis propios méritos. Veo al conductor por el espejo retrovisor, la forma de su cara se me hace conocida de algún lado, sus labios y sus ojos. 

Jack.

 

Narra Jack.

 

Hace una hora estoy en la casa de Liz, nos explicaron todo a todos, desde el principio de su vida hasta los últimos minutos en la que lograron verla, por desgracia los tipos que la raptaron fueron inteligentes al llevar pasa montaña, por lo cual no hay pista que se pueda seguir para dar con la identidad. Pero por otro lado y para mi sorpresa sus padres me acogieron bastante bien.

Estamos en la oficina de Dominic, algunos no hemos parado de llorar. Tratamos de localizar desde donde vienen todos los mensajes, llamadas y cuantas amenazas. Hay varios recorriendo todo Miami en busca de Liz, pero si la quieren sacar del estado lo podrán hacer porque nadie tiene la identidad de los raptores.

Mi teléfono comienza a vibrar. Es mi papá.

 

Papá👨👦

PAPÁ: Hijo, lo lamento, tuve que viajar a Chicago por mi trabajo, llego en 4 días, cuídate.

Ok, papá, no te preocupes.

PAPÁ: ¿¿Dónde estás??

En casa de la familia de una amiga, no sabes lo que pasó, papá ¿me puedes ayudar?

PAPÁ: ¿En qué?

Localiza a Elizabeth Dallas Kunis por favor.

 

Mi papá me deja el mensaje en visto.  Alguien entra a la oficina, todos miramos en dirección a la puerta, ahí se encuentra Albert Irwin. Su padre es el jefe del mío. Y no nos llevamos muy bien debido a mi fama en Chicago y por mi sexualidad, él se cree tan irresistiblemente atractivo que piensa que estoy loco por él y que poco más y lo violo.

─Hola a todos ─ saluda, luego su vista se centra en Mary, que corre a sus brazos, él la abraza y le da un beso en cabeza.

Me acerco a Sam, ha estado pegada al ventanal, bastante alejada de todos, sobre todo de Chris.

─Amiga ─ le toco el hombro.

─ ¿Por qué ella? ─ me queda mirando, se ve que necesita descansar.

─Vamos ─ le digo. Frunce el ceño ─ te vas a duchar y te cambiarás de ropa, no pareces tú y estás con la misma ropa de la mañana, tienes el agua salada aún y apostaría a que arena también.

─Ok, vamos a la habitación de... ─ le corren lágrimas.

─Mi niña, ve a ducharte y cambiarte de ropa, tienes arena en el pelo, tú sabes de donde tomar ropa ─ le dice Jannet.

Sam asiente, paso el brazo por su hombro y salimos del despacho, Cam nos vio cuando cruzamos en dirección a la puerta. Subimos las escaleras y nos adentramos en la segunda puerta a mano derecha, que nos dio paso a una habitación increíble, toda la pared de frente a la puerta es un ventanal enorme.




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